Gabriel García Márquez. Nuevas lecturas. Juan Moreno Blanco

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Название Gabriel García Márquez. Nuevas lecturas
Автор произведения Juan Moreno Blanco
Жанр Изобразительное искусство, фотография
Серия
Издательство Изобразительное искусство, фотография
Год выпуска 0
isbn 9789587463118



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Random House.

      Leante, C. (1996). Gabriel García Márquez, el hechicero. Madrid, España: Pliegos.

      Martí, J. (2004). Ensayos y crónicas. Madrid, España: Cátedra.

      Pardo Llada, J. (1976). Fidel: de los jesuitas al Moncada. Bogotá, Colombia: Plaza & Janés.

      Rentería, A. (1978). García Márquez habla de García Márquez. Lima, Perú: Rentería Editores.

      Rojas, R. (2014). El Gabo frente a Cuba. Nexos Recuperado de https://www.nexos.com.mx/?p=22675

      Valdés, Z. (2008). La ficción Fidel. Barcelona, España: Planeta.

      1. En el siglo xix, los escritores románticos plantearon que la autonomía de una nación pasaba por el idioma y propusieron una literatura que expresara la originalidad americana en lugar de ser una simple copia de los modelos hispánicos. No obstante, ese intento de independencia literaria no pasó de ser un programa, pues, al momento de escribir, los escritores hispanoamericanos no lograban liberarse de la mentalidad del colonizado y tendían a ser más castizos que los propios españoles. Fueron los modernistas, encabezados por José Martí y Rubén Darío, quienes, con lucidez cosmopolita, asumieron ese afán emancipatorio, no aferrándose a un modelo único, sino más bien intentando apropiarse de todos: en los comienzos, de los foráneos –ingleses, franceses, alemanes, norteamericanos–, y en los estertores del movimiento, ante la amenaza del imperialismo, de los propios, es decir, de la tradición local popular que habían explorado algunos románticos. De esta manera, los poetas, novelistas, cuentistas y dramaturgos pudieron conseguir la independencia que, en el dominio de la política, nunca se dio a plenitud, debido a la indolencia o a la ineptitud de los gobernantes, siempre sumisos con las potencias extranjeras.

      22. Este texto de Guillermo Cabrera Infante, «Nuestro prohombre en La Habana», se publicó originalmente en 1983 en la revista Vuelta. Por su parte, Carlos Franqui (2006), afirma: «García Márquez, precavido y generoso en abril del 61, dirigía Prensa Latina en Nueva York, creyendo y equivocándose, cuando la invasión, pensó que detrás del invasor iban a estar los gringos, puso pies en polvorosa, una fuga larga y continuada con el castrismo, al que no se incorporaría hasta después del vergonzoso proceso Padilla, que defendió haciéndose perdonar, después de pasar una decena de años en silencio y sin visitar la isla» (p. 372).

      3. Leante, sin embargo, miente al afirmar que en 1981 se había publicado en Cuba toda la obra de García Márquez, excepto El otoño del patriarca, cuando lo cierto es que la edición cubana, publicada por Huracán, había salido en 1978. Tal conducta se reitera en otros autores como Cabrera Infante, Franqui y Zoé Valdés que deliberadamente alteran las fechas en que ocurren sucesos tales como la salida de García Márquez de Nueva York o la supuesta lectura en 1961, de Celestino antes del alba, novela que se publicó en 1967.

      4. Zoé Valdés (2008), al recordar la presencia de Castro en Colombia durante El Bogotazo del 9 de abril de 1948, conjeturaba que la amistad de García Márquez tendría como finalidad la escritura de la verdadera biografía del comandante: «Siempre he pensado que Gabriel García Márquez ha venido tejiendo la novela de su amigo Fidel a partir de este suceso, por declaraciones que ha hecho el propio Gabo. Una novela que quizá con la muerte de Fidel salga a la luz, porque sospecho que el Nobel colombiano ya la tiene escrita. Al menos, El otoño del patriarca, fue un extraordinario ensayo de la misma» (p. 68)

      5. «Un señor muy viejo con unas alas enormes» (1968), «El ahogado más hermoso del mundo» (1968), «El último viaje del buque fantasma» (1968), «Blacamán, el bueno, vendedor de milagros» (1968), «Muerte constante más allá del amor» (1970) y «La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada» (1972).

      6. Agradezco a Daniel Samper Pizano sus precisiones en torno a este punto..

      7. Muy interesante y pleno de aciertos al respecto es el estudio de Beatriz Cynthia Campusano Bakovic (1993), en el cual sostiene no sólo que Juan Vicente Gómez es el paradigma del patriarca, sino que la biografía de Thomas Rourke (1952), Gómez. Tirano de los Andes, constituye la principal fuente intertextual de la novela. A su juicio, «García Márquez se sintió obviamente fascinado con este texto. Debe haber trabajado extensamente en él, e hizo del texto completo un modelo para la producción y la reescritura de la vida del Dictador».

      8. «A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de siete meses» Martí (2004, p. 158).

      Diógenes Fajardo Valenzuela

      El coronel Aureliano Buendía le había hablado de la fascinación por la guerra…

      José Arcadio Segundo llegó a la conclusión de que el coronel Aureliano Buendía no fue más que un farsante o un imbécil.

      Gabriel García Márquez

      Cien años de soledad

      No es por azar que en la firma del primer Acuerdo de Paz realizado el 26 de septiembre de 2016 en Cartagena los dos oradores centrales, el presidente Juan Manuel Santos y el máximo dirigente de la guerrilla Rodrigo Londoño Echeverri (Timochenko), hayan citado al premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez. El presidente dijo:

      Gabo –el gran ausente en este día–, que fue artífice en la sombra de muchos intentos y procesos de paz, no alcanzó a estar aquí para vivir este momento, en su Cartagena querida, donde reposan sus cenizas. Pero debe estar feliz viendo volar sus mariposas amarillas en la Colombia que él soñó, nuestra Colombia que alcanza –por fin–, como él dijo, «una segunda oportunidad sobre la tierra». (Santos, 26 de septiembre de 2016)

      El jefe guerrillero terminó su intervención dando la bienvenida a esta segunda oportunidad sobre la Tierra.

      Esto fue días antes de que el pueblo colombiano, cuya alma conocía tan bien el escritor de Aracataca, manifestara desidia frente a un acuerdo que veía mucho más político que histórico y no participara en el plebiscito (63 % de abstención), o expresara en las urnas su negativa a refrendar lo pactado en La Habana, enardecido por un caudal de mentiras sobre cómo podría afectar sus vidas si votaban el Sí –incremento de los impuestos para pagar salarios y prebendas a los guerrilleros, ataque a la familia que tendría que aceptar que sus hijos se volvieran homosexuales, posibilidad casi inmediata de una presidencia de Timochenko, conversión en un país castrochavista–. Todos recordarán las declaraciones del gerente de la campaña del No, Juan Carlos Vélez Uribe, en las que, no sin una buena dosis de cinismo, revelaba indiscretamente que lejos de buscar explicar los acuerdos, se dedicaron a provocar la indignación de la gente para que «saliera a votar verraca». Por supuesto, la estrategia empleada no fue generalizada sino dirigida a núcleos de población específica:

      En emisoras de estratos medios y altos nos basamos en la no impunidad, la elegibilidad y la reforma tributaria, mientras en las emisoras de estratos bajos nos enfocamos en subsidios. En cuanto al segmento en cada región utilizamos sus respectivos acentos. En la Costa individualizamos el mensaje de que nos íbamos a convertir en Venezuela. (Redacción Digital Blu Radio, 6 de octubre de 2016)

      El resultado del plebiscito del 2 de octubre de 2016 fue visto fuera de Colombia como un ejemplo más del realismo mágico que nos circunda.