Название | El nuevo gobierno de los individuos |
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Автор произведения | Danilo Martuccelli |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789560014849 |
Contra todos aquellos que, mayoritariamente desde un pensamiento crítico que se nutre de los trabajos pioneros de la Escuela de Frankfurt, leen el consumo como una confiscación de la libertad de los individuos, el análisis de las prácticas arroja resultados menos unívocos. No solo el consumo tiene múltiples significaciones sociales a nivel de las relaciones interpersonales, sino que muchos individuos son en parte conscientes de la complejidad creciente de las técnicas de control a las cuales son sometidos cuando consumen. No todos se vuelven críticos y partidarios del consumo responsable, pero muchos desarrollan una actitud de sigilo frente a él. Cierto, en sus conductas se pliegan a muchos controles fácticos, pero lo hacen a través de una conciencia ambivalente. Algunos, como en la célebre imagen de la Odisea reelaborada por Theodor Adorno y Max Horkheimer (1974), se tapan con cera los oídos para no escuchar el canto de las sirenas; otros, como en la relectura que Jon Elster (1979) dio de la estrategia de Ulises, se atan al mástil para poder resistir, pero sin privarse del canto de las sirenas. Pero en la mayoría de los casos, ello no impide la eficacia de los controles. Es esto lo que tendremos que comprender.
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En este capítulo hemos presentado una estrategia para repensar, tomando en cuenta las características ontológicas de la vida social y su irreductible elasticidad, la cuestión del gobierno de los individuos. Pero una vez estipulados estos principios es indispensable dar cuenta, desde una perspectiva histórica, de lo que hemos por el momento solo rápidamente esbozado como el gran cambio tendencial contemporáneo en lo que al gobierno de los individuos se refiere: la primacía de los controles sobre las creencias y las jerarquías. Es lo que abordaremos en el próximo capítulo.
2 Esta tensión ha sido, en todo caso, el origen de la gran paradoja de la sociología. En el momento mismo en que establece sólidamente, desde un punto de vista intelectual, la separación entre el pasado y el presente, la tradición y la modernidad, los sociólogos han creído posible establecer también una comprehensión totalizante sobre nuevas bases. En el mismo momento en que se lograba pensar históricamente la experiencia fundadora de la modernidad, sorprendentemente se la abandonó con el subterfugio de una representación del orden social que encuentra en la idea de sociedad su formulación más acabada y durable (Martuccelli, 2014a y 2014b).
3 La cuestión de la elasticidad de la vida social ha sido ampliamente descuidada por la mayor parte de las teorías sociales –comenzando por el pragmatismo. Si éste tiene razón cuando subraya que la acción no debe estudiarse sino a través de sus consecuencias, da empero a entender que la corrección de las conductas por el entorno (el retorno de realidad) es más o menos inmediato y, por lo tanto, poco problemático (Martuccelli, 2014a). La metáfora de la elasticidad obliga a una toda otra mirada.
4 Notemos sin embargo que, a estas dos grandes modalidades, La Boétie añade una tercera: la sumisión voluntaria.
5 Digámoslo de paso. Lo más asombroso, y tantas veces señalado, es que en la concepción weberiana no hay prácticamente espacio para la autoridad propiamente democrática, o sea horizontal y crítica entre ciudadanos iguales y libres (sino bajo la forma, particular, de la racionalidad jurídica y técnica).
6 En sus versiones más consecuentes, este enfoque rechaza, por razones metodológicas, todo intento por analizar la totalidad e incluso explicar su regulación estructural de ciertas prácticas (Friedberg, 1993). Sin embargo, es más fructífero evitar disociar radicalmente, como Chazel (1983) lo ha subrayado, el poder y la dominación; la noción de poder se limitaría al solo nivel de la acción, mientras que la noción de dominación sería un fenómeno estructural. Preservando sus diferencias analíticas, más vale estudiar, por un lado, las vinculaciones entre la concepción relacional del poder y el papel condicionante de las estructuras sociales, especialmente a causa de la distribución desigual de los recursos, y, por otra parte, reconocer el rol generador o transformador del poder frente a las estructuras de dominación.
7 Delimitar esta dinámica exige evitar una doble dificultad. Por una parte, es indispensable liberar el análisis sociológico de toda veleidad funcionalista y de la ilusión de un mundo social en el cual cada elemento tendría una razón de ser, necesaria y suficiente. Por otra parte, es también importante liberarse de la idea de una vida social que sería constantemente preocupada por el sentido de su continuidad, exigiendo entonces un trabajo permanente de parte de los actores a fin de regular y coordinar sus conductas. Esas dos representaciones plenas de sentido común, el orden estructural y el orden interaccionista, no permiten, precisamente, aprehender las características específicas de la vida social, su maleabilidad resistente, y las maneras cómo, desde ella, opera el gobierno de los individuos. Para un desarrollo pormenorizado de estos puntos, cf. Martuccelli (2001, 2005 y 2014a).
8 Los primeros ensayos a nivel de esta inflexión pueden rastrearse en la llamada teoría de las relaciones humanas, de Elton Mayo, desde fines de los años 1920.
9 Con el tiempo, la posición de Bauman en lo que respecta al consumo ha variado sustancialmente: el autor ha descuidado cada vez más el aspecto dialéctico del consumo en beneficio de una concepción más unilateral del consumo como dominación total. Cf. por ejemplo, Bauman (2007).
Capítulo 2 Grandes transformaciones
UNA VEZ ESTABLECIDAS en el capítulo anterior las bases fundamentales desde las cuales se propone repensar en este trabajo el gobierno de los individuos, en el presente capítulo abordaremos, desde una perspectiva histórica, tanto los cambios que se imponen a nivel del peso relativo entre los grandes paradigmas de análisis como, sobre todo, las grandes transformaciones estructurales en curso.
Como lo hemos visto, tres grandes nociones se destacan, incluso desde antes del nacimiento de las ciencias sociales, en lo que al gobierno de los individuos se refiere: la autoridad, la dominación y el poder. Formularemos la hipótesis que, en el equilibrio y la tensión existentes entre ellas, a causa de grandes cambios estructurales que detallaremos a continuación, un nuevo panorama analítico se diseña: (1) se asiste a una crisis tendencial de la autoridad, en el sentido estricto y más preciso del término; (2) en lo que concierne a la ecuación analítica de la dominación (coerción y consentimiento), la obtención del consentimiento propiamente dicha, sin desaparecer, ha perdido peso y función en beneficio de la instrumentalización de las coacciones (amenazas, controles); (3) se asiste cada vez más a una explicita confrontación estratégica de asimetrías de poder en muchos ámbitos y entre distintos actores sociales.
En otros términos, por un lado, se advierte la crisis de la autoridad y el debilitamiento de la dominación-consentimiento; por el otro lado, es patente el incremento de la dominación-coacción y de las asimetrías de poder. Dentro de este escenario, los litigios, las fricciones y los conflictos se multiplican. El recurso creciente a lo judicial y a lo jurídico se incrementa como una manera de regular situaciones que no logran serlo más desde la autoridad, y, sin duda que la consolidación de fuertes deseos de vigilar, pero sobre todo de castigar, no es ajeno a ello (Garland, 2001; Fassin, 2017). Se observa tanto un incremento de la crítica social ordinaria como de la necesidad de justificación de las acciones (Boltanski y Thévenot, 1991). Todo lo anterior da cuenta, entre tantos otros