Название | Enamorada De Una Estrella |
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Автор произведения | Storm Victory |
Жанр | Детская проза |
Серия | |
Издательство | Детская проза |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788835403524 |
Tan pronto como Leny le ayudó a tomar la medicina con un vaso de agua, Arthur se relajó y su respiración volvió a su cadencia habitual.
―Arthur, tienes ochenta y dos años. A tu edad no puedes permitirte hacer… ―le empezó a decir Leny, pero la mirada furiosa y despectiva que siempre mostraba cuando alguien hablaba de su vejez la interrumpió.
―Soy viejo, no discapacitado ―dijo con aspereza.
―Lo sé, pero no quiero que te esfuerces. Acabas de salir del hospital y aún no te has recuperado. Sabes que te voy a ayudar con la huerta ―le recordó ella, feliz de haber cuidado de ese pobre anciano durante todos estos años… y no solo porque Chris se lo pidiera antes de irse.
―Lo sé, pero tú trabajas y no quiero molestarte ―murmuró con una extraña luz en sus ojos.
―Aunque trabaje, vendré a verte todas las noches y pasaremos los fines de semana sembrando lo que quieras, ¿vale?
―Pero tu trabajo…
―Sí, pero no debes preocuparte por eso.
―¿No debo?
Lenny asintió alegremente, tratando de ocultar el sentimiento de culpa por la mentira que acababa de contarle a la única persona en la que le había confiado totalmente en los últimos cinco años.
―Eso es extraño… llamé a Andrew Marshall esta mañana para preguntarle por su padre, que tiene Alzheimer, y me dijo que te despidió hace un mes ―murmuró, fingiendo indiferencia, mientras que sus ojos entrecerrados connotaban algo completamente diferente.
La sonrisa de Leny desapareció de inmediato.
Debería haber imaginado que Arthur lo descubriría tarde o temprano gracias a su amistad de toda la vida con el padre de su ex jefe. De hecho, ella había conseguido ese trabajo como secretaria en el bufete nada más terminar la secundaria gracias a Arthur, en primer lugar.
―Lo siento… Te lo quería contar, pero no sabía… ―susurró Leny con culpabilidad, manteniendo la mirada baja en sus zapatos negros y pulidos.
―La gente dice que te despidieron porque le tirabas los tejos a Andrew.
―¡Eso no es verdad! ―gritó Leny indignada.
―Eso es lo que dije yo, y cuando le pedí que me explicara, empezó a murmurar algo sobre la crisis y los recortes.
―La verdad es que perdí mi trabajo por culpa de esa víbora de Pamela, la nueva esposa de Andrew Marshall. Nos despidió a mí y a Laurel porque somos jóvenes y solteras. Temía que nos acostáramos con el monstruo de su marido. Nos acusó de coquetear con él y nos despidió. Bastará con que nos dé la indemnización.
―Lo siento, pero no entiendo… Tú no estás soltera.
―Lo dejé con Travis hace unos días ―confesó la chica, sonrojándose por la enésima mentira de la conversación y tratando de no especificar que estaba hablando de cincuenta y seis días.
―¿Por qué no me sorprende? ―soltó Arthur, tratando nerviosamente de levantarse de la cama.
―Pensé que era el correcto, pero no funcionó. Cosas que pasan ―se justificó, esperando evitar la inminente reprimenda.
―¡Eso es lo que dices siempre, Leny! Es una pena que tus amoríos no duren nunca ni tres meses. Estaba seguro de que Travis y tú ya os habíais separado hace un par de meses.
¡Viejo zorro!
―No es fácil.
―Nunca será fácil si sigues amando a mi estúpido nieto ―gritó Arthur de repente atormentado, como siempre que hablaba de Chris.
Un nudo en la garganta le impidió a Leny responder.
―Leny, querida, yo te quiero mucho, de verdad, pero tienes que dejar de aferrarte al pasado. Chris no va a regresar y tú eres demasiado hermosa para desperdiciar tu juventud por alguien que no está aquí ―dijo Arthur con gesto dolido debido a la distancia con su amado nieto.
―Chris volverá ―susurró Leny, tratando de consolar el alma turbada del viejo.
―¡No, no lo hará! Está demasiado ocupado viviendo como una estrella de Hollywood para acordarse de su abuelo. ¡Lo único que sabe hacer es llenar mi cuenta bancaria con cantidades tan altas que no podría gastar en dos vidas! ―gruñó el anciano, que se había negado en todos esos años a gastar ese dinero en algo que no fuesen sus cuidados médicos y en una mujer que cuidaba la casa y de las comidas diarias entresemana.
―Arthur, ¿por qué no lo llamas? ¿Por qué no hablas con él? ―le preguntó una vez más inútilmente, conociendo su naturaleza terca y orgullosa.
―Absolutamente no y tú tampoco, te lo prohíbo.
Leny asintió, dándose por vencida. Era inútil hacer razonar a Arthur.
Todavía recordaba la bronca que tuvieron cuando lo llevaron al hospital por un ictus que, por suerte, solo le afectó ligeramente el funcionamiento de su pierna derecha, o la que tuvieron después de su ingreso el mes pasado.
Leny lo había cuidado y apoyado todo el tiempo. Sabía que Arthur no quería molestar a su nieto. Pero ella no estaba de acuerdo. A menudo había pensado traicionar la confianza de Arthur y llamar a Chris, pero nunca lo hizo. Solo una vez, después del ictus. Aquella vez contestó el agente de Chris, y aunque Leny insistió en hablar directamente con él por un problema familiar, el agente no la dejó.
Finalmente se había dado por vencida para hablar con Chris, y había decidido hacerse cargo de la situación y tratar de convencer a Arthur para usar el dinero de su nieto en renovar la casa y hacerla más accesible, por sus dificultades para caminar, y en contratar a un cuidador o enfermero que pudiera ocuparse de él mientras ella trabajaba.
También habían hablado de contratar a un jardinero alguna vez, pero a Leny le encantaba trabajar en el jardín, así que al final eso se había quedado en nada.
―Como quieras, pero no puedes seguir así con Chris. Él te quiere, lo sabes. Solo intenta hacer realidad su sueño y convertirse en alguien ―lo defendió Leny.
―¿Convertirse en alguien? ¿Te refieres a un actor alcohólico que entra y sale de rehabilitación?
―No podemos entender la presión a la que Emily y Chris están sujetos. No debe ser nada fácil tener éxito en ese campo y a ese nivel. Pero Chris es un chico listo y seguro que la segunda vez ha sido también la última. Hace trece meses que no tiene esos problemas ―le informó, recordando la última entrevista de Chris en la que hablaban de sus problemas con el alcohol.
Declaró que había perdido la cabeza, pero que ahora la había encontrado de nuevo. Leny recordó también cómo se puso la mano en el corazón mientras lo decía, y unos meses después, salieron unas fotos de Chris en el Caribe, saliendo entre las olas del mar con la rosa de los vientos tatuada en su pectoral izquierdo hinchado y duro, como resultado de un entrenamiento muy estricto que había fortalecido su cuerpo hasta dejarlo en perfecta forma.
―Cuando llegas a tener una adicción así, ya no estás haciendo realidad tu sueño, sino que estás cayendo en el abismo, Leny. También se lo he dicho a él ―le recordó Arthur, arrugando la frente al pensar en su última conversación, cuando claramente le había dicho que no llamara más si no quería volver a casa, y que se guardara el dinero para sí mismo.
Rindiéndose a la terquedad de Arthur, Leny terminó de prepararle la cena y ordenar su cocina y su antes de salir a ver a su madre al otro lado de la calle.
―Si necesitas dinero, yo… ―le ofreció Arthur antes de que se fuera.
―No, estoy bien. Tenía algo ahorrado