Название | ¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista? |
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Автор произведения | Crisóstomo Pizarro Contador |
Жанр | Зарубежная деловая литература |
Серия | |
Издательство | Зарубежная деловая литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789561708938 |
El conflicto de clases en una sociedad industrial madura, contrariamente a lo que una lectura superficial de la predicción de Marx podría sugerir, no se articuló en torno a la oposición de dos clases, sino en el triángulo formado por los ejecutivos de las corporaciones estatales, la intelligentsia liberal y la clase trabajadora. La nomenklatura prefirió comprar a los trabajadores a costa de la intelligentsia. Esta reacción tuvo dos costos: un aumento del consumo popular y una tácita aceptación de la ineficiencia, denigrando al mismo tiempo a ingenieros e intelectuales y, ocasionalmente, “golpeando a los disidentes por su cosmopolitanismo sin raíces”13. Estos costos fueron subsidiados por los petrodólares desde 1970 a 1990. Derluguian no omite destacar algunas de las consecuencias “patológicas” de la pérdida de dinamismo y del cinismo de la clase dirigente, tales como el aumento en las tasas de alcoholismo y mortalidad entre los hombres, crecientes robos en el lugar de trabajo y caída en la calidad de la producción industrial14.
Las reformas propuestas por Mijaíl Gorbachov han sido a veces consideradas como progresistas, pero Derluguian sostiene que tenían una orientación bastante conservadora. Gorbachov pretendía llevar el bloque soviético al capitalismo para fortalecer las estructuras existentes y convertir al menos a la nomenklatura más joven en gerentes tecnócratas de los grandes complejos industriales con la participación de extranjeros. Además, sus políticas fueron muy poco profesionales, porque la polarización ideológica preexistente impedía cualquier debate serio sobre las políticas más apropiadas para el cambio del sistema económico. Estas políticas no se vislumbraban en un ambiente intelectualmente anquilosado, dominado por un discurso rígido y el humanismo abstracto de los disidentes15.
Las maniobras de Gorbachov para protegerse de la reacción burocrática que “enterró” a Nikita Jruschov confundieron e inmovilizaron los tres pilares institucionales de la Unión Soviética: el Partido Comunista (pcus), los ministerios centrales y la policía secreta16.
El sacrificio de los regímenes del este de Europa había dejado en claro para la asediada nomenklatura la apuesta de Gorbachov. Después de 1989, la oligarquía soviética se fragmentó conforme a su pertenencia al sector industrial central o a las repúblicas nacionalistas. Por primera vez desde 1920 aparecieron las facciones políticas dentro y fuera del pcus, algunas de ellas con orientación progresista y otras con orientaciones reaccionarias. Ninguna pudo organizarse debido al vendaval producido por los acontecimientos de 1989 y sólo tuvieron una corta vida.
La nomenklatura quedó sola con lo que sabía hacer muy bien: la activación de las redes personalistas de la corrupción y la colusión. Como en las grandes burocracias gerenciales, la nomenklatura extendió la red clientelística, reunió todas sus fuerzas para ejercer el lobby y proteger sus campos de influencia17.
Después de 1989, las estrategias de sobrevivencia fueron ampliadas hasta alcanzar una nueva escala de las tres jerarquías intersectoriales: los gobiernos territoriales, los ministerios a cargo de los sectores económicos y el control de la policía secreta y la inquisición ideológica del partido. Esta fue la que opuso más resistencia a la privatización del sistema económico. Los gobiernos territoriales y los ministerios de los sectores económicos demostraron una gran aptitud para el separatismo y su propio crecimiento. En estas circunstancias era muy difícil poder remover a un presidente nacional o a un capitalista oligárquico con sus activos establecidos en un exótico paraíso fiscal18.
El paso de las industrias del Estado a distintos esquemas de propiedad privada cobró distintas formas. Los activos industriales fueron convertidos a propiedad privada antes de que este cambio fuese aprobado legalmente. Las repúblicas nacionales y municipalidades se transformaron en lo que los americanos llaman “political machines”. La misma intelligentsia de las ciudades capitales que había inspirado estos cambios aspiraba ahora transformar sus países en democracias liberales destinadas a unirse al capitalismo del Oeste. Así, se transitó de la declarada reforma del comunismo a la ideología de Margaret Thatcher, lo cual reflejaba la típica radicalización de las demandas durante los períodos revolucionarios19.
Entre las demandas de la intelligentsia insurgente, después de 1989, para destruir la burocracia reinante figuraban las elecciones libres. Esto permitió a la nomenklatura adelantarse a esas demandas y se dio inicio a ese tipo de elecciones. Otra demanda consistía en la soberanía nacional, por lo que los gobernantes de las repúblicas también declararon la soberanía para librarse de la purga promovida por Gorbachov. Asimismo, la intelligentsia insurgente demandaba el mercado libre, lo que sirvió muy bien a los intereses de los viejos y nuevos presidentes para fraguar acuerdos a favor de parientes y clientes20.
La deserción masiva de la nomenklatura y su vertiginosa transformación en capitalistas y nacionalistas provocó un caos en el Estado y en la economía21. Las banderas étnicas florecieron en las provincias del sur. Aun en las zonas centrales, la nomenklatura temía por su vida o se veía obligada a desconocer sus acuerdos con los empresarios mafiosos y violentos. Esos acontecimientos cubrieron con otra vestimenta los intentos de Gorbachov de negociar la inclusión de la Unión Soviética en el capitalismo desde una posición de poder22.
El rápido retroceso de la Unión Soviética en el campo militar, científico y en el orden público también imposibilitó cualquier tipo de liderazgo directo en el desarrollo industrial23. Los soviéticos promovieron una monoorganización industrial, donde todas las esferas de la actividad pública eran dirigidas centralmente. La desintegración del Estado socavó todas las instituciones modernas e inhabilitó la acción colectiva más allá de las redes familiares y amicales24.
La estrategia individual más racional consistió en repartirse los activos del Estado y exportar todo lo que fuese posible. Los mismos dirigentes fueron cómplices en el debilitamiento del Estado. La corrupción de los empleados estatales y de la judicatura era una condición necesaria para el saqueo.
Por su parte, los intereses tradicionales en el poder del Estado y de las fuerzas militares para contener las propuestas internas perdieron su importancia en la geopolítica mundial dominada por Estados Unidos y las instituciones pertenecientes a las finanzas globales25.
Los intelectuales liberales y los críticos sociales se vieron vergonzosamente empobrecidos, políticamente manejados y carentes de todo discurso ideológico como consecuencia del “cínico secuestro de sus programas liberales y nacionalistas”. Más aún, el paso de la dirección de la industrialización y del engrandecimiento militar del Gobierno central a los intereses privados, la exportación de commodities y la especulación financiera terminaron por aislar a las oligarquías postcomunistas del resto de la ciudadanía26.
Los especialistas y trabajadores perdieron su influencia como agentes productivos, reclutas militares patrióticos, votantes y contribuyentes. Ya no tenía sentido organizar huelgas y llevar a la bancarrota sus empresas, marchar en las calles en nombre del desacreditado slogan de la independencia nacional, las reformas a favor del mercado o hacer campañas públicas para políticos que luego los traicionarían27.
La atmósfera de empoderamiento público y optimismo del período de la Perestroika se transformó abruptamente en cinismo apático, preocupación por las penurias materiales y criminalidad, además del desesperado deseo por emigrar. En vez de la tierra prometida del oeste europeo, los postsoviéticos terminaron más cerca de las duras realidades de Medio Oriente28.
China: mercado y represión política
En 1989, China tuvo que enfrentar la protesta de los jóvenes inspirada en los mismos principios declarados por el partido contra los autoindulgentes cuadros de viejos dirigentes del partido pertenecientes a los veteranos de guerra. Los cuadros que acompañaron a Gorbachov, a diferencia de los anteriores, no fueron activistas revolucionarios. En el caso de China, el ataque de los jóvenes izquierdistas en contra de un régimen de izquierda significó un viraje hacia la derecha, aunque ningún miembro de la dirigencia se atrevió a reconocerlo. El año 1989 también marcó el fin del comunismo chino.
Este tipo de viraje no es completamente desconocido