Sentidos de ciudad. Alejandra García Vargas

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Название Sentidos de ciudad
Автор произведения Alejandra García Vargas
Жанр Социология
Серия Antropología, estudios culturales y relaciones de poder
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789874735867



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no se ensanchó, cuando en otras ciudades parecía crecer la posibilidad de la aventura, de la fortuna fácil y el ascenso social. Por contraste las ciudades ajenas a las eruptivas formas de la modernización pudieron parecer más estancadas de lo que eran en realidad. (Romero, 1986, p. 258, mi énfasis).

      El mismo autor, luego, abunda en estas características:

      Lo típico de las ciudades estancadas o dormidas no fue tanto la intacta permanencia de su trazado urbano y su arquitectura como la perduración de sus sociedades. De hecho, se conservaban en ellas los viejos linajes y los grupos populares tal como se habían constituido en los lejanos tiempos coloniales o en la época patricia. Poco o nada había cambiado y, ciertamente, nada estimulaba la transformación de la estructura de las clases dominantes, ni la formación de nuevas clases medias ni la diversificación de las clases populares. (…) Todo lo contrario ocurrió en las ciudades que, directa o indirectamente, quedaron incluidas en el sistema de la nueva economía. Las viejas sociedades comenzaron a transmutarse. (Ibíd., p. 259, mi énfasis).

      Jesús Martín-Barbero (1998), directamente, enmudece en relación a ciudades no capitales. Que están excluidas, además, de los imaginarios urbanos de Armando Silva (2000), y de la modernidad periférica de Sarlo (1999).16

      Lo que produjo esta exclusión es una serie de consecuencias de diferente tipo. Parte de los trabajos sobre estas (otras) ciudades retoman acríticamente la producción de los que aquí hemos denominado “clásicos” eludiendo la distancia que existe entre las experiencias urbanas metropolitanas y las no-metropolitanas. El efecto, en ocasiones, es catastrófico. Otros, directamente los eluden y caen en la tentación provinciana (en Reino Unido se hablaría de “parroquial”) de intentar explicar sus ciudades sobre la base de su clausura (en este caso, teórica), en una abundancia descriptiva que no quiere –o no puede– sistematizar conclusiones en un horizonte teórico más problemático o más profundo. La producción más interesante, en cambio, dialogará tensamente con esos resultados, y propondrá sus propias mediaciones locales de los avances teóricos y las propuestas metodológicas del propio continente.

      Como vemos, la situación –y sus consecuencias– son parecidas al diálogo desigual que se establece entre la producción teórica de los países centrales y la de los países periféricos. Agravada, en este caso, por la situación de doble dependencia, que parece también duplicar la dimensión colonizada de la producción académica de y sobre ciudades no capitales de Latinoamérica. Esto es, una forma específica de jerarquización del conocimiento sobre ciudades asociada a la configuración del colonialismo interno (Stavenhagen, 1963; González Casanova, 2006).

      Mezcla y ritmo urbanos

      José Luis Romero (1986) emprende en su análisis el relevamiento de una erudita biblioteca sobre ciudades latinoamericanas, en la que conviven textos de la literatura, la historia, la sociología y el ensayismo. En su obra, priman los ejemplos referidos a las ciudades de Argentina, México, Brasil, Perú y Colombia, aunque también se ocupa de las de otros países latinoamericanos. En cada caso, establecerá diferencias dicotómicas entre experiencias urbanas, y a veces –la mayoría– sobre la estructura social de cada una. Prisionero de su tiempo, en el libro es persistente la preocupación por la “aculturación”, consistente con el esfuerzo dicotómico en la sistematización. Si hay “ciudades en movimiento y ciudades estancadas”, “oligarquías y extranjeros ignorantes” habrá también, por supuesto, enfrentamientos polares entre “cultura” y “no cultura” y un pensamiento que implica procesos de dominación del tipo “aculturación” por parte de una sobre otras.

      Es constante, en la producción posterior, el esfuerzo por alterar esa pretensión dicotómica, ya que justamente las ideas de “culturas híbridas” (García Canclini, 1990) o “cultura de mezcla” (Sarlo, 1999) vienen a confrontar estos supuestos y a acentuar el carácter de mezcla (sobre el de dicotomía con posición dominante) en la experiencia urbana. En el mismo sentido, Ángel Rama (2008) propuso pensar Latinoamérica en términos de “transculturación”. Nos preguntamos en qué medida este esfuerzo se realiza “en hueco” sobre el telón de fondo del libro de Romero (1986), o al menos sobre las ideas generales en las que reposa, también, su libro.

      Esas formas de la mezcla revelan otro parecido de familia entre estos clásicos: la atención que prestan a la producción cultural industrial como clave de bóveda de las mixturas producidas por –y productoras de– la vida urbana a partir de fines del siglo XIX. El tema es de especial relevancia en el libro de Jesús Martín-Barbero, en el que se reúnen la preocupación recién mencionada de atender un período dentro del siglo XX y la idea de las industrias culturales como co-constitutivas de la dinámica social. La idea de matrices culturales históricas que propone Martín-Barbero confronta la ligazón de los estudios comunicacionales latinoamericanos con la tradición estructural-funcionalista norteamericana, a un tiempo que renueva críticamente sus vínculos con los abordajes semióticos de la ideología, al cuestionar la raíz elitista de enfoques que no problematizan las formas del reconocimiento del discurso mediático.

      Mapas imaginarios y territorios de la experiencia

      Armando Silva Tellez publica en 1992 el gran libro de los imaginarios urbanos en Latinoamérica, que luego tendrá diez reediciones y varias reimpresiones.17 El abordaje de Silva pone nombre a una tradición que recoge ciertas preocupaciones ya esbozadas en trabajos anteriores. Fundamentalmente, lleva al centro del debate la posibilidad de acceder al conocimiento de la ciudad mediante las imágenes que en ella –y también sobre ella– circulan, como una fuente principal e ineludible de la conflictividad urbana.

      La renovación fundamental en la propuesta de Silva (2000) es la sistematización –mediante una encuesta– de la construcción de lo imaginario en la ciudad desde la perspectiva de los propios habitantes, que se suma a un análisis propio de diferentes imágenes y espacios visuales de las ciudades. Esa superposición entre análisis propios de lo visual-urbano (vidrieras, grafitis, sitios emblemáticos de las ciudades) y sistematización e interpretación de las consideraciones de los ciudadanos y ciudadanas de las ciudades que estudia (Bogotá y San Pablo) se combinan en un dispositivo metodológico complejo –que abreva fundamentalmente en una opción amplia de la semiótica–, que reúne en un solo libro varias alternativas de gran riqueza. Es el caso, por ejemplo, del contraste entre mapas y croquis, que permite pensar las diferencias entre la dimensión instituida de la representación espacial y la dimensión instituyente de las prácticas territoriales sobre esos sitios.

      Por su parte, si tomamos como referencia inicial los textos que hemos mencionado como mapas clásicos en el apartado anterior, aquí puede observarse un desplazamiento que va desde la ideología hacia lo imaginario. Movimiento que participa del realizado por la teoría social vinculada a la sociología y el análisis de la cultura de ese momento (la caída del Muro de Berlín) dentro y fuera del continente.

      Las prácticas territoriales esbozadas en el trabajo de Silva (2000) como contrapunto de los imaginarios urbanos, son en cambio el foco central del trabajo de Rossana Reguillo Cruz (1996), que por otro lado indica similares preocupaciones teóricas sobre la necesidad de conjugar experiencias y representaciones para dar cuenta de lo urbano latinoamericano.

      Además, en La construcción simbólica de la ciudad, Rossana Reguillo (1996) renueva la producción sobre ciudades latinoamericanas en otros aspectos. En primer lugar, porque se ocupa de una ciudad no-capital: Guadalajara. Pero también por la atención a actores urbanos en acción y relación a partir de un desastre ambiental que pone al descubierto la trama desigual de esa ciudad.

      Son esas mismas preocupaciones teóricas, metodológicas y temáticas las que se señalan en su producción sobre las territorialidades conflictivas de los jóvenes (Reguillo Cruz, 1991), que alcanza mayor difusión y circulación en el continente.

      La dimensión histórica resulta relevante para ambos autores, que la mencionan en términos parecidos a los investigadores que en este trabajo hemos mapeado como “clásicos” en diferentes referencias, pero la periodización en ambos remite al presente conflictivo de las ciudades latinoamericanas. Ambos autores realizan estudios fuertemente coyunturales, tomando el tiempo