Morrigan. Laura Merlin

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Название Morrigan
Автор произведения Laura Merlin
Жанр Детская проза
Серия
Издательство Детская проза
Год выпуска 0
isbn 9788873047148



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había dicho era verdad?

      Â¿Aquello era el más allá?

      Si estaba muerta, ¿por qué el pellizco me había hecho daño?

      Miré a mi alrededor, despistada. La habitación estaba toda recubierta en madera. Una banderola estaba tapada por cortinas azules, haciendo juego con las sábanas y las alfombras.

      Enarqué una ceja y pensé que en cuanto a decoración les faltaba, definitivamente, mucha fantasía.

      Junto a la cama, a mi izquierda, había un enorme espejo, y en aquel preciso momento pude ver mi reflejo. El rostro pálido, los cabellos más largos y más negros. Usaba aún la remera blanca con la mariposa rosada y los pantalones cortos y negros.

      Y mis All Star.

      â€œLo siento, sé que es difícil de aceptar, pero estás muerta de verdad”, y con un gesto automático de circunstancia, me posó una mano en el brazo como si quisiera consolarme. Sentí un escalofrío a lo largo de la espalda, una mezcla de miedo, horror y atracción.

      Era como si pudiera tener algunas informaciones, en forma de sensaciones, sobre mi vida. Hubiera podido jurar que sintió también él esa especie de sacudón porque me miró bombardeándome por una fracción de segundo los ojos negros, casi irritados, y retiró, rápidamente, la mano.

      â€œOk, escucha”, dijo él retomando su discurso anterior, “te encuentras en un lugar llamado Naostur. Deberás comportarte en cierta forma de ahora en más. Este no es el mundo en el que estás habituada a vivir, aunque se asemeje bastante”.

      â€œÂ¿Estoy en el paraíso?”

      Gabriel comenzó a reír “Sofía ¿qué dices? Estás solamente en otra dimensión. Naostur es una especie de mundo paralelo. La única diferencia es que aquí el sol ilumina solo una parte de las tierras, el Reino de Elos. En la otra parte, el Reino de Tenot, es siempre de noche.”

      Bien, tendría que aprender a convivir con un sol que nunca se pondría. La idea no me gustaba demasiado.

      Mis pensamientos cambiaron de improviso, una campana de alarma se encendió en mi estómago.

      â€œEspera, ¿cómo sabes mi nombre? Nunca te dije cómo me llamaba”

      â€œTodos saben quién eres, Sofía. ¿O prefieres que te llama Neman?”

      Â¿Neman? ¿Me estaba tomando el pelo?

      No era para nada divertido

      Había apenas regresado de un viaje por los infiernos y no tenía ninguna ganas de bromear.

      â€œSolo Sofría, gracias”, dije en el tono más ácido que pude.

      â€œEstá bien, Sofía”, dijo Gabriel, devolviéndome una sonrisa muy misteriosa, “ahora escúchame, estas son las reglas. Podrás salir de aquí solo acompañada por mí o por tus hermanas: podrías perderte fácilmente y no deberías andar por la zona de las sombras bajo ningún motivo. Ni sola, ni acompañada, irás cuando estés pronta. ¿Has entendido?”, concluyó apuntándome con un dedo.

      Retuve una carcajada, después de haber escuchado todas aquellas recomendaciones absurdas. Pero entendí que no bromeaba. Que todo era muy serio.

      â€œEstá todo muy claro. Solo que te equivocas: yo no tengo hermanas.”

      â€œEn el mundo real, eres hija única, aquí tienes dos. Sara, la custodia de los poderes de Badb, y Sonia, la custodia de los poderes de Macha.”

      Me rasqué la cabeza confusa. “Ok, ¿hay algo más que deba saber?”

      Sin dudas era una situación surrealista. Demasiadas cosas nuevas, demasiadas reglas, demasiada confusión, demasiados cambios.

      Las cartas tenían razón.

      â€œSí, hay algo más” dijo en tono serio. Y, al ver que mis pensamientos estaban en otra parte, me tomó con delicadeza el mentón y me hizo mirar hacia él.

      Mi corazón comenzó a latir alocadamente, me tomó por sorpresa aquel gesto.

      Sobre su rostro pasaron una serie de emociones: estupor, tormento y rabia. Quitó la mano y apuntó su mirado fijamente delante de sí, en dirección al espejo.

      â€œHay una cosa que no debes hacer, una regla que no podrás infringir”. Su tono me asustó. “No debes buscarme y no debes confiarte en mí, no soy tu baby-sitter. No te seguiré paso a paso en tu transición. Soy el Ángel de la Muerte, tengo un buen número de almas de las cuales nutrirme, y tengo que llevar a término una misión, por lo tanto no quiero problemas. Además…” Se detuvo, una sombra bajó a sus ojos y calló.

      â€œAdemás estando a mi lado solo te buscarás problemas. Hago daño a las personas que están a mi lado.”

      Cerró los puños y se levantó de golpe para ir a abrir la puerta.

      No pude decir nada. Aquellas últimas palabras retumbaron en mi cabeza, no lograba darles el significado adecuado.

      La voz de Gabriel me hizo regresar los pies a la tierra. Estaba llamando a alguien que estaba fuera de la habitación. “Sara, Sonia, pueden entrar ahora, está despierta”.

      La primera muchacha en entrar tenía el cabello rojo, como el fuego, largo hasta la cintura. Sus negros ojos parecían los de un cuervo.

      Miré a la otra muchacha. Sus cabellos también eran largos hasta la cintura, pero de un rubio claro, tan claros que parecían blancos. Más que nada llamaban la atención sus ojos: dos ojos de hielo, límpidos y sinceros. Parecían tristes y además ella me recordaba a alguien. Y, como con la otra, no podía recordar a quién.

      La muchacha de cabello blanco pasó a aquella de cabello rojo, que quedó detenida en la mitad de la habitación y me observaba con los bruzaos cruzados. Se sentó en la cama y me abrazó como una niña cuando ve a su madre. “¡Neman, estás aquí!” gritó.

      â€œTal vez te hayas equivocado, me llamo Sofía”, dije, tratando de soltarme del abrazo con gentileza.

      â€œCierto, Neman, sé que los humanos te llaman Sofía. Mi nombre humano es Sara, pero cuando se dirigen a mí como Diosa me llaman Badb. Soy la guardiana del pozo sacro, custodia del conocimiento infinito”. De golpe, sus ojos se entristecieron. “Debes saber que lo siento mucho, debí mostrarme ante ti como Diosa, debías morir para poder alcanzarnos, pero ahora estás aquí sana y salva. No me odias, ¿verdad?” Me lo estaba preguntando con el labio inferior hacia adelante, y esos ojazos tan claros que parecían blancos.

      Me daba ternura. Luego comprendía que ella era la viejita que había visto en el parque.

      Sus ojos de hielo me miraron en lágrimas.

      Por un segundo sentí mucha rabia, pero decidí respirar profundo para así calmarme.

      Luego, con una sonrisa falsa, dije: “No, Sara, no estoy enojada contigo. Quédate tranquila.”

      Coloque mi mano en sus cabellos para calmarla. Estaba, de verdad, desesperada.

      La miré mejor y me pregunté cuántos años tendría. Parecía no tener más de quince, por su dulce rostro de niña.

      Me llamó la atención la otra muchacha, que se aclaró la voz y dijo: “Mi nombre humano es Sonia, pero en realidad soy la reencarnación de Macha, reina de las pesadillas. Yo soy quien te advirtió. Arriesgué demasiado