De todos los problemas que azotan a la humanidad –enfermedades, drogas, crimen, corrupción, conflictos armados, degradación medioambiental–, la pobreza es el más persistente y vergonzoso. No solo es un mal en sí, sino que, además, contribuye a exacerbar otros. La condición desesperada de quienes sufren pobreza empuja a algunos de ellos hacia el crimen, las drogas o los conflictos armados. Por todo ello, su coste excede mucho el que las propias personas afectadas tienen que pagar. A lo largo del siglo xx, los expertos han formulado diferentes teorías sobre las causas de la pobreza y han defendido diferentes medidas para su eliminación. Estas van desde la tradicional ayuda exterior a gran escala y las mejoras en la educación y la formación, hasta el desarrollo económico y los microcréditos. Sin embargo, el alcance de todas ellas ha sido hasta ahora bastante limitado e incluso algunas han sido profundamente cuestionadas. Dos distinguidos expertos en marketing y autores de este libro, Philip Kotler y Nancy Lee, nos explican por qué fallan muchos programas dirigidos contra la pobreza y nos presentan un paradigma nuevo, basado en el marketing, que puede lograr resultados mucho mejores. Nos demuestran con ejemplos reales cómo se pueden utilizar las estrategias y técnicas avanzadas de marketing para promover la salud, la educación, los proyectos comunitarios, la motivación personal, etc., y así ayudar a las personas a salir de la pobreza. Además, sostienen que solamente un «enfoque integrado», que aúne los esfuerzos de los tres sectores (gubernamental, no gubernamental y privado), podrá ser eficaz a la hora de luchar contra la pobreza.
Cuando hablamos de las crisis económicas y de modelo de sociedad, tendemos a comentar todo tipo de causas, condicionantes y efectos. Sin embargo, por alguna razón curiosa, frecuentemente olvidamos el mayor impacto: el monetario. Piensa en el siguiente ejemplo. Imagina un enorme desequilibrio económico. El gobernante de turno, de camino al Parlamento, donde tendrá que explicar sus propuestas de subidas de impuestos o de reducciones de gasto, mientras lee el discurso y se imagina el diluvio de reproches que va a recibir, piensa: «Ay, si tuviéramos inflación y devaluación, todo esto no pasaría». ¿Por qué? La inflación —el impuesto de los pobres— siempre se achaca a fenómenos externos, como si cayera del cielo por designio divino. El gobernante, en vez de explicar las leyes de urgencia que aplicará, puede acudir al argumento más socorrido: la guerra económica, los mercados, culpar a los comerciantes que suben los precios… Es fantástico. Sin embargo, la inflación es siempre un desequilibrio fundamental de la economía creado por políticas muy específicas. La idea de que una inflación «moderada» es buena es similar a la de pensar que tener un poco de fiebre es beneficioso. Viene de la percepción —falsa— de que tú no vas a comprar lo que necesitas cuando lo necesites si piensas que en el futuro pueden bajar los precios. Desde la Roma antigua, pocos han escapado a la tentación de cubrir desequilibrios estructurales devaluando el valor de la moneda y, con ello, transfiriendo riqueza de los ahorradores y asalariados hacia los sectores endeudados y hacia el gobierno. Siempre desde el engaño de decir que es «por nuestro bien». Tú, querido amigo, dirás que, con las políticas expansivas y el aumento de la cantidad de dinero en el sistema de los últimos años, se ha conseguido el éxito de evitar el inflacionismo destructor de los regímenes que se dedican a imprimir moneda sin control, a la vez que se permite una salida gradual de la crisis. Y no te faltará cierta razón. Efectivamente, la política monetaria que se lleva a cabo en los países de la OCDE evita algunos de los desequilibrios más peligrosos para las economías, pero genera otros. Y el enorme riesgo se encuentra precisamente en lo que algunos aplauden: la enorme burbuja creada en la deuda soberana y el mercado de bonos. Puede parecernos estupendo que bajen agresivamente los tipos de interés y que se inunde el mercado de liquidez, pero no deja de ser un canto de sirena que nos llama a endeudarnos, a gastar y tomar riesgo por encima de los mínimos criterios de prudencia, bajo la falsa promesa de que «no pasa nada» porque «nos apoyan los bancos centrales». Luego, cuando explota, esos mismos bancos centrales que nunca han identificado una burbuja ni alertado de una crisis te echarán la culpa a ti por asumir riesgos excesivos y se presentarán como la solución, bajando los tipos y aumentando la liquidez. No obstante, existe una salida sin acudir a extremismos ni soluciones mágicas, sin acabar con las instituciones ni supeditarlas a los delirios inflacionistas. Aquí lo explico. Bienvenidos, señoras y señores, a La gran trampa.
El Marketing atraviesa hoy una crisis al verse obligado a lidiar con la independencia de los clientes, la cual está debilitando cualquier esfuerzo convencional para comunicarse de manera eficaz con ellos. Atraer y retener clientes de una forma económicamente rentable se ha vuelto complicado. Esta situación pone sobre la mesa importantes interrogantes acerca de la efectividad del Marketing y sobre la definición general del mismo. En el nuevo escenario (muy diferente a aquel en el que nació la disciplina), los productos manufacturados de forma masiva, que en algún momento atrajeron la atención del consumidor, van siendo dejados de lado en favor de otros fabricados a medida de los deseos del comprador. Con una mayor competencia y la creciente globalización, la libertad de elección también se amplía. Un hipermercado europeo promedio ofrece hoy un escaparate de opciones de 40.000 líneas de productos, con un 5% – 10% de ellas cambiando cada año. Para llegar hasta sus clientes, las compañías han desarrollado nuevas modalidades de comunicación yendo más allá de los medios convencionales de publicidad en televisión, radio y prensa. Las compañías patrocinan hoy prácticamente cualquier cosa: el metro en las grandes ciudades, los carritos de los supermercados, las entradas para el cine, etc. Además, han surgido nuevas vías para canalizar la información, como internet, el correo electrónico o los mensajes de texto. Los nuevos consumidores se defienden contra este creciente flujo de mensajes comerciales simplemente ignorándolos. La tecnología en este caso se pone de su parte y les permite en muchos casos filtrar los mensajes que reciben. De ahí que los anuncios publicitarios se hayan reducido y las abreviaturas, los logos, los ritmos y los colores configuren el nuevo lenguaje de los mensajes comerciales, diseñados específicamente para explotar este corto período de atención. Por desgracia, muchos especialistas en Marketing están reaccionando con excesiva lentitud para hacer frente a estas nuevas tendencias. Muchos departamentos de Marketing no han sido capaces todavía de reconocer que algo se ha roto y necesita ser reparado. El modelo basado en mensajes difundidos masivamente y la diferenciación de los productos se han vuelto ineficaces. El impacto de la publicidad tradicional ha decrecido en los países desarrollados como resultado directo del espectacular aumento de los mensajes que las personas reciben a diario. La nueva generación de consumidores alberga mayores expectativas y se desilusiona más rápidamente. Exigen de una compañía que sea capaz de interactuar con ellos en el momento en que lo necesitan; esperan poder ellos mismos adaptar el servicio a sus necesidades antes ya de que se les transmita cómo funcionará; investigan a los diferentes proveedores de un servicio antes de comprometerse con uno; quieren un servicio excelente en cualquier momento. Para una empresa, el costo de no cumplir con estas expectativas es alto: los clientes no sólo la dejarán a un lado, sino que persuadirán a otros de hacer lo propio. Para obtener la fidelidad de un cliente es preciso centrar la atención en su experiencia. La sensibilidad y la capacidad de respuesta han de reemplazar a ese otro modelo de presión en el que es necesario vender a toda costa para generar negocio. El Marketing debe comprometer toda su atención a lo largo del ciclo completo: no sólo en la publicidad y en los puntos de venta, sino también mediante los centros de servicio al cliente, el contacto postventa, los empleados de apoyo, etc. Es imprescindible abrirse a toda la diversidad de canales para llegar al consumidor y no mantenerse limitados a los tradicionales. Los costos de cada canal, los niveles de servicio y la eficacia son los factores que determinarán el canal idóneo en cada ocasión.
Por primera vez en la historia, la ley de la demanda y la oferta está siendo puesta a prueba. ¿Hemos presionado el consumo hasta un punto de saturación y ahora somos incapaces de establecer una nueva demanda a cualquier precio? ¿Por qué de repente disminuye la demanda y tenemos temor a una deflación? ¿Cómo se adaptarán las corporaciones a esta nueva realidad económica en la que se produce poco o ningún crecimiento?
La necesidad de contar con la ayuda de un profesional surge en cualquier momento de la existencia de todo negocio. Siempre habrá casos que excedan nuestra competencia y que requerirán acudir a servicios de consultoría para resolverlos. El presente libro está escrito a modo de guía para elegir y utilizar estos servicios de la manera más racional posible, con el objeto de obtener el apoyo y los resultados necesarios. Como tal, resulta de utilidad no solo para las empresas, sino también para las organizaciones sin ánimo de lucro y particulares que puedan precisar de dicho refuerzo. La experiencia del autor en este ámbito, más su privilegiada información sobre cómo funcionan las relaciones entre los consultores y sus clientes, lo ponen en disposición de ofrecer al lector útiles y prácticas lecciones cuando se trata de: Determinar la necesidad de ayuda profesional. Comprender cómo trabajan y cobran los consultores. Definir nuestras exigencias y el servicio que queremos que nos presten. Elegir a los consultores apropiados. Supervisar su trabajo. Sacar el máximo provecho de ellos. Por otra parte, los numerosos estudios de caso incluidos en el texto clarifican e ilustran cómo es en la realidad la relación entre el cliente y su consultor.
Eamonn Kelly invita en este libro a reflexionar sobre las radicales transformaciones tecnológicas, políticas y sociales que ha presenciado el mundo en las últimas décadas. Kelly mantiene la hipótesis de que estamos presenciando un cambio de era, pues la Humanidad atraviesa uno de los más drásticos puntos de inflexión en la historia desde el surgimiento de la Ilustración en la Europa del siglo XVIII. Esto es lo que convierte a la época actual en «tiempos poderosos», como indica el título del libro. Según su autor, las decisiones y acciones de empresas, organizaciones, pueblos y gobiernos configurarán el estado de la humanidad para un largo número de generaciones futuras, ya que la aparición de innovadores poderes económicos y el surgimiento de nuevas tecnologías tendrán como resultado cambios inimaginables. Ejecutivos, emprendedores, managers o simplemente personas con inquietudes aprenderán de esta lúcida mirada al futuro cómo prepararse desde ya mismo, en estos tiempos de incertidumbre y profundas transformaciones, para las oportunidades sin precedentes que esperan a la humanidad.
Nuestras intuiciones son un instrumento altamente ecológico: proporcionan respuestas eficaces y de bajo coste cognitivo a los estímulos que nos acosan desde el exterior y desde el interior. Nos permiten tener una percepción inmediata de una situación, una relación o una idea, ahorrándonos onerosos y complejos cálculos mentales. Son un «sexto sentido» indispensable para la supervivencia. Pero su rapidez va en detrimento de su precisión. Cargadas de afectividad, difíciles de controlar o de modificar, las intuiciones son aproximativas, a veces dramáticamente desorientadoras. Cuándo confiar en nuestras intuiciones y cuándo desconfiar de ellas, como veremos, es algo que se puede aprender. En este resumen, que comienza a continuación, nos centraremos en diez de estas trampas o ilusiones mentales.
Todos llevamos dentro un potencial creativo oculto que podemos intentar descubrir. Quizá si observamos la vida de aquellas personas que fueron claves en el desarrollo de la humanidad y analizamos qué les llevó a desmarcarse de la gente corriente, podríamos aproximarnos a una definición de lo que es la Inteligencia Creativa: una combinación del carácter, el modo de procesar la información, los valores personales y el apoyo externo a nuestro esfuerzo. ¿Cómo reaccionamos ante diferentes situaciones? ¿Cómo percibimos el mundo? ¿Qué hacemos y qué conseguimos? ¿Qué actividades se adaptan mejor a nuestras capacidades? ¿Quién nos apoya? Este libro enseña a aplicar y fomentar la inteligencia creativa en los diversos campos de la actividad humana.
En Will Your Next Business Mistake Be Fatal?, Robert E. Mittelstaedt, Jr. argumenta que, al crear una disciplina, una cultura y un aprendizaje de las experiencias de otras personas o empresas, se incrementan las posibilidades de reducir el número de errores. Incorporar el manejo de múltiples errores, o Managing Multiple Mistakes (M3), en nuestra organización puede ayudar a evitar que se produzcan esas «situaciones» que comúnmente llamamos accidentes, desastres o crisis. Posiblemente, y a pesar de que usted no pueda eliminar totalmente esas incidencias, el conocimiento de sus patrones de desarrollo más comunes puede generar en su organización una estructura alerta, capaz de identificar e intervenir con celeridad al atisbar los primeros elementos de una situación que pueda entrañar riesgos y, con ello, minimizar su impacto y el daño que pueda ocasionar. Mittelstaedt nos invita a aprender a construir una cultura laboral en donde la ejecución y la estrategia estén encaminadas a erradicar la cadena de errores o, al menos, a reducir sus consecuencias en la organización.
¿Quién fue Ícaro? El hombre que, según nos cuentan, murió por culpa de su orgullo desmedido. Hizo unas alas de cera para él y otras para su padre con el fin de liberarlo de su cautiverio, pero voló demasiado alto. Se acercó al sol, se le derritieron las alas, cayó al mar y pereció. Ya se lo había advertido su padre: no vueles demasiado cerca del sol. La lección es que no debes creer que eres mejor de lo que eres y, sobre todo, que jamás pienses que puedes hacer lo que hace un dios. Sin embargo, lo que no te han contado es que Dédalo, el padre de Ícaro, también le dijo que no volase demasiado cerca del mar, porque el agua echaría a perder la fuerza impulsora de sus alas. Es mucho más peligroso volar demasiado bajo que demasiado alto porque crees que lo primero es más seguro. Construimos una zona de confort en torno a la obediencia y la invisibilidad, y el resultado es que estamos demasiado cerca de las olas. Sin embargo, esta zona de confort ya no coincide con la zona de seguridad, que está en la creación interminable y en una conexión personal cada vez más profunda. Los pilares de nuestra nueva sociedad son las ideas que se difunden y conectan lo desconectado. En otras palabras, en crear arte. La mala noticia es que los artistas no son invulnerables. La nueva zona de seguridad ya no es tan cómoda como la anterior. Por eso quiero que cada vez más personas pongan en práctica una forma diferente de trabajar y de pensar en su trabajo. Este libro explica por qué todos nosotros deberíamos crear «arte», por qué vale la pena y por qué no podemos esperar. El mundo está lleno de personas ordinarias que hacen cosas extraordinarias y tú puedes ser una de ellas.