Название | Caída y ascenso de la democracia |
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Автор произведения | David Stasavage |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788418895784 |
Desarrollo económico
Una de las ideas más obstinadas sobre la democracia es que solo puede existir en los países ricos. No es difícil ver de dónde surge esta idea, ya que en la actualidad los países más ricos del mundo son casi siempre democracias. La principal razón que se aduce es que cuando hay menos gente pobre, los demagogos autocráticos tendrán menos público. Los pobres pueden sentir que tienen menos que perder con las alternativas a la democracia, y también pueden estar menos informados sobre el proceso político, o al menos ese es el razonamiento.34
La idea de que el desarrollo económico fue un requisito previo para la democracia la reforzó en gran medida Seymour Martin Lipset, uno de los politólogos más destacados del siglo xx. En 1959, Lipset escribió sobre su investigación de varios indicadores de desarrollo: la renta per cápita, el número de personas por vehículo motorizado y por médico y la cantidad de radios, teléfonos y periódicos. Los datos de Lipset mostraban que a los países que puntuaban más bajo en estos indicadores les resultaba más difícil mantener una democracia estable. Desde que lo escribió ha habido mucho debate en torno a esta conclusión. Algunos creen que el desarrollo sí causa la democracia;35 otros creen que son otros factores subyacentes los que causan la democracia y también el desarrollo.36
El problema de la hipótesis del desarrollo económico es que, si consideramos el surgimiento de la democracia en Europa como un proceso muy largo que se remonta a la época medieval, e incluso antes, entonces debemos recordar que en esos siglos previos Europa no estaba más desarrollada que el resto del mundo; de hecho, a menudo era al revés. Incluso cuando hicieron la transición a la democracia moderna, muchos países eran bastante pobres, según nuestros estándares actuales. Cuando se produjo el advenimiento de la Tercera República Francesa en 1870, Francia tenía el mismo nivel de PIB per cápita que tiene hoy Tanzania.
Extraemos conclusiones con unos matices similares cuando invertimos la relación y preguntamos qué efecto tiene la democracia en el desarrollo económico. El argumento habitual es que la democracia será más favorable al crecimiento porque en una democracia la gente sentirá que su propiedad está más segura. Profundizaré en este tema en el capítulo viii. La evidencia muestra que, cuando comparamos la democracia temprana y la autocracia, cada uno de estos sistemas tenía fortalezas y debilidades en lo relativo al desarrollo económico. Precisamente porque en el gobierno democrático temprano el poder estaba descentralizado, había poco riesgo de que un gobernante central pisoteara los derechos de propiedad. Sin embargo, el poder descentralizado también puede generar barreras de entrada para los nuevos participantes en el mercado y, por esta razón, la democracia temprana pudo ser un freno a la innovación. La República Holandesa es un ejemplo de esto. Si miramos a las autocracias, vemos un patrón inverso: en China y Oriente Próximo, ayudó a crear un mercado muy amplio, a través del cual podían viajar las ideas y las innovaciones, pero el talón de Aquiles de la autocracia fue la inestabilidad. Con un poder centralizado y un Estado burocrático, el riesgo era que los gobernantes pudieran cambiar de pronto las reglas hacia direcciones no deseables.
El enfoque optimista sobre la democracia moderna es que tiene todas las ventajas para el crecimiento de la democracia temprana sin sus inconvenientes. Los gobernantes estarán sujetos a útiles limitaciones, pero hay un gran mercado nacional con menos barreras de entrada. En el capítulo ix, compararé Reino Unido y la República Holandesa para mostrar cómo se podría formular este argumento. Pero si esta comparación nos permite ser optimistas sobre la democracia moderna, la historia de Estados Unidos podría hacernos reflexionar. Estados Unidos, como primera auténtica democracia moderna, ha tenido un mercado nacional integrado y, sin embargo, no han dejado de surgir barreras de entrada como resultado del poder monopolista. En este aspecto, uno piensa tanto en la transición al siglo xx como al xxi.37
el futuro de la democracia
La democracia temprana existió durante miles de años en un amplio conjunto de sociedades humanas: era una institución muy sólida. Una de mis principales motivaciones para contar esta historia ha sido intentar arrojar una nueva luz sobre la democracia moderna. En términos comparativos, la democracia moderna solo lleva existiendo un breve periodo de tiempo. Deberíamos considerarla un experimento en curso y, tal vez, incluso sorprendernos de que haya logrado sobrevivir siquiera. A lo largo de la extensa trayectoria de la historia de la humanidad, las sociedades han estado gobernadas de manera autocrática por alguien que dispuso de una burocracia estatal, o han tenido algo parecido a la democracia temprana allí donde no había Estado, el poder estaba descentralizado y su escala general tendía a ser pequeña. La idea de que se pudiera sostener una democracia en un sistema de gobierno tan grande como las trece colonias estadounidenses, unido a un Estado central, no tenía precedentes. Podemos utilizar las lecciones de la historia para extraer tres conclusiones sobre el futuro de la democracia.
Las nuevas democracias
La primera conclusión está relacionada con las numerosas democracias nuevas que han surgido desde 1989. Existe un gran temor justificado sobre la retracción o el “retroceso” de la democracia hoy en todo el mundo, y las noticias nos brindan un ejemplo tras otro de países que se están deslizando hacia la autocracia. Los politólogos incluso han inventado una nueva categoría para los países que ya no se clasifican como democracias, pero aún celebran elecciones: a estos casos los llaman “autoritarismo competitivo”.38
Para comprender mejor lo que está sucediendo, deberíamos dar un paso atrás. En lugar de centrarnos en los acontecimientos de los últimos años, consideremos el presente desde la perspectiva de 1988, el año anterior a la caída del muro de Berlín. Si dispusiéramos de la mejor investigación politológica del momento y alguien nos preguntara por las posibilidades de que un país como Ghana fuese una dinámica democracia al cabo de treinta años, habríamos dicho que es poco probable. Ghana era demasiado pobre y estaba demasiado dividida étnicamente para sobrevivir como democracia.
Entonces, ¿por qué las predicciones de 1988 resultaron tan equivocadas? La inesperada caída del muro de Berlín sería un gran motivo, pero la reciente ola de democratización no puede atribuirse solo a la desaparición de la rivalidad entre las superpotencias. La lección, más profunda, que ofrece la historia es que, en determinadas condiciones –que ni mucho menos son raras–, la gobernanza democrática surge de forma natural entre los seres humanos. Muchas de las sociedades que hicieron la transición a la democracia después de 1989 habían practicado formas de democracia temprana mucho antes de su encuentro con los europeos. La tecnología de la democracia moderna, con elecciones y partidos, es algo nuevo, pero el principio de la demokratia –que el pueblo debe tener el poder– no lo es.
Hay otra posible lección más en los países que se están democratizando últimamente: así como existió una democracia temprana en lugar del Estado, la democratización desde 1989 ha tenido más probabilidad de sobrevivir cuando el poder inicial del Estado central era débil. Los países africanos cuyas estructuras estatales eran más débiles en torno a 1989 tuvieron más probabilidad de ser democracias en la actualidad, mientras que en Oriente Próximo la persistencia durante siglos de las estructuras estatales coercitivas ha pesado contra la democracia.39
Una última cosa que debemos señalar sobre la expansión de la democracia moderna es que, en muchos casos, las instituciones responsables de la rendición de cuentas electoral se han superpuesto a las instituciones preexistentes de la democracia temprana. Hay motivos para pensar, como ha demostrado la politóloga