Dramas de Guillermo Shakespeare: El Mercader de Venecia, Macbeth, Romeo y Julieta, Otelo. William Shakespeare

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Название Dramas de Guillermo Shakespeare: El Mercader de Venecia, Macbeth, Romeo y Julieta, Otelo
Автор произведения William Shakespeare
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 4064066060503



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te ofrecen tres veces el doble de esa cantidad.

      SYLOCK.

      ¡No! ¡no!: lo he jurado, y no quiero ser perjuro, aunque se empeñe toda Venecia.

      PÓRCIA.

      Ha espirado el plazo, y dentro de la ley puede el judío reclamar una libra de carne de su deudor. Ten piedad de él: recibe el triplo, y déjame romper el contrato.

      SYLOCK.

      Cuando en todas sus partes esté cumplido. Pareces juez íntegro: conoces la ley: has expuesto bien el caso: sólo te pido que con arreglo á esa ley, de la cual eres fiel intérprete, sentencies pronto. Te juro que no hay poder humano que me haga dudar ni vacilar un punto. Pido que se cumpla la escritura.

      ANTONIO.

      Pido al tribunal que sentencie.

      PÓRCIA.

      Bueno: preparad el pecho á recibir la herida.

      SYLOCK.

      ¡Oh sabio y excelente juez!

      PÓRCIA.

      La ley no tiene duda ni admite excepcion en cuanto á la pena.

      SYLOCK.

      ¡Cierto, cierto! ¡Oh docto y severísimo juez! ¡Cuánto más viejo eres en jurisprudencia que en años!

      PÓRCIA.

      Apercibid el pecho, Antonio.

      SYLOCK.

      Sí, sí, ese es el contrato. ¿No es verdad, sabio juez? ¿No dice que ha de ser cerca del corazon?

      PÓRCIA.

      Verdad es. ¿Teneis una balanza para pesar la carne?

      SYLOCK.

      Aquí la tengo.

      PÓRCIA.

      Traed un cirujano que restañe las heridas, Sylock, porque corre peligro de desangrarse.

      SYLOCK.

      ¿Dice eso la escritura?

      PÓRCIA.

      No entra en el contrato, pero debeis hacerlo como obra de caridad.

      SYLOCK.

      No lo veo aquí: la escritura no lo dice.

      PÓRCIA.

      ¿Teneis algo que alegar, Antonio?

      ANTONIO.

      Casi nada. Dispuesto estoy á todo y armado de valor. Dame la mano, Basanio. Adios, amigo. No te duelas de que he perecido por salvarte. La fortuna se ha mostrado conmigo más clemente de lo que acostumbra. Suele dejar que el infeliz sobreviva á la pérdida de su fortuna y contemplar con torvos ojos su desdicha y pobreza, pero á mí me ha libertado de esa miseria. Saluda en mi nombre á tu honrada mujer: cuéntale mi muerte: dile cuánto os quise: sé fiel á mi memoria; y cuando ella haya oido toda la historia, podrá juzgar y sentenciar si fuí ó no buen amigo de Basanio. No me quejo del pago de la deuda: pronto la habré satisfecho toda, si la mano del judío no tiembla.

      BASANIO.

      Antonio, quiero más á mi mujer que á mi vida, pero no te amo á tí menos que á mi mujer y á mi alma y á cuanto existe, y juro que lo daria todo por salvarte.

      PÓRCIA.

      No te habia de agradecer tu esposa tal juramento, si estuviera aquí.

      GRACIANO.

      Ciertamente que adoro á mi esposa. ¡Ojalá que estuviese en el cielo para que intercediera con algun santo que calmase la ira de ese perro!

      NERISSA.

      Gracias que no te oye tu mujer, porque con tales deseos no podria haber paz en vuestra casa.

      SYLOCK.

      ¡Qué cónyuges! ¡Y son cristianos! Tengo una hija, y preferiria que se casase con ella un hijo de Barrabas antes que un cristiano. Pero estamos perdiendo el tiempo. No os detengais: prosiga la sentencia.

      PÓRCIA.

      Segun la ley y la decision del tribunal, te pertenece una libra de su carne.

      SYLOCK.

      ¡Oh juez doctísimo! ¿Has oido la sentencia, Antonio? Prepárate.

Ilustración

      Ampliar El juicio.

      PÓRCIA.

      Un momento no más. El contrato te otorga una libra de su carne, pero ni una gota de su sangre. Toma la carne que es lo que te pertenece; pero si derramas una gota de su sangre, tus bienes serán confiscados, conforme á la ley de Venecia.

      GRACIANO.

      ¿Lo has oido, Sylock?

      SYLOCK.

      ¡Oh juez recto y bueno! ¿Eso dice la ley?

      PÓRCIA.

      Tú mismo lo verás. Justicia pides, y la tendrás tan cumplida como deseas.

      GRACIANO.

      ¡Oh juez íntegro y sapientísimo!

      SYLOCK.

      Me conformo con la oferta del triplo: poned en libertad al cristiano.

      BASANIO.

      Aquí está el dinero.

      PÓRCIA.

      ¡Deteneos! Tendrá el hebreo completa justicia. Se cumplirá la escritura.

      GRACIANO.

      ¡Qué juez tan prudente y recto!

      PÓRCIA.

      Prepárate ya á cortar la carne, pero sin derramar la sangre, y ha de ser una libra, ni más ni menos. Si tomas más, aunque sea la vigésima parte de un adarme, ó inclinas, por poco que sea, la balanza, perderás la vida y la hacienda.

      GRACIANO.

      ¡Es un Daniel, es un Daniel! Al fin te hemos cogido.

      PÓRCIA.

      ¿Qué esperas? Cúmplase la escritura.

      SYLOCK.

      Me iré si me dais el dinero.

      BASANIO.

      Aquí está.

      PÓRCIA.

      Cuando estabas en el tribunal, no quisiste aceptarlo. Ahora tiene que cumplirse la escritura.

      GRACIANO.

      ¡Es otro Daniel, otro Daniel! Frase tuya felicísima, Sylock.

      SYLOCK.

      ¿No me dareis ni el capital?

      PÓRCIA.

      Te daremos lo que te otorga el contrato. Cóbralo, si te atreves, judío.

      SYLOCK.

      ¡Pues que se quede con todo, y el diablo le lleve! Adios.

      PÓRCIA.

      Espera, judío. Áun así te alcanzan las leyes. Si algun extraño atenta por medios directos ó indirectos contra la vida de un súbdito veneciano, éste tiene derecho á la mitad de los bienes del reo, y el Estado á la otra media. El Dux decidirá de su vida. Es así que tú directa é indirectamente has atentado contra la existencia de Antonio; luego la ley te coge de medio á medio. Póstrate á las plantas del Dux, y pídele perdon.

      GRACIANO.