Muchas veces la vida nos sorprende con historias de amores y desdichas. Esas veces, solo dependen de una mente inquisidora que rebusque sus anhelos para que sean descifrados. Judith y Fernando, dos vidas, dos historias, dos amores. ¿Dos desdichas? Es que entonces, ¿debían abandonarse a vivir sin hacer el esfuerzo de encontrar lo que soñaban? Tal vez… aunque si pensamos en el premio, el vellocino de oro se halla siempre al final de la cruzada. Por eso entonces, si deseamos algo con ahínco, debemos, sin tardanza, comenzar a caminar.