El placer de seducir. Ezequiel López Peralta

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Название El placer de seducir
Автор произведения Ezequiel López Peralta
Жанр Изобразительное искусство, фотография
Серия
Издательство Изобразительное искусство, фотография
Год выпуска 0
isbn 9789585564985



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Alejandra. Conocí en una fiesta a un chico que me gustaba en la universidad, pero yo tenía que ir a otro lado y luego regresar. En esa despedida supuse que me daría un pico “andeneado”, ¡pero me metió la lengua por poco hasta la garganta! Me dio un ataque de risa en su cara, pero regresé por más. No le fue tan mal.

       Yajaira. Estábamos bailando en una reunión de amigos, nosotros en un balcón, yo mucho más baja de estatura que él. Le enseñaba algunos pasos de merengue, y comenzó a llover a las 2:00 a.m. Todos entraron, y cuando le propuse resguardarnos para no mojarnos me estrechó y sacó la capucha de su suéter. Me dijo: “Esta nos tapa a los dos”. Me miró fijo, me cubrió y nos respiramos muy de cerca. No hubo un gran beso, pero la forma en que se rozaban nuestros labios y en que nos besamos con la mirada, las manos, y ese respirarnos punta de nariz con punta de nariz, aliento con aliento y sin perder el contacto visual, fue lo máximo en mi vida. Jamás lo podré olvidar.

       Ana. He salido con varios hombres, lo confieso, pero solo un beso hace dos años aún permanece en mis recuerdos. Un beso lento, sensual y sexual a la vez, con muchas caricias y toques rápidos. Recuerdo su olor a perfume fresco y su sonrisa tentadora como señal de querer más. Sencillamente inolvidable.

       Daniela. Primer beso a costa de una amenaza muy tentadora como lo es un mordisco (sutil, pero mordisco al fin y al cabo), por sacar la lengua en forma de coqueteo, a lo cual mi “amenazante” dijo que la próxima vez que lo hiciera me mordería. Lo dijo tres veces, como Pedro negando a Jesús, y asimismo no cumplió su amenaza, a lo cual le dije: “Es la tercera vez que lo dices y no haces nada”. Y… nació el primer beso.

       María. Un beso prohibido, hace algunos años. En el trabajo, un amigo me dijo que tenía unos labios muy provocativos, a lo que contesté: “No juegues con candela que te quemas”. Y nos quemamos. Por un lado porque ambos estábamos en otras relaciones; por otro, por el lugar, en fin... uno de los mejores besos del mundo: apasionado y tierno a la vez, y lleno de adrenalina.

       He sentido un beso que cuando se acerca a los labios, el simple roce logra que todo mi sistema nervioso se altere. Al cerrar los ojos, me lleva a una dimensión en la cual no existe nada más que los labios en movimiento, se convierte en una transferencia donde las almas se encuentran y se unen para ser una sola. Ese magnífico beso, cuando termina, me hizo lanzar una mirada de placer y suspiro que solo quería culminar en los brazos de aquella persona, besándonos toda la noche sin parar.

      A veces los que se hacen esperar son los mejores.

       Marcos. Tuve un primer beso que se demoró siete años en llegar. La conocí en la universidad, pero ambos éramos de países distintos. Después de siete años comenzamos a hablar por Skype, nos empezamos a reconocer y nos enamoramos. Luego de meses decidimos vernos, esos días de espera fueron eternos. Yo traté de que todo fuera perfecto, cuando llegó al aeropuerto nos dimos un abrazo tan fuerte que no se lograba escuchar a la gente alrededor nuestro. El primer beso vino después, la sentí como si siempre hubiéramos estado juntos, no me pareció un cuerpo extraño. Fue un beso lento, suave, reconociendo al otro y reconociéndome con el otro.

      También tengo lectoras que son expertas en el arte de besar.

       María Paulina. Al parecer en este aspecto mi fuerte son los besos. Aquí tres historias. Un compañero de trabajo me parecía súper interesante, pero nunca me animé a intentar nada. Cuando se retiró del sitio donde trabajábamos nos reunimos a conversar, y entre charla y charla me preguntó: “¿Tú me darías un beso?”. Y sobra decir la respuesta… interesante, claro y directo. En otra ocasión, salimos varios amigos a tomar algo, y en un cóctel había una cereza que tomé para mí. Un amigo me dijo que le diera, y yo simplemente la partí a la mitad y le ofrecí. Me miró y me dijo: “Así no”. Le ofrecí de nuevo poniendo la cereza en mi boca y bueno… fueron unos besos interesantes y dulces. La última, hace poco —simple y llanamente— decidí robarle un beso al chico que me gusta, así sin más, y resultó bastante interesante. Entre otras cosas porque fue una sensación buenísima, dado que el chico me encanta y desde que me separé (hace dos años) no me sentía tan así.

      Afortunadamente, solo un relato hace referencia a un beso poco feliz.

       Viryi. Aún recuerdo un primer beso que me marcó, pero por lo desagradable. Además de baboso, ¡la lengua me llegó a mi garganta! Era como rebuscar algo que se le había perdido entre mis dientes y mi garganta. ¡No, no, no! ¡Totalmente inaceptable!

      La seducción es un arte que se puede aprender. Por lo tanto, no tengas la menor duda de que tú puedes desarrollar tu potencial para seducir. Hay algunas personas con capacidades innatas que son seductoras por naturaleza. A otros quizás les cuesta más, y eso ocurre con cualquier habilidad o destreza que alguien se proponga aprender. La destreza manual, la capacidad de coordinación de movimientos, el registro de melodías y tantas otras virtudes pueden hacer que si tomas un instrumento de cuerdas y tienes un buen docente, te destaques en su ejecución y avances más rápido que otros en el aprendizaje. Pero eso no quita que si careces de esas capacidades tan desarrolladas no tengas la posibilidad de tocar el instrumento. Te llevará más tiempo, necesitarás más horas de práctica, quizás no consigas alcanzar el mismo nivel que en el primer caso. Pero puedes aprender de todas formas. Para dar otro ejemplo, si como atleta tu capacidad aeróbica es alta y tu contextura física delgada, eso te permite comer, nadar, saltar con un entrenamiento básico, en un alto nivel de competitividad. Si no posees esas mismas capacidades innatas necesitarás de más entrenamiento, dieta, constancia y tiempo. No obstante, vas a lograr la meta y a destacarte en determinada disciplina.

      En el plano de la seducción ocurre algo parecido. Un hombre alto, delgado, con registro de voz grave, manos con dedos largos, ojos claros y algunas cualidades personales, que gracias a su experiencia ha aprendido, como la simpatía, el sentido del humor, el liderazgo, sin lugar a dudas corre con ventajas. Una mujer delgada, con voz suave, ciertas curvas del cuerpo marcadas, glúteos firmes, busto llamativo, piernas estilizadas y cintura pequeña, además de algunas virtudes como la dulzura, la simpatía, la empatía, la sensualidad —y ni se diga si además cocina bien— tendrá más atractivo sexual. Pero seguro que conoces muchas personas que tienen esas mismas virtudes latentes y no las han descubierto. O no saben cómo sacarlas a la luz. Y también sabes de otras que las han aprendido. Para ser seductor no es necesario tener o incorporar todas las cualidades reconocidas como seductoras o sensuales. Lo importante es reconocer tus propias capacidades innatas, saber presentarlas de manera adecuada y trabajar contigo para desarrollar aquellos aspectos en los cuales tienes mayores limitaciones. Es una mala costumbre de estos tiempos el construir una mirada predominantemente negativa de ti mismo. Se te enseña que lo bueno es lo externo, el modelo que se exhibe en los medios de comunicación y en las propagandas. La perfección es lo que se busca. Y por supuesto es un ideal inalcanzable. Esos modelos tiranos te hacen pensar que no eres lo suficientemente valioso, que no coincides con lo que debería ser. Así aprendes a enfocarte en tus defectos y tus limitaciones, poniéndolos por delante de tus potenciales y de tus virtudes. El concepto que te propongo es, en este sentido, el reconocimiento, la valoración, el perfeccionamiento y la exposición de las virtudes, y el trabajo planificado y persistente para superar las limitaciones.

      Mi propuesta está lejos de crear un personaje, de construir una máscara o de imitar a alguien exitoso. Te invito a rescatar lo mejor de tu propia persona y construir (por medio de la reflexión, la elaboración y la autocrítica positiva) una imagen y una personalidad donde integres armónicamente diferentes aspectos que te facilitarán seducirte mejor a ti mismo, y por lo tanto, a los demás.

      Desde este punto de vista, la seducción implica una estrategia de autodesarrollo, en la que te vas a dar un tiempo y recurrirás a ciertos recursos que te permitirán lograr