Hay una innovación mayor en el sistema productivo mundial y en el cual la organización contemporánea juega un papel protagónico: la desterritorialización del proceso de producción. Pero no se trata simplemente de la tercerización, las redes de franquicias y las maquiladoras. Es esto y mucho más. Con la desterritorialización de la producción y la relocalización de las organizaciones como fenómeno planetario, se materializaron en paralelo un sinnúmero de efectos patógenos sobre los que ya habían advertido desde hace medio siglo Gilles Deleuze y Félix Guattari en su examen sobre la relación entre «capitalismo y esquizofrenia» en su Antiedipo. Según ellos, el problema del socius siempre (desde la «máquina territorial primitiva») había sido codificar los flujos del deseo, registrarlos, regularlos. Pero la «máquina capitalista» causó la decodificación y desterritorialización de tales flujos. El orden necesario para la estructuración social se impone, entonces, con una violencia inédita, que se deja ver no solo en lo físico, sino que, al ejercerse sobre el imaginario social, está presente en el inconsciente colectivo. El pensamiento administrativo y organizacional parece que no se ha percatado del reto ante semejante mutación. Justamente sobre esto, los autores de los trabajos reunidos en La organización desterritorializada quieren llamar la atención, al concentrarse en problemas como tiempo, en la hipermodernidad, la gestión del éxito, el examen del discurso, la organización como territorio, el menosprecio, las relaciones laborales y la contabilidad crítica, entre otros.