¿Qué estabas esperando?. Paul David Tripp

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Название ¿Qué estabas esperando?
Автор произведения Paul David Tripp
Жанр Религиозные тексты
Серия
Издательство Религиозные тексты
Год выпуска 0
isbn 9781629460024



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día sino el mismo momento preciso durante el día.

      Dios controló todo el proceso. El controló todas las influencias culturales que nos formaron. Controló todos los valores familiares que ayudaron a formarnos. Controló todas las situaciones, lugares y experiencias que ayudaron a conformar las formas particulares en que pensamos y en que respondemos a la vida.

      Nosotros traemos al matrimonio todas esas influencias culturales y familiares, de modo que venimos con una lista de suposiciones que no son las suposiciones de nuestro cónyuge. Venimos con expectativas culturales que no son las expectativas de nuestro cónyuge. Venimos con horarios y expectativas sobre gustos, y relaciones que la otra persona no tiene. Uno espera que la cena sea un momento apresurado de ingesta alimenticia, mientras el otro espera que sea un tiempo sereno para comer y conversar. A uno no le importa si la casa se mantiene desordenada, mientras el otro está entrenado a esperar y mantener un ambiente nítido. En una familia, las reglas del esposo y la esposa eran definidas y evidentes; en la otra familia las reglas eran imprecisas. Una familia pensaba sobre el dinero como algo que hay que gastar, la otra pensaba como algo que hay que ahorrar. Podríamos multiplicar un ejemplo tras otro.

      No se requiere mucho tiempo de matrimonio para darse cuenta que tu esposo no comparte tus instintos. Al llegar a ese punto, puedes adorar a Dios como soberano y celebrar la forma diferente en que tu esposo ve el mundo y con lo cual te ha bendecido, o lo deshonras tratando de re-escribir su historia. Por ejemplo, la casa en que vives no debería ser el reflejo de solo uno de ustedes. Debería ser una hermosa mezcla de las sensibilidades soberanamente producidas de ambos. Muchos esposos y esposas llevan con ellos el dolor de la deshonra y la falta de respeto que resulta cuando su cónyuge se ha burlado o denigrado su manera de hacer las cosas o rechaza su familia y su manera de relacionarse o hacer las cosas.

      Pero cuando comienzas a celebrar la soberanía de Dios y cómo Él te formó y te unió a tu esposo para Su gloria y tu bien, dejas de irritarte por sus diferencias y comienzas a celebrar cómo tu vida ha sido enriquecida por ellas. Como resultado, no solo darás lugar a las cosas que caracterizan a tu cónyuge, sino que lo honrarás en lo que hagas y digas cuando seas confrontada con el hecho de que tú haces de manera diferente las mismas cosas.

      3) Un matrimonio de amor, unidad y entendimiento brotará de una adoración diaria a Dios como Salvador.

      No hay área más importante que ésta. No hace falta mucho para darte cuenta que te casaste con una persona pecadora, y lo que hagas cuando descubras esto determinará el carácter y la calidad de tu unión. Solo responderás de manera correcta, compasiva y beneficiosa al pecado, debilidades y conflictos de tu cónyuge si celebras la gracia transformadora de un Redentor siempre presente y siempre fiel.

      Tu no puedes permitir que tus respuestas a tu cónyuge en esos momentos sean causadas por tu dolor o tu sentido de justicia propia. Deben ser causadas por la adoración. ¿Qué significa esto? Bueno, primero, significa que cuando celebras a Dios como Salvador, te confrontas con la realidad de cuán desesperadamente necesitamos de su gracia. Esto hace imposible que mires a tu cónyuge como el único pecador en la habitación o como más pecador que tú. El hecho es que nadie da más gracia que quien está convencido que la necesita también.

      Adorar a Dios como Salvador también significa que encontrarás gozo en ser parte de la obra de gracia que Dios se ha comprometido incesantemente a hacer en la vida de tu cónyuge. Así que cuando tu cónyuge falla, no le vas a lanzar su pecado en la cara. No le vas a hacer sentir culpable de cuán difícil te ha hecho la vida por su pecado. No usarás sus pecados en su contra. No guardarás un registro detallado de sus faltas en tu contra. Más bien buscarás maneras de encarnar la gracia transformadora del Salvador. Estarás listo para motivarle cuando falle y restaurarle cuando caiga sin tratarle como a alguien menos justo que tú.

      UNA RAZÓN PARA CONTINUAR

      ¿Dónde vas a encontrar razones para continuar trabajando en tu matrimonio en los momentos decepcionantes cuando más se necesitan esas razones? Bueno, no las vas a encontrar en tu cónyuge. Ella o él comparte tu condición; tu cónyuge es aún una persona defectuosa necesitada de la gracia transformadora de Dios. Todavía vives en un mundo que está gimiendo y quebrantado. No vas a encontrar esas razones en estrategias y técnicas superficiales; tus conflictos son más profundos que eso. Solo vas a encontrar esas razones mirando hacia arriba.

      Cuando tu corazón descansa en la maravillosa sabiduría de las decisiones hechas por el poderoso Creador te das a ti mismo una razón para continuar. Cuando tu corazón celebra las miríadas de cuidadosas decisiones que fueron hechas para compilar las historias personales de ambos, te das a ti mismo otra razón para continuar. Cuando tu corazón se llena de gratitud por la asombrosa gracia que ambos han recibido y siguen recibiendo, te das a ti mismo otra razón para continuar. No estás sola. Tu Señor, el creador, gobernador y transformador de todo, está aun contigo. Él ha unido tu historia y la de tu cónyuge y las ha colocado directamente en el centro de Su historia redentora. Mientras Él siga siendo el Creador, mientras sea soberano, y mientras sea el Salvador, ustedes tiene razones para levantarse por la mañana y amarse el uno al otro, aun cuando no son todavía aquello para lo cual fueron creados.

      COMPROMISO 1: Nos entregaremos a un estilo de vida de confesión y perdón.

      COMPROMISO 2: Haremos del crecimiento y el cambio nuestra agenda diaria.

      COMPROMISO 3: Trabajaremos unidos para formar un vínculo robusto de confianza.

      COMPROMISO 4: Nos comprometeremos a cultivar una relación de amor.

      COMPROMISO 5: Negociaremos nuestras diferencias con aprecio y gracia.

      COMPROMISO 6: Trabajaremos para proteger nuestro matrimonio.

       ¿EL REINO DE QUIÉN?

      Gabriela había llevado siempre su sueño consigo como una piedra preciosa en una bolsa de terciopelo. A los doce años hojeaba las revistas hogareñas de su madre y se imaginaba su futura casa y familia. Cuando fue a la universidad ya sabía qué clase de casa y familia quería. Ella no estaba simplemente esperando ser feliz; ya sabía qué la haría feliz. No estaba consciente, pero en realidad cuando salía con hombres lo que estaba haciendo era comprar uno. Estaba buscando a ese hombre especial que la ayudaría a realizar su sueño. Así que mientras más conocía a Bernardo, mas se sentía atraída hacia él. Ella en verdad creía que se estaba enamorando, y a él le encantaba el hecho de que ella está loca por él.

      Fue un cortejo rápido. Ni Gabriela ni Bernardo querían algo se interpusiera en su relación. Su boda, mientras estaban entre el tercero y cuarto año de la universidad, fue emocionante y hermosa. En verdad parecían la pareja perfecta. Gabriela era vibrante y amistosa, y Bernardo era administrativo y analítico; parecían complementarse perfectamente el uno al otro. Gabriela no podía creerlo. Recordaba el álbum que había hecho cuando niña. ¡Estaba a punto de vivir lo que había puesto en esas hojas!

      Quedar embarazada de inmediato no era parte del sueño de Gabriela, pero tantas cosas habían tomado su lugar tan perfectamente que ella no dejó que esto le afectara. Le molestaba no poder graduarse con Bernardo, pero sabía que habría tiempo en el futuro para finalizar sus estudios. Bernardo no estaba preparado para la presión de trabajar y estudiar a tiempo completo al mismo tiempo, pero sabía que tenía que hacerlo. Ambos se asustaron al saber que Gabriela iba a tener gemelos. Gabriela estaba abrumada ante la idea de una familia tan súbita, pero no se lo podía decir a Bernardo. Simplemente no había tiempo en su cargada agenda para escuchar sus preocupaciones y sus quejas. Ambos adquirieron rutinas diferentes, mientras Gabriela trataba de convencerse a sí misma de que aún estaba encaminándose a vivir su sueño.

      En el álbum que Gabriela había hecho de niña no había retratos de gemelos con cólicos, una casa pequeña, grandes deudas estudiantiles, ni un trabajo de principiante con bajo salario. Gabriela trataba de no deprimirse, pero lo estaba. Su casa no tenía patio y el interior era tan pequeño que lucía desordenada todo el tiempo. La vida parecía consistir no más que en levantarse por la mañana, trabajar todo el día, ir a la cama, levantarse por la mañana y volver a lo mismo de nuevo. Pero la decepción