Enamorada De Una Estrella. Storm Victory

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Название Enamorada De Una Estrella
Автор произведения Storm Victory
Жанр Детская проза
Серия
Издательство Детская проза
Год выпуска 0
isbn 9788835403524



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el número de Chris.

      Cuando Arthur sufrió el ictus, él le hizo prometer a ella que nunca llamaría a Chris por él y ella aceptó, aunque a regañadientes.

      Pero ahora sentía que ya no podía mantener esa promesa.

      Tomó el pedazo de papel con las manos temblorosas y sollozando.

      Cogió su móvil y marcó el número.

      Ella no había oído la voz de Chris en muchos años y su corazón empezó a latir muy rápido, pero sintió náuseas cuando pensó en lo que le iba a decir.

      Después de una larga serie de tonos, Leny escuchó una voz agitada y estridente en el teléfono.

      ―¿Chris? ―preguntó preocupada.

      ―No, soy su agente.

      ―Lo siento. ¿Puedo hablar con él? ¡Es una emergencia! Su abuelo…

      ―Escucha, no tengo tiempo para tonterías. Llama a otra persona.

      ―¡Pero es el abuelo de Chris! Se está muriendo ―gritó Leny furiosa por la insensibilidad del hombre.

      ―Chris está rodando una escena en el plató en este momento.

      ―¡No me importa para nada! ¡Tengo que hablar con él inmediatamente! ¿Lo has entendido? ―Leny estaba cada vez más furiosa, asolada por el tipo de gente que rodeaba a Chris. No le sorprendía que hubiera empezado a beber con gente así a su alrededor.

      El agente murmuró algo grosero, pero al final llamó a Chris, quien se puso al teléfono poco después.

      ―¿Abuelo? ―preguntó vacilante.

      Escuchar la voz de Chris, aún más profunda y cálida que en el pasado, le puso el cerebro en órbita.

      Era diferente de la que sonaba en las películas.

      ―Chris…

      ―¿Leny? ¿Eres tú? ―susurró el hombre débilmente.

      ―Sí… Lo siento, pero tu abuelo está enfermo… Muy enfermo… Tuvo un ataque al corazón y… ―intentó explicarlo, pero no le salían las palabras. ¿Cómo podía decirle que su abuelo se estaba muriendo?

      ―Tomaré el primer vuelo y llegaré ―contestó.

      No pudo decir nada más porque la línea se cortó.

      Tomaré el primer vuelo y llegaré. Pronto volvería a ver a Chris. ¿Cuánto tiempo había estado soñando con ese momento? ¿Cuánto deseaba volver a verle, abrazarle fuerte y… besarle?

      Qué pena que ocurriese en una situación así.

      Preferiría esperar siete años más, si eso significaba darle a Arthur más años de vida.

      No pudo dormir esa noche por temor a una llamada del hospital.

      Las calles seguían desiertas cuando, a la mañana siguiente, se dirigía al hospital.

      Diana, que había pasado la noche allí, estaba agradecida por el relevo temprano y se marchó.

      Leny se quedó sola con Arthur, que aún no se había despertado, así que empezó a deshacer la bolsa, a llenar el armario con las mudas de ropa y un pijama, y puso la foto en la mesita junto a la cama.

      ―Gracias ―murmuró Arthur débilmente, recién despertado, viendo a Leny poner el retrato sobre la mesa.

      ―¡Arthur! ―exclamó Leny ansiosa, dejando caer algunas lágrimas de alivio.

      ―Me estoy muriendo.

      ―No digas eso. Ya se te pasará.

      ―Soy viejo, Leny. No le temo a la muerte. Por fin podré volver a abrazar a mi hijo y a mi esposa.

      ―Oh, Arthur…

      ―Solo lamento no poder volver a ver a Chris, pero si lo ves, dile que lo amo. Siempre lo he amado y solo deseo que sea feliz.

      Leny se agradeció a sí misma en silencio por haberlo llamado.

      ―Estoy segura de que volverá pronto y que podrás contarle todo eso.

      ―Le has llamado, ¿verdad?

      Leny asintió lentamente, intentando enjugarse las lágrimas de la cara con la manga de la sudadera.

      ―Prométeme que le dirás lo que sientes cuando… ―le intentó decir ella antes de que una nueva crisis respiratoria hiciera sonar la alarma del aparato conectado a su corazón.

      Leny, asustada, salió corriendo de la habitación para pedir ayuda y unos segundos después, un médico y una enfermera entraban, pidiéndole a ella que esperara fuera.

      ―Por favor, no te mueras ―repetía Leny mientras caminaba por el pasillo de un lado a otro como un animal en una jaula.

      Pasaron unos minutos antes de que la puerta de la habitación volviera a abrirse.

      ―Lo siento, pero no creo que el señor Hailen sobreviva el día ―le advirtió el médico, antes de que lo llamaran para una nueva emergencia.

      Leny decidió pasar el resto del día en el hospital rezando para que Chris llegara lo antes posible.

      Afortunadamente, a la hora del almuerzo, su madre le avisó que iba al aeropuerto a buscar a Chris, Emily y su hermana Rose.

      Parecía que todo el mundo quería estar cerca de Chris en un momento tan difícil.

      Aunque Leny no había desayunado, no tenía ganas de comer ni una rebanada de pan. Un té aguado y demasiado dulce de la máquina fue suficiente.

      Estaba a punto de sentarse junto a la cama de Arthur cuando se despertó de nuevo.

      ―Leny, querida… ―murmuró con voz áspera.

      ―¡Arthur! ¿Cómo te sientes? ―preguntó Leny inmediatamente, acariciando su rostro hundido y arrugado.

      ―Tengo… sed ―consiguió decir.

      Leny le sirvió un poco de agua fresca en un vaso de plástico del hospital.

      Luego se acostó en la cama, haciendo espacio con la rodilla y ayudándole a levantar la cabeza.

      Debido a su peso, ella lo ayudó con las almohadas, y luego lo sostuvo con su delgado brazo para que pudiera tomar pequeños sorbos.

      Unas pequeñas gotas cayeron de las comisuras de su boca, mojando las sábanas.

      ―Te traeré una servilleta o formaremos un lago ―susurró suavemente, tratando de estirarse aún más hacia el otro lado, donde estaba la mesita.

      ―Te ayudaré ―una voz familiar prorrumpió detrás de Leny. Una voz que reconocería entre mil gritos.

      Nerviosa y feliz, se dio la vuelta y se encontró a un metro del cuerpo alto y fuerte de Chris.

      Buscó sus ojos esmeralda, pero un enorme par de gafas de sol escondían su mirada y no dejaban vislumbrar su estado de ánimo.

      ―Las servilletas están en el primer cajón de la mesita ―pudo decir ella intentando concentrarse en el peso de Arthur, que le cansaba el brazo.

      Como hipnotizada, vio a Chris moverse rápido hacia la mesa de noche y tomar unas servilletas de papel, que luego puso en el pecho de su abuelo.

      Distraída por los ataques de tos del viejo, Leny puso toda su atención en él.

      ―Arthur, bebe un poco más ―lo invitó, tratando de que se incorporara.

      Chris entendió sus intenciones y la ayudó a levantar a su abuelo para que pudiera beber más fácilmente.

      Arthur pudo entonces beber más cómodamente y mantener la mirada en el último en llegar, aun estando agotado por la enfermedad.

      En cuanto terminó de beber, Leny lo hizo recostarse