Desde otros Caribes. Raúl Román Romero

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Название Desde otros Caribes
Автор произведения Raúl Román Romero
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789587464405



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cartografía, pero una cosa sí es segura: la gran cantidad de lugares, poblados, ciudades y referencias geográficas que se identifican con sus nombres en las partes del interior de islas y regiones continentales, así como la de los ríos que penetran más allá de las zonas costeras, señalan la vinculación entre esos espacios coloreados y todo el mundo que se ubicaría tierra adentro.

      Asimismo, se manifiestan indicios de la existencia de una mirada que va más allá de los límites del plano geográfico. Al norte se encontrarían los demás estados de la futura potencia de Norteamérica; al oeste, la importancia de la zona del Pacífico, destacada la presencia de Acapulco, señal inequívoca del contacto comercial con China, mientras que en la parte baja del plano, la referencia del mar del Sur, así como de las letras agrandadas de la “Bay of Panama”, se perfilan también como claros indicios de la atención a las estratégicas rutas de navegación intercontinental. De tal manera, aun cuando no estén presentes lugares lejanos, intereses imperiales, figuras políticas u otros factores que se encuentren a la distancia, a pesar de que su señalamiento no sea explícito, su presencia es innegable.

      Como contraparte de aquello que no se ve, el mapa tiene como punto neurálgico al Caribe y a las partes continentales que le circundan. Dentro de la parte central del rectángulo puede imaginarse una elipse que inicia su recorrido desde el golfo de México, que llega a las islas de Sotavento y Barlovento, para retornar por encima de las Antillas, acariciando la frontera del Océano Atlántico. Pues bien, la atención puesta por Moll en aquella geografía, así como la interpretación iconológica que se puede hacer del mapa, adquiere una sorprendente y atractiva relación con el libro Desde otros Caribes. Fronteras, poéticas e identidades.

      A tres siglos de que se haya editado aquel vestigio iconográfico tan sugerente, la región circuncaribeña allí representada continúa con una dinámica que ya desde entonces se aprecia identificada en el mapa. Es precisamente esa posibilidad de volver a “leer la imagen” de lo que hoy son “unos —y otros— Caribes” una acción que coincide con el objetivo del libro que tenemos entre las manos. A centurias de aquella mirada cartográfica, misma que brindaba una especial representación de la región que abarca “el Caribe y otros Caribes”, en esta publicación, que integra 15 trabajos especializados, se atienden temáticas contenidas en aquella geografía. Territorio que es representado con vacíos, pero inmensamente rico; que aparece sin poblaciones, pero que es tierra generadora de ambiciones que movilizaron numerosos contingentes; “propiedad” que en gran medida aparece como símbolo del poder de la Corona española, pero que al mismo tiempo puede entenderse como región asediada, visitada y aprovechada por otras monarquías que, con o sin apego a convenios o tratados, conformaron una dinámica de tráficos de todo género: culturales, étnicos, comerciales, sociales y políticos. Intercambios que pervivieron por siglos y de los cuales todavía hoy se advierten sus legados.

      El punto clave para la administración del Imperio español, como lo fue Cuba por su ubicación estratégica en el camino a la tierra firme, explica la misma importancia que alcanzó en ese sentido geopolítico el dominio que los ingleses tuvieron de la isla de Jamaica, que en los mapas aparece como si estuviese protegida por la Perla del Caribe, como si Cuba hubiese sido colocada justo en ese lugar para darle sombra y cobijo a la isla desde la que el Reino Unido mantuvo aquella política de conquista, de ataque entre imperios, que a fin de cuentas perdería en el último cuarto del siglo XVIII, dando paso a la futura potencia que surgió de sus propias antiguas colonias. Sin embargo, mientras eso no se diera, Jamaica fue base imperial que no solo significó un punto de embarque de una inmensa riqueza metalúrgica, sino también un punto de movilidad pirática, de comercialización de población africana destinada al trabajo esclavo, así como de aquellos productos que se explotaron con auge sorprendente, aun cuando fuesen obtenidos gracias a ciclos que funcionaron dando importancia a los monocultivos, sin impulsar deseo alguno por atender la diversidad productiva. La presencia de aquel dominio inglés explica la dinámica seguida en muchos de los contactos insulares y continentales circuncaribeños; aproximaciones que dentro de este libro se resaltan, prestando atención especial a las que se desarrollan hacia aquellos “interiores” que deben ser atendidos por la historiografía, dado que han existido corrientes en las cuales no se consideraba la presencia de influjos caribeños.

      Escudada en acciones jurídicas, España abriría las puertas de su gran dominio ultramarino, convencida de que las instituciones legaloides defenderían los metales extraídos allí. El reino no reparó de manera profunda el significado que adquiría la posición y el potencial económico de todo aquel continente, dejado —de cierta manera— a su propio destino. Quienes sí atendieron e intentaron aprovechar al máximo posible aquellas posesiones hispánicas fueron los británicos, quienes tenían muy clara la trascendencia estratégica de la zona (lo cual sustenta, ineludiblemente, el mapa de Hermann Moll). Toda aquella costa, que de color rosa demarcaba el litoral caribeño y sus interiores, era el enorme tesoro que se aspiraba poseer. Visto desde el posicionamiento estratégico en Jamaica, esta era la llave de entrada a esa desatendida región que, por el mismo abandono, invitaba a los ingleses a recorrerla, instalarse y explotar. Fue así que dejarían sus “huellas” en toda la extensión de la Mosquitia y más allá, donde hasta pobladores miskitos fungirían como representantes de la Corona de Inglaterra.

      La extrema confianza en la supuesta seguridad del Imperio de España sobre su dominio ultramarino, centrándose en la idea de que la extracción de minerales debía ser su punto de atención sobre aquel territorio, no le llevó a considerar previamente una mayor atención en la definición de aquellos confines y fronteras que luego vería bajo la amenazante presencia de las otras potencias, principalmente la monarquía inglesa. Parece incuestionable que la intencionalidad del mapa de Moll, o al menos una de sus metas, fue el demarcar los territorios “vacíos”. Su interpretación iconográfica imagina una geografía en la que se proyectaban territorios deseables, sobre los cuales se aspiraba imponer el tono amarillo.

      Imágenes del pasado, como esta que aquí se interpreta, deben verse como formas en las que sus productores percibieron el mundo; en este caso, el mundo circuncaribeño. Hoy, con esta obra colectiva, coordinada por Margaret Shrimpton y Antonino Vidal, se presentan los resultados de procesos de investigación que muestran la exageración del “vacío” que allí se supondría cartográficamente. Los trabajos consideran la presencia de población autóctona, masas desconsideradas que ocupaban aquellos lares que se presentaban como deshabitados. En el texto se atiende el comportamiento de los emisarios ingleses que deambulaban por algunas de esas zonas, cumpliendo sus comisiones de enviados reales, recabando valiosas informaciones que vertían en informes y diarios de viaje que han quedado como testimonios y en los que alguna información debe existir para la interpretación histórica. Así como se revela que piratas y corsarios, al mismo tiempo, corrían sus aventuras en todo ese paisaje tropical y marítimo, andanzas que luego se plasmarían en emocionantes descripciones literarias. Se explica que dentro de esa dinámica caribeña se desarrollaran movimientos imperiales en territorios que, siendo de “otros”, se consideraron propios. Desde la península de Yucatán, recorriendo la larga franja correspondiente a la Mosquitia y avanzando hasta las Guayanas, los europeos y sus largos brazos comerciales instalaron redes transnacionales que se movieron de puerto en puerto, de un lado a otro del Atlántico, y aún se les vio aparecer en algunos puntos del Pacífico.

      Aquellos espacios que la carta geográfica dejaba “en blanco”, de los cuales no se ofrecía información precisa —ni, mucho menos, amplia—, lejos de ser un desierto desolado, en realidad eran espacios muy visitados. Aquí entran en acción los escritos que integran Desde otros Caribes. Fronteras, poéticas e identidades, ya que muestran que aquellas amplias zonas estaban conformadas por puntos de movimiento de ida y vuelta a —y desde— zonas imperiales que alcanzaban confines y fronteras más allá de lo que se imaginaba propiamente como parte del circuito caribeño. Tanto el mapa como los estudios integrantes del libro dan claridad sobre el hecho de que los gobernantes españoles no miraban el potencial que existía en aquella región, de que la lejanía y la naturaleza exuberante, por no decir salvaje, no contribuyeron a los deseos de acercarse a ella y domesticarla. Si bien podemos inferir que las intenciones de Moll ya eran claras, los productos académicos presentes en esta edición lo confirman; revelan que la construcción iconográfica del geógrafo interpretaba un impulso a las posibilidades