Название | Las luchas por el agua en México (1990-2010) |
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Автор произведения | Karina Kloster |
Жанр | Социология |
Серия | |
Издательство | Социология |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786079465193 |
Ante tan alarmante situación y como mecanismo para enfrentar las consecuencias perversas del crecimiento económico desigual no sustentable, que ha tenido lugar en las últimas décadas, diferentes organismos internacionales así como distintos estados-nación se han comprometido al cumplimiento de diversas metas y tratados que tienen por objetivo eliminar las diferentes problemáticas que preocupan en la actualidad a las sociedades: la distribución inequitativa de la riqueza social global, el desequilibrio de los ecosistemas y el deterioro medioambiental.8 A pesar de los compromisos, la tendencia actual dominante indica la imposibilidad de los gobiernos para alcanzar dichas metas debido a los costos que implica la ejecución de políticas públicas adecuadas.9 De igual modo, en el nivel de los territorios de los diferentes estados-nación, y en la medida en que el agua es un recurso vital, las respectivas administraciones y gobiernos se muestran cada vez más imposibilitados de abastecer agua en cantidad y calidad suficientes a la población que aún carece de ella.
La conjugación de los efectos del desenvolvimiento de la actual forma de producción dominante en nuestro mundo, el aumento de la desigualdad social, el deterioro medioambiental, en especial el deterioro del ciclo reproductivo del agua apta para consumo humano, unidos a la tendencia hacia una imposibilidad de los estados-nación de ejercer una política eficiente que contrarreste estas secuelas del crecimiento económico, trae como consecuencia transformaciones en las formas de observación y conciencia de los conflictos, y de los mecanismos de expresión de los mismos. Por lo que la creciente heterogeneidad de las luchas sociales en todos los territorios, genera como resultado una situación conflictiva altamente inquietante.
En México observamos la emergencia de una problemática cuyas dimensiones comienzan a articularse de manera similar. En primer lugar, la desigualdad en la distribución de los recursos genera pobreza y exclusión, además de una problemática social muy compleja y aguda. Para 2008, 44% de la población en México (casi 50 millones de personas) vivía en la pobreza, y una quinta parte, en pobreza extrema; mientras que para el año 2014 ya eran 55.3 millones de mexicanos bajo la línea de pobreza lo que representa el 46.2 % del total nacional. De estos pobres extremos una cuarta parte reside alrededor de las áreas urbanas del centro del país.10 Por otra parte, la pobreza en la década de 1990 a 2000 no sólo aumentó cuantitativamente debido al crecimiento poblacional, sino que los pobres son ahora más pobres que al inicio de la década, y eso vale tanto para los habitantes de zonas rurales como para quienes viven en las ciudades. Por lo anterior, estamos ante un fenómeno de características estructurales basado fundamentalmente en la pauperización y la exclusión creciente de determinados sectores sociales.
La pobreza no sólo es una cuestión estructural, constituye además la expresión de una configuración de relaciones de poder desequilibrantes en la construcción de la riqueza social. A este fenómeno de la desigualdad, que produce pobreza y exclusión social, se superpone otro que comienza a tener visos cada vez más fuertes en relación con posibles futuras catástrofes para los habitantes de determinadas regiones. El deterioro ambiental en México constituye un nuevo síntoma de degradación que el sistema de producción dominante ha generado. «De continuar con la tala ilegal de árboles, con la contaminación de aguas y el inadecuado manejo de residuos peligrosos, en menos de 30 años el país presentará problemas catastróficos en materia de medio ambiente, advirtió la Organización de las Naciones Unidas (ONU).»11 De igual manera, el informe sobre medioambiente en México realizado en 2004 advierte que la disponibilidad de agua dulce está siendo mermada constantemente pues los acuíferos están sometidos a una gran presión, sobre todo en las zonas áridas del país, donde el balance hídrico es negativo y se está agotando el recurso. Esto se ve agravado por la reducción de los volúmenes de infiltración, fenómeno que es resultado de la pérdida de zonas de recarga, de la deforestación y de los cambios de uso del suelo. Además, regiones del país han aumentado la presión sobre sus acuíferos como resultado de su crecimiento económico y demográfico. Por ejemplo, en la región del Pacífico Norte, en las cuencas centrales del norte y en la región Lerma-Santiago-Pacífico, entre 1998 y 2000, el uso de agua subterránea aumentó en 11.5%, 57.6% y 12.4%, respectivamente.12
Se estima que en 2000 se extrajeron de los ríos, lagos y acuíferos del país 72 km3 de agua para los principales usos consuntivos (Figura 1). Este volumen representa 15% de la disponibilidad natural media nacional (escurrimiento superficial virgen y recarga de acuíferos) y, de acuerdo con la clasificación de la ONU, el recurso del país se considera que está sujeto a presión moderada. Sin embargo en las zonas centro, norte y noroeste este indicador alcanza un valor de 44%, lo que hace del agua un elemento sujeto a alta presión y limitante del desarrollo.13
Por otra parte, los problemas que enfrenta México en el sector tienen que ver con el hecho de que 50% del agua subterránea que se utiliza proviene de acuíferos sobreexplotados al mismo tiempo que los mantos superficiales se hallan contaminados.14
FIGURA 1. EXTRACCIONES BRUTAS DE AGUA EN MÉXICO DURANTE 2000, PARA LOS PRINCIPALES USOS
Fuente: Programa Nacional Hidráulico, 2001-2006. Semarnat, 2001.
Debe añadirse que las condiciones climáticas, las precipitaciones y las aguas subterráneas se distribuyen de manera diferente a lo largo del territorio mexicano, como también lo hacen las actividades productivas en las diferentes regiones del país y sin tener en cuenta los recursos de agua. Lo paradójico del caso mexicano es que las actividades productivas —y, por tanto, el desarrollo— se encuentran distribuidas de manera inversa respecto a la distribución del recurso agua. Así, en el noroeste, norte y centro del país, donde hay escasez relativa de agua, vive 77% de la población y se genera 86% del Producto Interno Bruto (PIB); mientras que donde se da la mayor disponibilidad de agua habita sólo 23% de la población y se genera 14% del PIB nacional. Además, sólo 11% del agua se ubica por encima de los 1 500 metros sobre el nivel del mar, donde habita 54% de la población. Igualmente paradójica es la distribución de cobertura de agua potable, pues en las regiones con mayor abundancia de recursos se cuenta con la menor cobertura de agua potable a nivel domiciliario.15
Finalmente, si dividimos el país en tres grandes regiones podemos observar cómo en las regiones norte y centro, que tienen el mayor porcentaje de agua dentro del domicilio (90% y 88%, respectivamente), se encuentra