Название | Un domingo cualquiera |
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Автор произведения | Domingo Eluchans |
Жанр | Языкознание |
Серия | |
Издательство | Языкознание |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789566131175 |
Inesperadamente, a mitad del periodo escolar, se rebelan los estudiantes precoces tomándose casi todos los centros académicos de su colegio fiscal, de alta calificación formativa.
Los académicos fueron interpelados por su falta de visión y los alumnos, vistiendo sus uniformes, se pusieron lentes oscuros como emblema. Para sorpresa, algunas profesoras se integraron a la protesta estudiantil.
Como si no fuera suficiente, el cuerpo del profesorado en masa inició una marcha callejera contra los estudiantes que, con su toma y sus protestas, paralizaron la escuela a la cual no pueden ingresar.
Los jóvenes replican que esto es un absurdo, equivalente a decir que los chicos abusan de los grandes; que los débiles dominan a los poderosos; y que los seguidores enjuician a sus líderes.
El gobierno tomó conocimiento de esta compleja situación, quedando en manos de la destacada ministra Marianne. Y, una vez evaluado el escenario y los conceptos principales del debate, citó a su despacho únicamente al grupo minoritario de profesores y académicos integrados a la protesta de los estudiantes.
La ministra vestía, como le era usual, traje de pantalón y chaqueta, marcando su temperamento. Y vaya sorpresa... Los pocos profesores presentes también portaban los lentes oscuros que se sacaron iniciada la sesión.
Los convocados expresan, en síntesis, que los profesores de su línea apoyan a los estudiantes en masa y que desean compartir con las autoridades sus tres demandas, que son: comprensión, comprensión y comprensión.
•Comprensión, por nuestra parte, de las ciencias que nos enseñan.
•Comprensión, por el profesorado, del resultado en el proceso formativo. Así, si se enseña moral, ver si eso me aporta o me frustra; si se enseña medicina, si me responsabiliza o me sesga; si es idiomas, si me abre interés por el mundo o me encierra en mi tierra. Concluyendo en que no basta con la recepción del mensaje si no se logra una convicción integral y reciproca de lo que se entrega y lo que se recibe.
•Comprensión, entonces, del proceso de madurez del educando.
Quedó en la reflexión de la ministra, “¿Cuántas veces, de ida y de vuelta, nos reprochamos con el presidente? En el ámbito de la comprensión, en que pienso que debió oírme y él, a su vez, que no debí ponerlo ante esa exigencia”.
III. Las horas más difíciles
Rosa: Presidente, lo llama la primera dama. Me insiste en interrumpirlo.
Presidente: Páseme el llamado a mi oficina.
Blanca: Caro, llevo rato esperando que me llamaras de vuelta, tenemos una situación grave, debes venirte a la casa…
Presidente: ¿Qué ocurre? Por favor, estoy en reunión de gabinete.
Blanca: Es íntimo.
El presidente volvió a la sala de reuniones y continuó la sesión de gabinete hasta tratar todos los asuntos de la tabla.
Luego, más tarde, interrumpió sus conexiones y siguió su rutina en su sala privada de reflexiones. Regresó a casa, como habitualmente, a medianoche.
Durante el camino, Luis, que conducía el auto ―su adlátere por décadas―, le informó de los sucesivos llamados de la señora Blanca, que estaba con visitas.
El presidente había evaluado, en su intimidad, que el supuesto drama no requería de su inmediata atención.
Sus dos hijos hombres estaban en la universidad y seguían viviendo con sus padres.
Considerando que los hechos trágicos se informen al instante, como la posible muerte de su madre ―su padre ya no vivía―; que el secuestro o desaparición de alguno de los hijos habría sido informado por los servicios de protección del gobierno o policiales; que alguna enfermedad no se agravaría en un par de horas; y que la posible partida de la casa, la ciudad o más lejos, de alguno de los niños, razonablemente tomaría varias sesiones en la intimidad de la familia.
Otras circunstancias, más personales del presidente, consideraba que no estarían en inminente urgencia familiar.
“Será, tal vez, algún episodio de intriga... que se irá despejando”, pensaba al momento de cruzar el portón de su casa, protegido por guardias que impedían el acceso a decenas de periodistas atiborrados frente a la reja, con micrófonos y cámaras que se abalanzaron a las ventanas del vehículo oficial.
En la puerta de entrada estaba precisamente su madre, con cara afectada y un tanto severa. Tras el porche, ya adentrada, estaba Blanca, vestida de negro y llorosa, con sus hijos rodeándola.
Lo que le resultó más impresionante fue ver, tras años, a su hermano, ingeniero comercial y luego sacerdote de orden religiosa tradicional, sentado en la banca del hall, asistido por su hermana en común. Y con quién tenía un permanente vínculo ―no así con el presidente―, desde la infancia, por su obsesión por su madre.
Hasta su información, seguía en Roma a cargo del Banco del Vaticano.
IV. La familia presidencial
Hace una semana, apareció Pedro en Santiago, en la casa de su hermana Teresa, bajo secreto de mantener en reserva su llegada.
Tampoco podía compartir con su madre, Luz, la crisis en que se encontraba, por el desprestigio a toda la familia Carmona y a los más expuestos, como su hermano Carlos y toda su familia.
Había concluido, en estos días, la investigación al balance del Banco del Vaticano, la que establecía una enorme extracción de fondos a favor de diversas entidades religiosas de países de Sudamérica. Se hallaban registradas como gastos reservados del Vaticano.
Para sorpresa de las auditorías anuales, esta cuantía se había duplicado año tras año durante la última década.
No se habría originado esta investigación profunda de no haber sido por la circunstancia de que el propio Palacio Vaticano, en los dos últimos años, había reflejado un déficit cuantioso por aumento de los gastos, aportes y donaciones; los que no podían cubrirse con sus ingresos que, a su vez, se mantenían en forma flat, sin aumento.
Con esta disconformidad en los balances, urgía entonces una Investigación al banco encabezado por Pedro, en Roma.
Durante esta década, también había mantenido estrechos lazos con la jerarquía de su orden religiosa, Los Hermanos Contemporáneos, que está establecida en todos los países de Sudamérica.
Pedro había sido enviado tanto a Argentina como a Brasil por largos años, antes de llegar a Roma, por lo que mantenía con ellos sus relaciones y compartía su vocación con los institutos tecnológicos y científicos que requerían de cuantiosos financiamientos en diversos países, que excedían en mucho los límites de las donaciones libres de impuestos.
Los recursos de esta índole los ingresaban como fondos a rendir, en partidas que involucraba responsablemente a sus administradores, con quienes Pedro mantenía una estrecha amistad, porque compartían en profundidad el misterio de la orden.
Los Hermanos Contemporáneos manejaban y, a través del Banco del Vaticano, financiaban el aparato académico de la formación del hombre nuevo, del hombre universal; que, proveniente del planeta Tierra y bajo este patrocinio, formaría los viajes planetarios en la búsqueda de nuevos hermanos con quienes establecerían sucursales humanas.
La razón conceptual sería evitar que estos hallazgos fueran liderados por el mundo científico e integrados por los hombres lejanos de la fe; que no creen en el Dios, rector del universo.
Consideran tanto sigilo para evitar una analogía con las Cruzadas de la Fe, puesto que se develaría, en su logro, como una conquista planetaria de la mano de Dios.
La circunstancia, entonces, es que Pedro manejó dineros que quedarían fuertemente cuestionados y, desde luego, suspendidos; quedando, esta, como una operación del diablo que no cumple con los conceptos esenciales del mensaje evangélico.
En lo que concierne