El ministerio de la bondad. Elena Gould de White

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Название El ministerio de la bondad
Автор произведения Elena Gould de White
Жанр Документальная литература
Серия Biblioteca del hogar cristiano
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877981858



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satisfacer los propios placeres.

      Si se empeñan en esta obra de misericordia y amor, ¿será posible que esta tarea resulte demasiado pesada para ustedes? ¿Fracasarán y serán aplastados bajo su peso, y vuestra familia será privada de vuestro sostén e influencia? ¡Oh, no! Dios ha eliminado cuidadosamente todas las dudas en cuanto a esto con una promesa a ustedes bajo la condición de vuestra obediencia. Esta promesa abarca todo lo que el más exigente y el más vacilante podría anhelar. “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto”. Solamente crean que el que prometió es fiel. Dios puede renovar la fuerza física. Más aún, lo dijo y lo hará. Y su promesa no termina ahí. “E irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia”. Dios edificará una fortaleza alrededor de ustedes. Pero la promesa no se detiene ni aun aquí. “Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí”. Si eliminan el yugo de opresión y dejan de hablar vanidad; si derraman su alma ante el hambriento, entonces “en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías [hambre] saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan” [Isa. 58:8-11] (TI 2:32, 33).

       La doble reforma de Isaías 58. La obra especificada en estas palabras [Isa. 58] es el trabajo que Dios pide a su pueblo que realice. Es la obra señalada por el mismo Dios. Con la labor de defender los mandamientos de Dios y reparar las brechas que se han hecho en la ley de Dios, debemos mezclar la compasión por la humanidad doliente. Hemos de mostrar el supremo amor de Dios. Hemos de exaltar su monumento conmemorativo, el cual ha sido hollado por pies sacrílegos. Y con esto hemos de manifestar misericordia, benevolencia y la más tierna piedad por la raza caída. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” [Sant. 2:8]. Como un pueblo, debemos realizar esta labor. El amor revelado hacia la humanidad doliente da significado y poder a la verdad (SpT “A”, Nº 10, pp. 3, 4).

      La verdadera interpretación del evangelio. Solamente con un generoso desinterés por quienes necesitan ayuda podremos dar una demostración práctica de las verdades del evangelio. “Si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” [Sant. 2:15-17]. “Ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres: empero la mayor de ellas es la caridad” (1 Cor. 13:13, Reina-Valera 1909).

      Mucho más que un mero sermón está incluido en la predicación del evangelio. Los ignorantes han de ser instruidos; los desanimados han de ser reanimados; los enfermos han de ser restaurados. La voz humana debe tomar parte en la obra de Dios. Palabras de ternura, simpatía y amor han de testificar de la verdad. Oraciones cordiales y sinceras han de acercar a los ángeles... El Señor les dará el éxito en esta labor... cuando ella esté entretejida con la vida diaria, cuando se viva y se practique. La verdadera interpretación del evangelio es la unión de la obra en favor del cuerpo y del alma, tal como Cristo la realizó (RH, 4-3-1902).

       El consejo es explícito. No tengo temor por los obreros que están empeñados en la obra representada en Isaías 58. Ese capítulo es explícito y suficiente para iluminar a cualquiera que desee hacer la voluntad de Dios. Hay muchas oportunidades para que todos sean una bendición para la humanidad. El mensaje del tercer ángel no debe ser relegado a segundo término en esta obra, sino que debe ser uno con ella. Puede haber y hay un peligro al esconder los grandes principios de la verdad cuando realizamos la obra que debe ser hecha. Esta obra ha de ser para el mensaje lo que la mano es para el cuerpo. Las necesidades espirituales del alma deben estar en primer término (Carta 24, 1898).

       La obra que Dios nos ha señalado. No puedo instar demasiado a todos los miembros de nuestras iglesias, a todos los que son verdaderos misioneros, a todos los que creen el mensaje del tercer ángel, a todos los que apartan su pie del sábado, para que consideren el mensaje de Isaías 58. La obra de beneficencia ordenada en dicho capítulo es la que Dios requiere que su pueblo haga en este tiempo. Es obra señalada por él. No nos deja en duda en cuanto a dónde se aplica el mensaje, y al momento de su cumplimiento señalado, porque leemos: “Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás; y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar” (vers. 12). El monumento recordativo de Dios, el sábado o séptimo día, recuerdo de la obra que hizo al crear el mundo, ha sido desplazado por el hombre de pecado. El pueblo de Dios tiene una obra especial que hacer para reparar la brecha que ha sido abierta en su ley; y cuanto más nos acercamos al fin, más urgente se vuelve esta obra. Todos los que amen a Dios demostrarán que llevan su sello observando sus mandamientos...

      Cuando la iglesia acepte la obra que Dios le dio, se cumplirá la promesa que se le hizo: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia” [vers. 8] (JT 2:503, 505).

      CAPÍTULO

      La religión verdadera

      Definición de religión verdadera. ¿Qué es la religión verdadera? Cristo nos ha dicho que la religión verdadera es el ejercicio de la compasión, la simpatía y el amor en el hogar, en la iglesia y en el mundo. Esta es la clase de religión para enseñar a los hijos y es lo genuino. Enséñenles que no concentren sus pensamientos en sí mismos, sino que por doquier hay seres humanos necesitados y dolientes, un campo para la obra misionera (RH, 12-11-1895).

      La religión verdadera, libre de toda mancha delante del Padre, es ésta: “Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” [Sant. 1:27]. Las buenas obras son los frutos que Cristo quiere que produzcamos: palabras amables, actos de misericordia, de tierna solicitud para con los pobres, los necesitados, los afligidos. Cuando los corazones simpatizan con otros corazones agobiados por el desánimo y el pesar; cuando la mano reparte a los necesitados; cuando se viste a los desnudos; cuando los extraños son bienvenidos a vuestra casa y tienen un lugar en vuestro corazón, los ángeles se acercan y resuena un acorde como respuesta en el Cielo (TI 2:24).

      La prueba de Dios de nuestra religión. Se me han mostrado algunas cosas referentes a nuestro deber para con los desvalidos, que siento que es mi deber escribir ahora (T 3:511).

      Vi que, en la providencia de Dios, viudas y huérfanos, ciegos, mudos, cojos y personas afligidas de varias maneras han sido colocados en estrecha relación cristiana con su iglesia; es para probar a su pueblo y desarrollar su verdadero carácter. Los ángeles de Dios vigilan para ver cómo tratamos a estas personas que necesitan nuestra simpatía, amor y benevolencia desinteresada. Esta es la forma en que Dios prueba nuestro carácter. Si tenemos la verdadera religión de la Biblia, sentiremos que es un deber de amor, bondad e interés el que hemos de cumplir para Cristo en favor de sus hermanos; y no podemos hacer nada menos que mostrar nuestra gratitud, por su incomparable amor manifestado hacia nosotros mientras éramos pecadores indignos de su gracia, revelando un profundo interés y un amor abnegado por quienes son nuestros hermanos, y que son menos afortunados que nosotros (SC 239).

      ¿Cómo brilla vuestra luz? Quienes debieran haber sido la luz del mundo, tan sólo han dejado lucir débiles y tenues rayos. ¿Qué es [esa] luz? Es piedad, bondad, verdad, misericordia, amor; es la revelación de la verdad en el carácter y la vida. El evangelio depende de la piedad personal de sus creyentes para su poder agresivo, y Dios ha hecho provisión, mediante la muerte de su Hijo amado, para que cada alma sea plenamente preparada para toda buena obra (RH, 24-3-1891).