Название | ¿Existen alternativas a la racionalidad capitalista? |
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Автор произведения | Crisóstomo Pizarro Contador |
Жанр | Зарубежная деловая литература |
Серия | |
Издательство | Зарубежная деловая литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789561708938 |
Otra característica de los ciclos hegemónicos ha sido la reestructuración del sistema interestatal después de cada guerra: la Paz de Westfalia (1648), después del triunfo de Holanda sobre los Habsburgo de Austria, el Congreso de Viena y el surgimiento de la Santa Alianza (1815), después de la derrota de Francia por Inglaterra. La restructuración del sistema interestatal impulsada por Estados Unidos es destacada más adelante.
Los ciclos hegemónicos presentan una duración de entre 20 y 50 años. Si además del ejercicio del poder hegemónico se consideran los períodos de ascenso, la extensión de la guerra antecedente y la fase de declinación, ese lapso puede aumentar entre un siglo y siglo y medio15.
Esta extensión secular se debe a que el surgimiento y mantenimiento del poder hegemónico supone inversiones de larga duración en transporte, comunicaciones, infraestructura militar y políticas necesarias para conseguir la relativa supremacía en el nivel de eficiencia económica conducente al control del mercado mundial. Dicha eficiencia culmina en las guerras de 30 años, que establecen de manera definitiva la hegemonía y ulterior reestructuración del sistema interestatal
Defensa retórica del liberalismo global
Un rasgo sobresaliente en la emergencia del poder hegemónico es su defensa de un liberalismo global, apoyo a las instituciones parlamentarias y restricciones a la arbitrariedad de la burocracia estatal. Sin embargo, la supuesta oposición del liberalismo a la interferencia estatal no es una característica reconocible en las tres instancias de poder hegemónico reconocidas en la historia del capitalismo. Si efectivamente existiera una libre circulación de bienes, servicios, productores, trabajadores, vendedores y compradores, e información completa sobre los costos de producción, no sería posible asegurar una incesante acumulación de capital. Los vendedores prefieren los monopolios, cuasimonopolios y oligopolios, reclamando una posición privilegiada en el sistema mediante la obtención de patentes, restricciones a la importación, subsidios, exenciones tributarias y otras medidas proteccionistas. Las restricciones al mercado libre permiten aumentar las diferencias entre costos y tasas de ganancia, pero tienen corta vida porque los perjudicados empiezan a pedir un mercado libre para poder entrar a las industrias de punta y así los dueños de estas pierden sus antiguos privilegios y luchan por iniciar nuevos productos de punta. La gran importancia que tuvo el papel del Estado en la industrialización de la agricultura, producción textil, comercio exterior, expansión colonial y evolución del capital financiero en Holanda se discute detalladamente en mi estudio de la globalización de la economía-mundo capitalista. También se presenta en este libro cómo en Inglaterra las acciones del Estado, para el logro de su posición hegemónica, fueron aún más determinantes que la llamada Revolución Industrial16.
Restructuración del sistema interestatal
Luego de su triunfo sobre Alemania, Estados Unidos, en cuanto nueva potencia hegemónica impulsó una reestructuración del sistema interestatal funcional a sus intereses económicos y políticos. En este sentido, se destacan los Acuerdos de Yalta, entre Estados Unidos, la Unión Soviética y Gran Bretaña (1945), que fijan los territorios de influencia política en los mismos lugares donde se encontraban sus respectivas tropas al término de la Segunda Guerra; Bretton Woods y Naciones Unidas (1944 y 1945); el Plan Marshall (1947); la otan (1949), y el Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón (1951).
Desde el punto de vista del comportamiento de los ciclos Kondrátieff, esta reestructuración corresponde a una fase A ascendente, que se prolonga aproximadamente desde el término de la Segunda Guerra hasta 1968-73. Es la fase que los franceses denominaron “les treinte glorieuses”, el punto culminante de la hegemonía de los Estados Unidos y la mayor expansión de la riqueza conocida hasta entonces.
Esta etapa es sucedida por una fase B descendente, que se extendería desde 1968-73 hasta hoy. Junto con la caída de la economía estadounidense (abandono del patrón oro), se observa el claro ascenso de Europa y Japón. Otro hecho de importancia que Wallerstein destaca en la fase B y declive de la hegemonía de Estados Unidos es “La revolución-mundo de 1968”, que involucró a “todos aquellos descontentos que quedaron fuera del bien organizado orden mundial de la hegemonía estadounidense”, cuyas manifestaciones en Occidente y Japón son bien conocidas. Wallerstein incluye también en esta revolución la Revolución Cultural china, que se había iniciado dos años antes, el “socialismo con un rostro humano” en Checoslovaquia, los suceso ocurridos en México, Senegal, Túnez y la India y muchos otros17.
Durante esta fase de contracción, así como en la antecedente de expansión, Estados Unidos intentó reestructurar sus competencias políticas mediante la aplicación de diferentes medidas. Al respecto, sobresalen el lanzamiento por parte de la Naciones Unidas de la Década del Desarrollo (1970), la formación del Foro de Davos (1970), el Grupo de los 7 y la Comisión Trilateral (1973) y, posteriormente, el Consenso de Washington, que formalizará, casi en forma de decálogo, los mandamientos de acuerdo a los cuales debe regirse la globalización neoliberal que los Estados están obligados a seguir (1990).
Hay que señalar que el declive de Estados Unidos como potencia hegemónica, y de las potencias hegemónicas en general, se origina en su creciente incapacidad para seguir manteniendo el liderazgo en innovación tecnológica, producción, comercio y finanzas, en la caída del poder político y militar aplastante y en el deterioro de su legitimidad política para transferir los costos de la producción a las zonas periféricas de la economía-mundo, esto es, las más pobres y políticamente más débiles.
El declive de Estados Unidos
y la fase B del ciclo Kondrátieff
Sin embargo, a diferencia de la pérdida del poder hegemónico de Holanda e Inglaterra, el declive de Estados Unidos estaría ocurriendo cuando los principales Estados de las zonas centrales de la economía-mundo también se encuentran sumidos en una fase B del ciclo Kondrátieff. Esto constituye un fenómeno nuevo en la historia de “los largos siglos” pasados. La asunción del liderazgo hegemónico por parte de Inglaterra en el siglo xix, que sucedió al de Holanda en el siglo xvii, no aconteció en medio de una caída de todo el sistema-mundo capitalista. Esto constituye entonces una novedad en la larga evolución del sistema.
En medio de esta crisis global es posible vaticinar el desahucio del dólar estadounidense como reserva monetaria mundial, sucedido por un mundo con una multiplicidad de monedas de reserva que permitirían una permanente fluctuación de las tasas de cambio, lo cual induciría a un congelamiento del financiamiento para nuevas actividades productivas. Al mismo tiempo, Wallerstein sostiene que ya no es posible evitar la declinación del poder hegemónico de Estados Unidos, después del fracaso de la política militar unilateralista llevada a cabo entre 2001 y 2006, durante la administración del presidente George W. Bush.
El resultado de esto ha sido el nacimiento de un mundo multipolar, constituido por lo menos por ocho o diez centros de poder suficientemente fuertes para negociar entre sí con relativa autonomía. De esta manera, las fluctuaciones de los mercados y de los sistemas monetarios son entonces reforzadas por la inestabilidad de las alianzas entre varios poderes18.
La economía-mundo capitalista no estaría viviendo hoy una recesión, sino una depresión cuyo inicio puede remontarse a fines de los sesenta. Durante todos estos años, en algunos países del centro del sistema se pueden constatar el aumento y el proceso de exportación recíproca de desempleados, pérdida de beneficios sociales de los pensionados y de grupos desempleados, restricciones en los gastos en salud y educación. Estos problemas pueden ser claramente documentados en muchos estados de Estados Unidos, en la Eurozona y en las llamadas economías emergentes. El análisis económico convencional basado en el seguimiento