Название | Cómo me convertí en millonario |
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Автор произведения | Eugenio Carrero Puertas |
Жанр | Зарубежная деловая литература |
Серия | |
Издательство | Зарубежная деловая литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412260670 |
Los humanos, para bien o para mal, gastamos gran cantidad de nuestro valioso tiempo pensando en el dinero: cómo conseguirlo, cómo multiplicarlo, cómo invertirlo, cómo administrarlo...
Ya que entramos en el tema de la administración del dinero, he de decirte que es algo capital para hacernos ricos. Hay personas con muy buenos ahorros que ganan poco, y otras que ganan mucho, pero al final no les queda nada en sus bolsillos.
En relación con el uso del dinero, hay expertos que recomiendan el soporte físico ―es decir, en papel o monedas― frente al de plástico/tarjeta sobre todo por dos principales motivos: porque te acostumbras a tratar con él regularmente, con lo que pierdes el miedo, y porque a la hora de pagar suele costar más soltar los billetes físicos que pagar con la tarjeta. Evidentemente, al pagar con tarjeta, como no lo vemos, pensamos que el gasto no nos afecta, que cae en saco roto.
Las personas con mente potenciadora o rica saben que el dinero llama al dinero y las personas con mente negativa o pobre tan solo lo gastan sin más, necesitan literalmente desprenderse de él.
Dicen que el dinero no te da la felicidad, pero, créeme, ¡la pobreza está bastante más alejada del camino!
No obstante, el concepto de la felicidad es muy amplio. Para unos puede ser la familia, para otros el trabajo, para otros la absoluta tranquilidad, los animales, el tener una buena salud.
La Real Academia define la felicidad como un «estado de grata satisfacción espiritual y física».
Frases como «pobres pero honrados» y otras tantas muy similares ¡cuánto daño nos han hecho!
La honradez no tiene absolutamente nada que ver con el dinero, sino con el corazón. Esto quiere decir que hay pobres y ricos honrados. Hay pobres que son ladrones, mentirosos e injustos, y de igual manera hay ricos que son mentirosos, ladrones... Todo ello no lleva nada más que a pensamientos de escasez o prosperidad.
Si, en lugar de pensar en la escasez, nos centramos más en buscar soluciones a los problemas económicos, estoy seguro de que el universo hallará la forma de materializar dichas oportunidades.
Habrás escuchado muchas veces que «una imagen vale más que mil palabras». Por lo tanto, una imagen agradable o desagradable del dinero nos acercará o alejará de él irremediablemente.
Frases como la de «el dinero no es lo más importante en la vida» la suelen decir por norma personas que, o bien no tienen dinero, o no lo tienen al menos en grandes cantidades. Recuerda, no puedes atraer aquello que no deseas.
Según diversos expertos si quieres atraer el dinero debes tener pensamientos similares a estos que agradecidamente te presento:
1 Me siento bien al tener dinero.
1 Estoy agradecido por todo el dinero que tengo.
1 Siempre tengo dinero.
1 Gano dinero todos los días.
1 El dinero viene a mí en avalancha.
1 El dinero fluye hacia a mí regularmente.
REFLEXIONA Y ESCRIBE
1 ¿Qué te decían acerca del dinero tus familiares y círculo más cercano cuando eras pequeño? Reflexiona sobre ello porque es necesario conocer el origen para poder realizar un cambio de pensamiento. Sin origen no hay destino.
1 ¿Cuáles son tus pensamientos actuales en relación con el dinero? Es decir, si lo conservas, lo gastas, lo regalas... ¿El dinero te quema en las manos o te consideras más bien ahorrador?
1 ¿Dispones en la actualidad de algún sistema de control de tus finanzas, por ejemplo, mediante una app en tu smartphone ―Excel o similares― con la que llevar un seguimiento tanto de tus entradas como de tus salidas de efectivo?
1 ¿En qué consiste la felicidad para ti? Puede ser, por ejemplo, la familia, el trabajo, el dinero, la salud, la tranquilidad, la seguridad... En el caso de coincidir con varias de ellas, indica, por favor, el porcentaje correspondiente a cada una para poder determinar el peso de tu felicidad.
Capítulo 5
Tiempo por dinero
Sobre mi comienzo laboral, debo indicar que uno de mis primeros trabajos fue el de comercial vendedor de enciclopedias, como antaño, de los que iban puerta por puerta ofreciendo conocimiento en papel. Era un trabajo bastante fatigoso debido al frío de la calle y al rechazo sufrido una y otra vez. Tras un duro inicio y después de varios portazos, decidí que la venta no era mi campo, que este tipo de trabajos estaban destinados quizá a grandes guerreros con fuerte capacidad de superación ante el fracaso.
Durante un tiempo renegué de cualquier tema asociado a las ventas, no lo quería ver ni en pintura.
Era algo extraño, porque disfrutaba del contacto con las personas, pero no veía claro el objetivo. Quizá tenía una programación previa en mi subconsciente que me hacía pensar en aquella imagen del vendedor comerciante, liante, tratante o embaucador que se quiere aprovechar de la gente a cualquier precio y de cualquier manera. Tal vez pensaba así en mayor o menor medida, y no puedes potenciar algo en lo que no crees a pies juntillas.
Por muchas herramientas de las que dispongas, al final se te nota en la cara, en tus gestos, en tu discurso y hasta en la forma de hablar. ¡Te falta convicción!
Curiosamente, con el tiempo volví al campo de las ventas, pero en este caso a otro sector más atractivo que ya dominaba: el mundo audiovisual. Era lo que había estudiado. Lo conocía a fondo y, como me gustaba, me resultaba fácil y sencillo vender tecnología. Trabajé para grandes cadenas comerciales en la venta y asesoramiento de todo tipo de productos tecnológicos, posicionándome entre los mejores vendedores. Los clientes volvían preguntando por mí una y otra vez, como si entre nosotros existiera algún tipo de atracción. Había dado un buen asesoramiento y tenía el firme convencimiento de que, si el cliente iba a realizar su compra, iba a ser en el comercio donde yo me encontrara ―y a través de mi persona―. En ciertas ocasiones tenía incluso varios clientes esperando para ser asesorados y realizar sus compras, mientras que otros compañeros se limitaban a contemplar dicha situación.
Sin lugar a dudas había alcanzado mis mejores éxitos en ventas en términos económicos, pero llegó el momento de eclosionar. Tal cual una mariposa, decidí que tenía que hacer algo más o simplemente diferente. Necesitaba con urgencia un nuevo reto para no estancarme, necesitaba volar.
Referido al trabajo, un estudio de expertos en la materia indica que al menos el 40 % de las personas cambiarían de profesión por insatisfacción en uno u otro modo.
Dicen que, si te dedicas a lo que amas y que verdaderamente te apasiona, «no vuelves a trabajar ni un solo día de tu vida», porque estás disfrutando de cada momento.
Los objetivos y los retos pueden ir variando a lo largo de los años y, en dicho sentido ―y viéndolo en retrospectiva―, considero que en aquella época tan solo estaba cambiando tiempo por dinero.
Si actualmente vives para trabajar, ten por seguro que estás intercambiando tu tiempo por dinero.
Siempre se puede ganar más dinero, pero no más tiempo. Ya dijimos que los millonarios buscan siempre tener más tiempo y los pobres simplemente cambiar su tiempo por dinero.
Hay una película estadounidense titulada In time que básicamente cuenta que el tiempo de vida se ha convertido en la moneda de cambio, es la forma con la que los humanos pagan sus lujos. Los ricos pueden vivir eternamente, mientras que los pobres tienen que trabajar o pedir prestado para seguir existiendo (sus contadores a lo sumo tienen siete días de vida). Este ejemplo algo extremo, pero, en cierto sentido, puede reflejar la realidad de unos y otros, así como su forma de actuar según el estatus que ostentan.
REFLEXIONA Y ESCRIBE
1 ¿Actualmente