Название | Hermandad Hirámica: La Profecía Del Templo De Ezequiel |
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Автор произведения | William Hanna |
Жанр | Современная зарубежная литература |
Серия | |
Издательство | Современная зарубежная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788893981880 |
Es quizás irónico que el primer uso del término “Nakba”, en referencia a los desplazamientos de los palestinos fuera por los militares israelíes. En julio de 1948, cuando los habitantes árabes de Tirat Haifa se negaron a rendirse, las FDI hicieron uso de folletos escritos en perfecto árabe para instar a lo siguiente: “Si quieres estar listo para la Nakba, para evitar un desastre y salvarte de una catástrofe inevitable, debes rendirte”. Poco después, en agosto de 1948, el intelectual sirio Constantin Zureiq publicó su ensayo El Significado del Desastre con la afirmación de que “la derrota de los árabes de Palestina no es sólo un contratiempo temporal o una atrocidad. Es una Nakba en el más amplio sentido de la palabra”. También se refirió a los árabes del Oriente Medio e implorado a responder a la terrible catástrofe que los había golpeado porque sentía obviamente que la Nakba afectó a todo el mundo árabe y no sólo al pueblo palestino.
Aunque el pueblo palestino no había sido responsable de ninguna manera por el holocausto, ni siquiera se ofrecieron a luchar al lado de los Nazis como hicieron los sionistas – el occidente adorador de la libertad e hipócrita, dirigido por una no tan Gran Bretaña, estaba dispuesto a ofrecer Palestina y a su pueblo como indemnización compensatoria a la causa sionista. Así que hoy, después de casi 70 años de perniciosa, persistente e injusta persecución, 7,1 millones de palestinos desplazados en todo el mundo han permanecido como el problema más prolongado y más grande que cualquier conjunto de refugiados.
Mientras tanto, los gobiernos occidentales y los medios de comunicación combinados con su doble rasero e hipocresía observaban a gusto mientras Israel perseguía su Plan Maestro sionista de un Gran Israel, seguiría la limpieza étnica del pueblo palestino como apátridas presos refugiados en su propia tierra y en los estados árabes colindantes; continuaría siendo bloqueado por aire, mar y tierra que impidieran la importación de alimentos esenciales, suministros médicos y materiales de construcción; seguirían siendo rutinariamente detenidos, encarcelados y/o interrogados violentamente; seguirían siendo objeto del estilo nazi de detenciones arbitrarias, palizas, torturas y encarcelamiento indefinido sin cargos ni el debido proceso durante hasta diez años o más sin conocimiento de cuándo o si efectivamente sería jamás dado a conocer bajo las órdenes de detención administrativa de Israel; seguirían viendo a sus hijos, siendo sistemáticamente perseguidos y encarcelados por las fuerzas militares y policiales que los sometían a abusos verbales y físicos violentos, la humillaciones dolorosas, el encapuchamiento, restricciones, amenazas de muerte, violencia física y amenazas de agresión sexual contra ellos mismos o sus familiares, y la denegación de acceso a alimentos, agua y servicios higiénicos; seguirían estando sujetos a tener su libertad de circulación negada por las restricciones de viajes, vallas, muros de separación, los puestos de control, carreteras construidas solamente para los israelíes; seguirían siendo objeto de ataques contra ellos y sus bienes, incluida la quema de sus olivares que eran el único medio de subsistencia para muchos – por desquiciados salvajes a partir de asentamientos judíos ilegales; continuarían con sus tierras expropiadas ilegalmente; continuarían con sus territorios antes de 1967 disminuyendo gradualmente a medida que más y más asentamientos judíos ilegales se establecieran; continuarían con sus recursos naturales, incluida el agua, robados o como en el último caso, deliberadamente contaminada; continuarían expropiando ilegalmente sus propiedades; seguirían “viviendo” bajo la amenaza constante de ataques militares israelíes aún más bárbaros; y, por último, seguirían sorprendidos de cómo las sociedades supuestamente civilizadas, incluyendo la diáspora”, podrían ser testigos de todo esto mientras en efecto toleraban, aprobaban y serían cómplices de esas bárbaras inhumanidades.
Además, para colmo de males, muchas de las víctimas palestinas de demolición de viviendas por parte de las fuerzas de seguridad israelíes fueron informadas por las autoridades de ocupación israelíes de que tenían que pagar el costo de las demoliciones. Uno de esos ejemplos se refería a Al-Araqeeb – una antigua aldea palestina en los territorios ocupados por Israel en 1948, que los sucesivos gobiernos israelíes, se negaron a reconocer. Eso resultó en que la aldea no estaba conectada a los servicios públicos locales; había sido derribada por los israelíes 92 veces; y ahora sus habitantes estaban sujetos a una demanda por parte de las autoridades israelíes de que pagaran los dos millones de shekels israelíes nuevos (alrededor de 460.000 euros/£360.000/515.000 dólares) del coste de las demoliciones. Como este era el costo de sólo una demolición, los residentes se enfrentaron con la probabilidad de que aumentasen los costes para otras demoliciones con otras 40 aldeas palestinas como Al-Araqeeb también enfrenta la misma suerte.
Incluso antes de ser sobornado y pagado como Estado, Israel no tenía ninguna intención de coexistencia pacífica con sus vecinos; la intención de no cumplir las resoluciones de la ONU o respetar el derecho internacional, incluidos los derechos humanos; y ciertamente no tenía la intención de considerar una solución de dos estados. El Primer Ministro de Israel David Ben-Gurion no fue el primer sionista de creer en la abolición de la partición y la ocupación judía de toda Palestina. Theodor Herzl, el fundador del sionismo moderno, era de la opinión de “trataremos de animar a la población sin un centavo [árabe] a través de la frontera, mediante la adquisición de empleo en los países de tránsito, a la vez que se les niega cualquier empleo en nuestro propio país... Tanto el proceso de expropiación y de expulsión de los pobres debe ser llevado a cabo de forma discreta y con diligencia”. Tales sentimientos fueron posteriormente secundados por otros sionistas destacados.
“Tomé la Declaración de Independencia Americana. No contiene ninguna mención de los límites territoriales. No estamos obligados a fijar los límites del Estado”.
Moshe Dayan, Jerusalem Post, 08/10/1967.
“El asentamiento de la tierra de Israel es la esencia del sionismo. Sin asentamiento, no podremos cumplir con el sionismo, es así de simple”.
Yitzhak Shamir, Ma’ariv, 21/02/1997.
“En términos estratégicos, los asentamientos (en Judea, Samaria y Gaza) no son de ninguna importancia”. Lo que les hace importantes, agregó, es que “constituyen un obstáculo, un obstáculo insuperable para el establecimiento de un Estado árabe independiente al oeste del río Jordán”.
Binyamin Begin, hijo del difunto Menachem Begin y una voz prominente en el partido Likud escribiendo en 1991. Citado en Engaños Deliberados de Paul Findley.
Sobre esa base, los sucesivos gobiernos israelíes han conservado durante décadas la “farsa” de las conversaciones de paz para jugar durante más tiempo, mientras persiguen el objetivo sionista por cualquier medio, expulsando a los palestinos y robando sus tierras. Nunca ha habido ninguna intención israelí de obtener una solución para los dos estados, para la paz, ni de conceder derechos legales y humanos para el pueblo palestino. Sin embargo, a pesar de tales hechos irrefutables para todos, la hipocresía occidental, los dobles raseros y la corrección política – inculcados por el temor de ser acusados de antisemitismo y de negar el Holocausto – continúa prevaleciendo en lugar de un reconocimiento realista de que Israel es una mentira, connivencia, robo, asesinato, racismo, estado de Apartheid cuya existencia depende no sólo de la brutal negación de los derechos humanos en Palestina, sino también de la subversión de la democracia y el derecho a la libertad de expresión en otros países.
Por consiguiente, para Sami Hadawi y su vida familiar, era una lucha cotidiana por la supervivencia sin ninguna esperanza de aliviar la pobreza o de mirar hacia un futuro mejor. Como Sami no tenía una verdadera profesión se ganaba la vida como guía turístico y cada mañana, siete días a la semana – caminaba desde Silwan, en la parte vieja de la ciudad, Puerta Nueva, donde iba a esperar con la esperanza de ser contratado por los turistas procedentes de los lujosos hoteles de Jerusalén Oeste para ver el casco antiguo de la ciudad. Durante los meses de verano entre junio y septiembre, cuando el número de visitantes alcanzó su máximo, lo haría bastante bien, pero para el resto del año, los tiempos eran pobres. Fue durante septiembre que conoció y trabó amistad con Conrad Banner