Historias Jamas Contadas. Eduardo Acevedo

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Название Historias Jamas Contadas
Автор произведения Eduardo Acevedo
Жанр Языкознание
Серия
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9789878723655



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todo lo que rodeaba la casa era patio, inmenso patio, delimitado por cinco líneas de árboles la mayoría frutales en los cuatro espacios cardinales.

      Más allá estaban el molino, el tanque australiano, un poco más lejos el gallinero.

      Varios galpones; en uno de ellos se guardaban, máquinas agrícolas, tractor, cosechadora, herramientas; en otro enseres de montar y el sulky; cerca de este dos corrales.

      El aire tenia aroma de petricor, respiró hondo, una extraña sensación recorrió su cuerpo; por la noche había llovido, esquivó los charcos de agua y fue ver como estaba “moca” su perra de raza “Dálmata” ý sus seis cachorros; esta se alegró con su presencia, movía lentamente la cola mientras los cachorros prendidos a sus mamas se alimentaban, se los veía rozagantes, el pelo brillante, los ojos abiertos, están creciendo bien pensó, acaricio a su mascota en la cabeza mientras le decía cuida bien tus hijos.

      Se incorporó y dirigió sus pasos hacia la casa, al ingresar, su madre Fabrizia le advierte, ve a lavarte las manos que has estado con los perros, el desayuno está listo.

      Una gran taza humeante de yerbeado cocido en leche acompañado de rodajas de pan casero untados con manteca, lo dejaron satisfecho.

      Jaru. Necesito que vayas hasta el pueblo, hay cosas que se necesitan imperiosamente, hay que hacer las compras hoy.

      Pero mamá, usted sabe que no me gusta montar, no le tengo confianza a los caballos, se les da por correr como locos y con el barro de la lluvia pueden pegar una patinada y me hacen volar por el cogote y puedo terminar con una quebradura o algo peor.

      No tienes que montar ningún caballo hijo mío; tienes que traer mercaderías, así que tendrás que ir en el sulky, como lo haces con tus hermanos todos los días cuando es tiempo de clases, si vas a al colegio, bien puedes ir a hacer las compras; ellos ya tienen asignadas sus tareas; le indiqué a don Crisóstomo que te lo prepare con la yegua vieja, que es mansita y dócil, así que no hay excusas, ya hice una lista de donde tienes que ir y lo que tienes que traer.

      Como no había nada que pudiera hacer cambiar de idea a su madre, se despidió con un beso y un hasta luego.

      Mientras se dirigía al corral donde Crisóstomo lo esperaba, fue leyendo las indicaciones de su madre:

      Ir a doña Clara, la modista, a retirar un vestido y entregarle un sobre con dinero. Esto ya pinta que va a ser un tremendo embole, voy a tener que aguantar a la insoportable rompe bolas de Claudia.

      Otro destino el almacén de ramos generales donde debía adquirir una bolsa de harina y una de azúcar.

      Bueno esto pinta mejor.

      Finalmente a la farmacia, para ello llevaba una lista aparte en un sobre.

      No va a ser tan malo como pensaba.

      Buen día don Crisóstomo, como amaneció, lo están haciendo trabajar tempranito.

      Hola Jarulo, como anda muchachito, viste el partido de Boca en Mar del Plata anoche.

      No, ni ahí. El fútbol no me gusta para nada, eso es para mis hermanos que se la pasan corriendo detrás de una pelota y me quieren hacer jugar de arquero, no decididamente el fútbol no es lo mío, prefiero ocupar el tiempo de ocio ensayando tonos en la guitarra.

      Crisóstomo, que lo escucha atentamente mientras con cuidado le colocaba el freno filete a la yegua, después de haberle colocado el arnés, le responde.

      Y bueno, no a todos nos tiene que gustar el fútbol, si te gusta la guitarra está muy bien que así sea.

      Llevaron la yegua hasta donde estaba el sulky, el dócil animal acostumbrado a este trabajo, permitió que junto a Jacinto, uno de los peones engancharan las varas del sulky y aseguraran el vehículo con el apero, la tarea les llevó unos quince minutos y una vez listo, don Crisóstomo le dice.

      Vaya tranquilo amigo, hay un poco de barro en el camino por la lluvia, pero no es problema.

      Arrancó al trotecito; llegó al final del campo, se bajó del sulky para abrir la tranquera; hizo salir a la yegua, la cerró y ya estaba en el camino rural rumbo a su destino.

      El pueblo estaba a menos de una legua de distancia, apenas tres kilómetros.

      Mientras se balanceaba en el asiento al trotecito de “la vieja” pensaba, por suerte voy a lugares donde habrá amigos, compañeros de colegio, Carlos el hijo del dueño del almacén de ramos generales es su gran amigo desde que comenzaron la escuela primaria, pasan los recreos juntos, les interesan las mismas cosas, también le gusta tocar la guitarra y canta muy bien, de hecho está en el coro del colegio y el de la iglesia.

      Piensa… en la farmacia estará Celeste.

      Celeste es la mejor amiga dentro de las compañeras, es la hija del farmacéutico que se instaló en el pueblo antes de que comenzaran a cursar el secundario y acaban de terminar el tercer año.

      La hija de la modista también es compañera, no son muy amigos; él la considera muy cargosa, molesta, una rompe bolas, ya que permanentemente lo invita a concurrir fiestas, al cine, o cualquier evento que se realice en el pueblo o aledaños.

      El prefiere la compañía de Celeste y de Carlos con quienes tiene gustos afines.

      Jarulo como les comenté, es un joven de rasgos delicados, cabello de color casi rubio y de ojos azules como su madre “gringa” delgado y alto, al decir de varias de sus compañeras, un pendejo que está muy bueno… además demasiado lindo para ser varón.

      Al llegar al pueblo la primer parada fue en casa de la modista, Claudia su hija al ver a su compañero, casi salta de alegría, lo abrazó y besó en ambas mejillas; después se prendió a sus brazo izquierdo; Jarulo sentía sus tetas apretadas contra su cuerpo, una rara sensación lo llevó a querer separar su brazo; Claudia se apretó más contra él; mami, dile que cuando termine de hacer las compras venga a almorzar con nosotros, vas venir Jarulo, dale decí que sí, lo abrazo, estrechando su cuerpo al de él, tanto que este sentía sus endurecidos pezones contra su pecho; mientras pensaba….. vení pendejo, que no te imaginas lo que te hago chiquito, conmigo vas a conocer por primera vez los placeres del sexo.

      Me van a disculpar. Hoy no puedo, mi madre me dijo que necesita lo que me encargó y debo regresar lo más rápido que pueda, aún tengo que ir al almacén, cargar unas compras y luego retirar algo de la farmacia. Quizá en otra oportunidad, saludó cortésmente y se alejó tratando de disimular su incomodidad.

      Con Carlos las cosas fueron mucho mejor, los dos se alegraron de verse, se entretuvieron intercambiando opiniones sobre un manual para tocar guitarra, contenía la letra y tonos de canciones de folklore; Carlos le facilitó el número uno de los cuatro que había comprado en una visita a la ciudad, llévalo, ya aprendí a tocar todas las canciones, los tonos son fáciles, además vos ya conoces varios y los rasgueados te salen bien, tiene zambas muy lindas y fáciles.

      Uno de los empleados los interrumpió para avisarle que ya habían cargado su mercadería en el sulky, y habían cargado el importe en la cuenta de su padre. Que podía retirar la boleta de orden de compra por caja, cuando quisiera,

      Fueron juntos a retirar su boleta. Se despidieron con un fuerte abrazo prometiéndose mutuas visitas y el ensayo de algunas chacareras.

      Al llegar a la farmacia; Juan Alberto dice, hija, ven a ver quién vino.

      Celeste que estaba a pocos metros lo recibe cariñosamente, después de entregarle la lista a su padre, ella le toma la mano y le dice, ven, te voy a presentar a mi primo que nos visita, mientras pasa su mano envolviendo la cintura de Jarulo con su brazo y apoyando su pecho contra él; nuevamente esa sensación que no sabía si era de incomodidad o de placer; mientras caminando muy juntos se dirigen a la casa de la familia, vecina al local de la farmacia.

      Celeste es una bella joven de largos cabellos negros y ojos color de esmeralda, un cuerpo muy agraciado y delineado por curvas, que hacían suspirar a muchos admiradores.

      Jorge, ven que te presento una amigo, la escuchó decir, para al instante ver aparecer