Morrigan. Laura Merlin

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Название Morrigan
Автор произведения Laura Merlin
Жанр Детская проза
Серия
Издательство Детская проза
Год выпуска 0
isbn 9788873047148



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tesoro, cálmate” dijo Ares. “No pasará nada malo, todo depende de ti. Verás, hace años que Morrigan no se deja ver. La última vez fue cuando murió.”

      â€œÂ¿Cómo sucedió?”

      Traté desesperadamente de calmarme.

      â€œMurió durante una batalla. Se había enamorada del oicial del ejército del Reino de Elos, un inmortal. Morrigan es famosa por ser la Reina de la Guerra. Su ayuda hubiera sido preciosa para vencer contra el Reino de Tenot, y vencer a su Rey, Mefisto. ¡Ese bastardo! Pero Lugh no le permitió entrometerse, la amaba demasiado. Morrigan no soportaba la idea de perderlo en la batalla y lo siguió, asumiendo la forma de cuervo. Cuando vio que Mefisto estaba a punto de matarlo, se transformó en la vieja de los largos cabellos canos, portadora de muerte. Desgraciadamente murió la persona equivocada. La vieja no le apareció al Rey, le apareció a Lugh.”

      â€œY ella desapareció con el corazón destrozado.” Concluyó Sonia. “Se dice que declaró que se habría vengado con Mefisto, apenas tuviera la oportunidad.”

      â€œÂ¿Y entonces qué pasará si soy de verdad la reencarnación de la Diosa? ¿Deberé de combatir con este despiadado Rey?”

      Estaba en verdad muy preocupada. No quería combatir, era como firmar mi condena a muerte.

      Â¿Qué habría podido hacer contra un inmortal? ¡Nada!

      â€œNo, tú puedes elegir de qué parte estar. Puedes estar de parte de los buenos, y entonces te vengarás de Mefisto y su ejército”, comenzó a explicar Ares.

      â€œY nos salvarías a nosotros y a nuestro ejército” agregó Sara, mirándome como implorando compasión.

      â€œO puedes mascararte de parte de los malos, y entonces junto a ellos, traerás muerte y destrucción. Se dice que Mefisto está tramando algo desde hace años, pero nunca nadie pudo encontrar nada que pudiere descubrir qué es.”

      Ares apretó los puños y miró al vacío.

      Â¡Eran dos elecciones absurdas!

      Me parecía lógico ubicarme del lado del bien. Primero porque cualquiera lo haría para salvar su pellejo, y segundo, porque conocía muchas personas que me ayudarían a hacerlo.

      â€œElijo estar del lado del bien, obviamente.”

      â€œNo es tan sencillo. Deberás siempre guardar tus espaldas, serás puesta a prueba. Y por lo que sé hay personas que pueden estar cerca de ti y no revelarse por lo que realmente son. Podría trabajar para el Reino de Tenot, y por la espalda obligarte a estar con ellos.”

      Â¿Quièn podría hacer algo así?

      No creía que Sara ni Sonia pudieran traicionarme bajo mis narices, y tal vez tampoco Gabriel.

      Â¡No! Él sí, pensándolo bien, sí habría sido capaz.

      Me había avisado que tenía una misión que terminar y además estaba aquella historia de yo-hago-mal-a-quienes-están-a-mi-lado.

      Sí, él sería un óptimo candidato.

      â€œÂ¡Gabriel!” me sorprendí diciendo.

      â€œÂ¿Gabriel? Piensas que él pueda estar en tu contra, ¿por qué?” Ares se llevó una mano, en gesto de pensar, al mentón.

      â€œNo, en realidad…era solo un pensamiento.”

      Traté de justificarme, moviendo las manos para borrar lo que había dicho.

      Sara con sus aires de niña inocente, se giró hacia mí. “Gabriel no le haría daño nunca a ninguna de nosotras, no es malo, te equivocas.”

      â€œEs el ángel de la muerte, no está de ningún lado. En realidad está donde le conviene.” Un rayo de odio pasó por los ojos de Ares.

      Un temblor me puso la piel de gallina y una cantidad de imágenes comenzaron a amontonarse en mi mente.

      Lloraba, estaba sola en un bosque y tenía miedo.

      Era un recuerdo desenfocado.

      O tal vez un soño sin terminar que había permanecido en mi memoria.

      Cerré los ojos para poder concentrarme mejor y una voz resonó dentro de mí fuerte y clara.

      Retan ni stequo pocor.

      Algo en el recuerdo llamó mi atención.

      Una figura caminaba hacia mí. Dos ojos amarillentos esplendían en la noche, como los de un gato.

      Las imágenes se bloquearon ahí.

      Abrí los ojos, y nadie pareció darse cuenta de lo que acababa de sucederme.

      Ares buscaba algo en los cajones del escritorio. Sacó un paquetito de color rojo tan fuerte, que parecía negro a la luz de las velas.

      Lo abrió y sacó de él un collar.

      Era estupendo.

      Lo levantó de modo que todas pudiéramos verlo.

      La luz de las velas se reflejaba en el cristal rojo del centro, con forma de corazón, emanando rayos rojizos por toda la sala. A ambos lados del corazón había dos dragones, uno blanco y uno negro, con las colas entrelazadas en la parte inferior, y sus alas desplegadas.

      â€œÃšsalo siempre Sofía. El corazón del Dragón te protegerá y te ayudará a domar tus poderes” Ares se levantó y avanzó hacia mí.

      Recogí mis cabellos, para permitir que Ares me colocara el collar.

      Era fría al tacto, y podía percibir el poder que portaba aquel corazón rojo.

      â€œCreo que ya es hora de acompañarlas a sus habitaciones, estarán cansadas” Dijo Ares acariciándome el cabello.

      No me había dado cuenta lo tarde que era. El sol, si bien menos fuerte, continuaba brillando en aquel cielo azul. Deseaba que los dormitorios tuvieran cortinas pesadas, de manera que no dejaran entrar la luz.

      Siempre había dormido en la oscuridad absoluta.

      No quería que ninguna luz molestara mi sueño, y saber que allí el sol nunca daba paso a la luna me preocupaba un poco.

      Mis hermanas salieron, y yo luego de ellas, como siempre lo hacíamos.

      Ares me aferró del brazo, en cuanto mis hermanas ya estaban un poco distantes, y me retuvo en la salita.

      Los cabellos me habían caído en el rostro, y el inmortal me los retiró, con total ternura, acariciándome el rostro.

      â€œTe has transformado en una mujer espléndida, Sofía.”

      Qué quería decir, yo no lo sabía, y tampoco me importaba.

      Estaba completamente hipnotizada por aquellos ojos verdes, que al mirarlos tan de cerca, noté que estaban circundados de pequeños puntitos dorados, alrededor de las pupilas.

      Me habría podido manejar como una marioneta y de hecho, no me di cuenta que había acercado mucho su cuerpo al mío.

      â€œTú eres mía, y de nadie más.”

      Luego pronunció palabras incomprensibles para mí, y sus pupilas se dilataron. Vi ese rayo rojo salir de sus ojos, y por mi espalda corrió un escalofrío.

      Estaba en peligro lo sentía en cada rincón de mi cuerpo, pero no podía moverme ni gritar.

      Había