¿Qué estabas esperando?. Paul David Tripp

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Название ¿Qué estabas esperando?
Автор произведения Paul David Tripp
Жанр Религиозные тексты
Серия
Издательство Религиозные тексты
Год выпуска 0
isbn 9781629460024



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la justicia de Dios. (Versión NVI)

      Este pasaje es un llamado a una manera particular de pensar y de vivir en nuestra relación con Dios. A lo que nos llama en nuestra relación con Dios es un modelo maravilloso para nuestra relación matrimonial. Esto siempre es verdad. El primer gran mandamiento siempre define el segundo gran mandamiento.

      Pablo entiende que hemos sido reconciliados con Dios por un acto de su gracia. Él sabía que no hay manera en que nosotros podamos ganar el amor de Dios o merecer su favor, pero, habiendo dicho esto, él de inmediato nos recuerda que la reconciliación con Dios es tanto un evento como un proceso. Note las palabras del verso 20: “En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios.” ¿A quién se refiere Pablo cuando dice “les rogamos”? A la iglesia de Corinto. Ahora, quizás tu pienses, “Pablo, si esta gente es creyente, ¿no se han reconciliado ya con Dios?” La respuesta es sí y no. Sí, se han reconciliado con Dios en el sentido de que han sido aceptados por Dios en Cristo. Pero hay otra reconciliación que está tomando lugar. En el grado en el que continuamos viviendo para nosotros mismos (v.15) en ese grado aún necesitamos reconciliarnos con Dios. Puesto que en alguna manera seguimos viviendo diariamente para nosotros mismos, necesitamos reconciliarnos con Dios en confesión y arrepentimiento. ¡Qué modelo tan perfecto es éste para nuestros matrimonios!

      Sí, ustedes ya han hecho la decisión única de vivir en amor el uno al otro, pero no siempre viven como si lo hicieran. En el grado en que ustedes diariamente, en alguna manera, continúen viviendo para sí mismos, en ese grado necesitan reconciliarse diariamente con Dios y el uno con el otro. Ustedes no pueden andar cuesta abajo, esperando evitar de alguna manera lo malo. No, tienen que vivir intencionalmente reconciliándose. Tienen que vivir con corazones humildes y ojos bien abiertos. Estarán preparados para escuchar y dispuestos a oír. Ustedes examinan y consideran bien lo mejor y a ustedes mismos. Tienen que adquirir el hábito de la reconciliación que se convierte en un estilo de vida en su matrimonio, y hacen de esos hábitos una parte regular de su rutina diaria.

      Tristemente, pienso que hay pocas parejas que en realidad vivan de esta manera. ¿Cuántas parejas conoces tú que dicen que su relación es la mejor que ha habido y que cada vez es mejor? ¿Cuántas parejas dicen estar experimentando ahora un nivel más profundo de unidad, entendimiento y amor del que jamás han experimentado? ¿Cuántos casados dicen que su cónyuge es su amigo más profundo, íntimo y precioso? Estas cosas no son como una nube romántica en la que andas rondando. Ellas son las ricas bendiciones de una relación que se vive de la manera en que Dios, quien creó el matrimonio, quiere que vivamos. Ellas no son lujos de relación para los que tienen inclinaciones románticas. No, son los elementos esenciales de un matrimonio verdaderamente saludable y feliz, un matrimonio que no solo te hace sonreír a ti sino hace sonreír también a Dios.

      LA RECONCILIACIÓN MATRIMONIAL COMO UNA MANERA

       DE PENSAR

      Recuerdo que cuando era un joven pastor (¡hace pocos años!), mi hermano Tedd dijo que el 95 por ciento de lo que las parejas necesitan saber, entender y hacer esta claramente escrito en las Biblias que ellos decían que tanto apreciaban. Cuando él lo dijo, pensé que era la exageración de un pastor frustrado, quien de paso, era mi hermano, pero yo he llegado a ver la exactitud y profundidad en lo que él dijo. No hay una colección de principios de sabiduría más asombrosamente instructiva que la que se encuentra en las páginas de la Escritura. Por supuesto, esto tiene que ser verdad pues este libro fue escrito por hombres que fueron guiados a escribir por Aquel que creó todo acerca de lo que escribieron. Solo el creador podría tener un conocimiento tan poderosamente profundo y tan prácticamente transformador cuya perspectiva abarque de principio a fin como el que se halla en la Biblia. Solo Él es capaz de tener una perspectiva no limitada por el tiempo, el espacio y las arbitrariedades del pecado. Solo Él es capaz de hablar desde la ventajosa posición del propósito original de la creación. ¿Quién podría saber más sobre el mundo que Él creó y el pueblo que Él diseñó?

      La palabra de Dios realmente nos abre los misterios del universo. Realmente nos hace más sabios de lo que nosotros jamás podríamos ser sin ella. Pero, habiendo dicho esto, es importante reflexionar sobre cuán triste es que no aprovechemos más la sabiduría que Dios nos ha dado. Es triste que no pensemos acerca de sus pensamientos en su presencia. Es triste que no requiramos de nosotros mismos mirar la vida siempre a través de los lentes de su sabiduría. Es triste que nos despojemos a nosotros mismo pensando que somos más sabios de lo que somos. Es triste que no nos irritemos más por nuestra necedad y nos sintamos más motivados a buscar su sabiduría.

      ¿Por qué les he recordado todo esto? Porque un estilo de vida de reconciliación matrimonial, que es el foco de este libro, está enraizado en tres perspectivas esenciales de la sabiduría, que juntas tienen que convertirse en la mentalidad de un matrimonio sano. Déjame bosquejártelas.

      1) Tienes que vivir tu matrimonio con una mentalidad de cosecha.

      Pablo captura esta mentalidad con estas muy familiares palabras: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Si vas a vivir alguna vez con la conciencia diaria de las necesidades de los momentos pequeños que te impulsan a vivir con hábitos de reconciliación, tienes que tener esta mentalidad contigo. Tienes que incorporar el principio de las consecuencias. Helo aquí: hay una relación orgánica entre las semillas que plantas y el fruto que cosechas. En el mundo físico nunca vas a plantar semillas de durazno y conseguir manzanas. ¡Si plantas semillas de durazno y cosechas manzanas, corre rápido y lejos porque algo ha sucedido en el universo! De la misma manera, habrá una consistencia orgánica entre las semillas de palabras y acciones que plantes en tu matrimonio y la calidad de relación que coseches y experimentes mientras vivan juntos. La mayoría de las semillas que plantes serán pequeñas, pero las miles de semillas que crecerán en los árboles resultarán en un bosque que cambiará el medio ambiente.

      2) Tienes que vivir tu matrimonio con una mentalidad de inversión.

      Todos somos buscadores de tesoros. Vivimos para ganar, mantener, guardar y disfrutar las cosas que tienen valor para nosotros. Nuestra conducta en cualquier situación de la vida es nuestro intento por conseguir lo que valoramos. Hay cosas en tu vida a las que les ha asignado importancia, y una vez que las tienes, ya no quieres vivir sin ellas. (Estos principios son discutidos en Mateo 6.19-33). Todos lo hacemos. Vivimos para poseer y para experimentar las cosas sobre las cuales hemos puesto nuestro corazón. Siempre vivimos por alguna clase de tesoro.

      Todo tesoro en el que pongas tu corazón y activamente busques te dará alguna clase de retribución. Una discusión con tu esposa es una inversión en el tesoro de estar correcto y de allí obtendrás alguna clase de retribución en tu relación. ¡Si arrinconas a tu esposa con argumentos agresivos es improbable que el resultado de tu inversión sea su aprecio por ti y el deseo de tener una de esas conversaciones de nuevo! Si inviertes en el tesoro del servicio voluntario, experimentarás a cambio el aprecio, el respeto y una mayor intimidad en la amistad conyugal. Si para ti es más valioso tener tu casa inmaculadamente limpia de lo que es que tu cónyuge se sienta confortable, entonces vivirás con el resultado de eso en la calidad de tu relación.

      La inversión no tiene escape; tú lo haces cada día, y muy raramente podrás escapar de los dividendos de las inversiones que haces. Pregúntate a ti mismo, “¿Cuáles son las cosas que valen más para mí ahora, las cosas que me esfuerzo por experimentar cada día y no estoy dispuesto a vivir sin ellas? ¿Y cómo el producto de estas cosas está afectando mi matrimonio?

      3) Tienes que vivir tu matrimonio con una mentalidad de gracia.

      Cuando me casé yo no entendía la gracia. Tenía una visión basada en los principios de la Escritura que me hacía traer una administración legal a mi matrimonio. El foco central de la Biblia no es un conjunto de principios de la vida práctica. No; su tema central es una persona, Cristo. Si todo lo que tú y yo hubiésemos necesitado fuese el conocimiento y entendimiento de una cierta serie de principios divinamente revelados, Jesús no habría necesitado venir. Pienso que hay muchos cristianos viviendo en matrimonios vacíos de Cristo. Sin saber lo que han hecho, han construido un matrimonio basado en la ley y no basado en la gracia, y por esta razón, le