Catequesis I-X. Santo - Simeón - el Nuevo Teólogo

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Название Catequesis I-X
Автор произведения Santo - Simeón - el Nuevo Teólogo
Жанр Документальная литература
Серия Clásicos de Oriente Cristiano
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9788428561655



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la dimisión de su cargo y en el 1009 es condenado al exilio por negarse a restringir el culto a su padre espiritual a una mera cuestión interna del monasterio.

      2.5. Desde su exilio hasta su muerte

      De esta forma, el 3 de enero del año 1009 es conducido fuera de la ciudad de Constantinopla a Palútico, población que está cruzando el Propontios de Crisópolis. Allí se establece en un oratorio que se encontraba abandonado llamado Santa Marina. Según Nicetas lo primero que hace al llegar es rezar la hora nona18. Allí, durante el primer año de su exilio, también según Nicetas19, Simeón escribe dos cartas al sincelo agradeciéndole la persecución a la que le ha sometido por los beneficios que Dios le ha concedido gracias a ella. Estas cartas exasperaron aún más a Esteban, que mandó registrar la celda que tenía en San Mamas confiscando sus pertenencias, en busca, posiblemente, de algún manuscrito suyo.

      Su nuevo lugar de asentamiento, el oratorio de Santa Marina, pertenecía a Cristóforo, un dirigido espiritual de Simeón, laico y alto cargo en la corte del emperador. A través de este personaje, Simeón escribe un libelo dirigido al patriarca defendiéndose de las acusaciones, que le fue entregado por medio del senador Genesio, y el patriarca, al ver que el asunto del Nuevo Teólogo adquiría dimensiones importantes y podía llegar a oídos del Emperador, decide leer el documento en un sínodo, que acuerda permitirle volver del exilio e incluso se le promete un episcopado a modo de indemnización por los daños causados.

      De este modo, el Nuevo Teólogo vuelve del exilio en el año 1010/11 para ver al jefe de la Iglesia constantinopolitana, quien le pide encarecidamente que se avenga a limitar el culto de su padre espiritual al ámbito interno de su monasterio y, a cambio, le promete lo que el sínodo quería concederle: su reposición en el Monasterio de San Mamas y un futuro episcopado. A esto Simeón se opone, rechazando restringir el culto de su padre espiritual. De esta manera se coloca aún más firmemente en la senda de san Teodoro el Estudita en lo que se refiere a la veneración del guía espiritual. El patriarca, en vista de su obstinación, le permite que haga lo que desea. Así, nuestro personaje se exilia voluntariamente en Santa Marina, donde vuelve a levantar otra comunidad de monjes.

      Es en esta época cuando escribe la mayoría de sus himnos. También nos relata Nicetas la oposición de los vecinos del oratorio al establecimiento de un monasterio en él, oposición bien manejada por Simeón. Poco antes de concluir su vida nuestro personaje visitó la tierra de sus padres y de vuelta a Santa Marina, el día 12 de marzo del año 1022, a los setenta y tres años de edad, después de una enfermedad propia de una vida consumida por el ascetismo, murió rodeado de sus monjes. Según Nicetas, su biógrafo o, si se prefiere, su hagiógrafo, Simeón había predicho que moriría ese día y de esta manera y que, treinta años más tarde, sus reliquias serían trasladadas, como de hecho ocurrió el año 1052. Su fiel discípulo le atribuye milagros antes y después de su muerte.

       3. Obras de Simeón el Nuevo Teólogo

      No hay unanimidad en cuanto al número de obras que escribió Simeón. Tenemos sobre ello diversas versiones. La primera nos la ofrece Nicetas, quien nos informa que lo primero que redactó el Nuevo Teólogo fueron unas cartas dirigidas a sus discípulos y compuestas cuando era novicio en el Monasterio de Estudios. Más adelante, mientras fue higúmeno de San Mamas, escribió las Catequesis. En muchas de ellas encontramos alusiones a la vida del monasterio y a datos biográficos del autor. También escribió parte de los Amores de los himnos divinos. Al final de su vida en San Mamas compuso los Capítulos teológicos, gnósticos y prácticos y los Tratados que tocan a las cosas divinas. Más tarde, durante su disputa con Esteban, escribió sus obras polémicas y apologéticas, como son sus Tratados teológicos y éticos, y al final de su vida, en el exilio, redactó el resto de sus Himnos y los Discursos apologéticos y antieréticos.

      Esta primera versión es corregida y ampliada por Karl Holl quien, a finales del siglo XIX, nos ofrece este catálogo de obras: Discursos exegéticos e interpretación de la Escritura, Discursos catequéticos, Discursos éticos y catequéticos, Capítulos ascéticos sobre las virtudes y los vicios opuestos, Apotegmas, Vida de Simeón Eulabes, Discursos e himnos sobre Simeón Eulabes, Discursos apologéticos y antieréticos, Cartas, Himnos20.

      Pero es Basile Krivochéine, el editor de algunas de las obras de Simeón en Sources Chrétiennes, quien nos ofrece otra distribución, que podemos considerar definitiva21. Según él, las obras se pueden dividir en tres grandes grupos: a) sermones y cartas: en él se incluyen treinta y cuatro Sermones catequéticos, la Acción de gracias primera, que generalmente se designa como la Catequesis 35, tres Tratados teológicos, quince Tratados éticos, cinco Cartas, la Acción de gracias segunda, llamada también Catequesis 36, treinta y tres Discursos de los escritos y veinticuatro Discursos en capítulos; b) los capítulos; y c) los himnos divinos.

      3.1. Discursos catequéticos o Catequesis

      Estos discursos pertenecen a su época como higúmeno de san Mamas, es decir, del año 980 al 1005. Están destinados en su mayoría a ser pronunciados ante los monjes, con la excepción de unos pocos, como, por ejemplo, los Discursos catequéticos 17 y 20, que parecen haber sido escritos para ser leídos en privado, pues en ambos hallamos la siguiente afirmación: «Así pues, hermanos míos, quise escribiros estas cosas...» (Cat. 17,87 y Cat. 20,12-15). Además en los dos se nota la falta del estilo vivo del resto de sus Discursos. La causa de todo esto podemos encontrarla en el hecho de que están dirigidos, el decimoséptimo a sus discípulos, muchos de los cuales vivían fuera del monasterio, y el vigésimo, a uno de sus dirigidos.

      A partir de ahora los denominaremos con el término abreviado de Catequesis. Como se ha indicado en la introducción, esta obra pertenece a un género que utilizaba san Teodoro el Estudita para dirigirse a sus monjes y exponerles los puntos principales de la práctica monástica. En su lectura podemos descubrir las principales líneas de la regla de vida que el Nuevo Teólogo quería para sus monjes. Al leerlas puede sorprendernos la exigencia que nuestro personaje reclama a sus subordinados cuando les expone las líneas maestras de su espiritualidad, que pasa por una rigurosa ascesis para alcanzar la imperturbabilidad y el exacto cumplimiento de los mandamientos de Dios.

      Además, el estilo de esta obra es muy coloquial y está llena de similitudes con la vida cotidiana. Están escritas para ser pronunciadas. Por eso, a través de ellas podemos adentrarnos en lo que era la vida de un monasterio bizantino en la época de Simeón. La longitud de cada catequesis varía mucho: alguna sobrepasa el millar de líneas y otras no llegan al centenar. La lectura de las mismas es agradable aunque en algunas ocasiones sus ideas choquen con nuestra mentalidad occidental. No obstante, he querido comenzar la traducción de sus obras precisamente por este libro por ser el más antiguo, el más personal y el que mejor nos ayuda a conocer a nuestro personaje.

      No quiero terminar este pequeño estudio sobre esta obra sin señalar el problema planteado por el gran parecido que existe entre las Catequesis y los Discursos de los escritos, por una parte, y los Discursos en capítulos, por otra. B. Krivochéine22, después de estudiar las similitudes y diferencias entre ambos grupos de escritos, llegó a las siguientes conclusiones: que los Discursos de los escritos son el resultado de una revisión y adaptación para el gran público de las Catequesis, y que lo que movía al autor de esta recopilación era un deseo de beneficio espiritual y mayor inteligibilidad, por lo que corrigió algunas expresiones del texto de las Catequesis, purificando el estilo y procurando no aludir a las notas autobiográficas de estos escritos, lo mismo que a las confesiones místicas y revelaciones, que se presentan muy resumidas en los Discursos de los escritos. También observamos en esta última obra un deseo de sistematización que se explicita en el aumento de citas bíblicas, la reorganización que han sufrido algunas de ellas y las omisiones de aquellos pasajes que teológicamente no están claros.

      Por último, por lo que se refiere al parecido de Discursos en capítulos con las Catequesis, puede pensarse que aquellas son como una segunda redacción de estas y de otros