Biblioteca del hogar cristiano

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    El discurso maestro de Jesucristo

    Elena G. de White

    A través de los tiempos, las palabras dichas por Jesús desde la cumbre del Monte de las Bienaventuranzas conservarán su poder. Cada frase es una joya de verdad. Los principios enunciados en este discurso se aplican a todas las edades y a todas las clases sociales. Con energía divina, Cristo expresó su fe y esperanza al señalar como bienaventurados a un grupo tras otro por haber desarrollado un carácter justo. Al vivir la vida del Dador de toda existencia, mediante la fe en él, todos los hombres pueden alcanzar la norma establecida en sus bendiciones.

    Consejos sobre la salud

    Elena Gould de White

    A partir de la segunda mitad del siglo XX, abundante luz procedente de diversas fuentes ha iluminado el importante tema del cuidado de la salud. Pero, ya mucho antes, el Espíritu de Profecía le había dado una visión diferente: el ámbito espiritual; y fue allí donde del arte de sanar brilló con santo esplendor, luz nítida y vital que hoy está a nuestro alcance. Que los «consejos» contenidos en esta obra sirvan para bendecir, fortalecer y amoldar la vida de quienes tratan de dirigir la atención de la gente hacia nuestro bendito Dios, quien es el único que posee el don de la sanidad, al tiempo que se benefician de sus sabios y eternos principios.

    El ministerio de la bondad

    Elena Gould de White

    "En la providencia de Dios, los hechos han sido así ordenados para que los pobres estén siempre con nosotros, y lo es con el único propósito de que pueda haber en el corazón humano un constante ejercicio de los atributos de la misericordia y el amor. El hombre ha de cultivar la ternura y la compasión de Cristo; no ha de separarse de los dolientes, los afligidos, los necesitados y los angustiados" Elena de White, Signs of the Times, 13 de junio de 1892.

    Mensajes para los jóvenes

    Elena G. de White

    Joven o señorita, tienes en tus manos un maravilloso y útil conjunto de orientaciones -plenos de instrucción, simpatía, reprensión y aliento- dirigidas expresamente a ti. ¿No encuentras el sentido a tu pasar por este mundo? ¿Te sientes desorientado en la gran aventura de vivir? ¿Temes o quieres iniciar la etapa de la adultez, y no sabes por qué o cómo hacerlo?En esta obra hallarás las respuestas a éstos y muchos otros interrogantes que bullen en tu mente. Nuestro más ferviente ruego es que estos mensajes sean una fuente de gran fortaleza para ti. No solo para obtener victorias morales y espirituales, sino también para el desarrollo de tu cuerpo, el perfeccionamiento de tu carácter y para beneficio de aquellos sobre quienes ejercerás tu influencia en los años que peregrinarás por esta Tierra.

    El ministerio de las publicaciones

    Elena G. de White

    Desde el comienzo de la obra de publicaciones adventistas, en 1849, se han distribuido miles de millones de ejemplares de nuestros libros y revistas, y colportores y laicos misioneros han dejado la mayoría de esas publicaciones en los hogares de hombres y mujeres de esta Tierra. Como libro acerca del establecimiento de la obra de las publicaciones en general, se espera que sirva de útil guía para todos los llamados a proclamar el mensaje de salvación por mdio de la difusión de la página impresa.

    El ministerio médico

    Elena G. de White

    Esta obra es una valiosa contribución a las necesidades del mundo en la esfuera del bienestar físico, mental y espiritual. Es única en sus alcances, pues identifica y recomienda lo verdaderamente científico en las causas y el tratamiento de las enfermedades, además de enfatizar la prevención de las dolencias; aconsejamos tenerla como libro de consulta permanente. ¿Y por qué la recomendamos al público en general? Por la vastedad de sus instrucciones, las cuales no son técnicas y las puede entender cualquier persona, y porque ellas son tan racionales que pueden cumplirse fácilmente.

    El camino a Cristo

    Elena G. de White

    Es imposible que escapemos por nosotros mismos del abismo de pecado en que estamos sumidos… Jesús vivió, sufrió y murió para redimirnos. El corazón de Dios suspira por sus hijos terrenales con un amor más fuerte que la muerte. Aprovechemos los medios con que se nos ha provisto para ser transformados conforme a su semejanza y restituidos al compañerismo con los ángeles ministradores, a la armonía y comunión con el Padre y el Hijo.