Operaciones para la instalación de jardines y zonas verdes. AGAO0208. Juan Manuel Ruiz Cobos

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Название Operaciones para la instalación de jardines y zonas verdes. AGAO0208
Автор произведения Juan Manuel Ruiz Cobos
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788417343248



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de la dimensión. En el Castillo de Vaux, “Le Nôtre” marca en un terreno levemente inclinado para su mejor visión desde el castillo, su tradicional acabado de fondo en “T”, previo a él, se representa una ordenación de traza alargada que fuerza la perspectiva buscada. En el mismo sentido se remarca linealmente el eje al que se incorporan ricas piezas escultóricas y fuentes de agua a las que hacen de telón grandes masas vegetales de tonos oscuros con los que contrastan los blancos de los paseos. Este nuevo sentir de producción jardinera se extendió por todo el país sin que curiosamente hubiesen sido redactadas o publicitadas normas algunas, circunstancia que si ocurre tras la muerte de “André”. Tras su desaparición se genera un tratado donde se aglutinan las claves y técnicas empleadas en la construcción del jardín barroco francés y que debían servir para comprenderlo mejor. Entre estas, cuatro serían las primordiales:

      1 Primacía de la naturaleza sobre el arte.

      2 Impedir la tristeza del jardín por la abundancia de sombreo.

      3 No anticipar de una vez la belleza y razón del jardín.

      4 Hacer creer que el tamaño del jardín es mayor al real.

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       Definición

       Proyecto de jardín francés

      Fue el mejor escenario del poder y visión de la naturaleza, donde se plasmaba la perspectiva con una intuición asombrosa y siempre relacionada con su periferia más inmediata.

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       Recuerde

      André le Nôtre (1613-1700) fue sin duda alguna el mejor autor del jardín barroco francés, de su monumental arquitectura vienen las mejores y más emblemáticas obras.

      Tras la conclusión del Castillo de Vaux, todo el equipo técnico fue requerido por el “Rey Sol”. Este, muy obsesionado por el resultado de los trabajos en el complejo de su ministro, adquiere el compromiso personal de rebasar con creces la creación del subordinado y así, encomienda al equipo la realización del que sería y es el más maravilloso, lujoso y más laureado jardín francés.

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      El Palacio de Versalles, que no venía a integrarse en un terreno con facilidades, lo había de hacer en un espacio pantanoso de aguas de mala calidad. Las obras que se dilataron, durante la práctica totalidad del reinado de Luis XIV, tuvieron al monarca como un enfermizo seguidor que se volvía bastante intervencionista a veces. La anchura del jardín es la del palacio que alcanza los cuatrocientos metros, junto a este se emplaza el que se denomina “petit parc” que adopta una planta jerarquizada por el eje central y el entramado ortogonal que forman un compendio de bosquetes en cuyo seno se muestran diversas escenas teatrales fantasiosas que el Rey cambiaba con asiduidad pero sin llegar a alterar la base jardinera creada. La pauta de la “T” con la que “Le Nôtre” firmaba sus proyectos alcanzó en Versalles aun más si cabe, pues unifica en la misma figura geométrica cruciforme que resulta ser el canal transversal al que en uno de sus brazos integra el eje principal. A este endosa milimétricamente parterres, fuentes, esculturas y todo embutido en un programa que se dispersa hacia el horizonte infinito.

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       Versalles se extiende en más de 800 ha de las cuales el gran canal que sirve de aljibe para los juegos de agua, acumula una dimensión de 1,5 km de largo que sirven para potenciar el trazado del eje.

      A diferencia del jardín renacentista donde el eje parte desde el edificio, de igual forma en la práctica francesa este eje no sucumbe en el jardín sino que traspasa los limites y se integra en el ámbito circundante perdiéndose.

      Tras Versalles, “André Le Nôtre” participó en varios proyectos aupado por el ruido generado en su producción y los fastos inaugurales, logrando raramente incrementar en alguno el equilibrio logrado entre el palacio y los jardines versallescos. Aquí se encumbró como el gran maestro jardinero de todos los tiempos con una obra que además se convirtió en santo y seña de una época y un espacio político y social.

      2.5. El paisaje inglés

      Hacia 1700 los jardines palaciegos europeos que colonizaban desde Flandes a Sicilia por medio de la escuadra y el cartabón hacían buena la tesis “Burnett”, entraron en declive como lo entró la sociedad absolutista. Con el paso de la hegemonía política por parte de Francia a Inglaterra a lo largo del siglo XVIII, se dan manifestaciones de cambios culturales que se alinean en un romanticismo que queda expresado tanto en la pintura como en la literatura y que aboga en un hondo interés hacia el mundo natural. No por casualidad estamos ante un cambio de cánones que se producía en un país que por sus especiales circunstancias sociales, climáticas y paisajísticas, siempre anduvo de espaldas al modelo renacentista italiano o francés de “Le Nôtre”, ya que ni el primero cuyo objeto era ser como una sala más del hogar ni el segundo dedicado a acontecimientos, eventos y su contemplación pasiva, eran válidos en los Países Bajos en forma alguna. La climatología adversa para desarrollar estas vivencias y usos del jardín, así como el propio modus vivendi de los ingleses y en concreto su amor por los deportes, impedían en definitiva que estos espacios abiertos fueran ámbitos para ejercitarse, pasear o cazar y de esta forma quedaron obsoletos y sobre todo anticuados, para una sociedad que apoyada sobre todo en los literatos, abordó de una forma aplastante el formalismo en el tratamiento del paisaje. Considerando que todo lo que fuese tratar las plantaciones de forma manipuladora, era una agresión a la madre naturaleza, se hace fehaciente un frente de opinión al mundo natural y contrario a la artificiosidad. Con ello se acuñan definitivamente la tesis de eliminar todo lo artificial del jardín. Se fue desprendiendo de elementos legados de unas y otras fuentes extranjeras, para dejar al desnudo un modelo que además descubre intelectualmente la cultura china, circunstancia esta última de vital importancia en los nuevos planes del paisaje que se lanzarían desde Inglaterra. En este sentido sería Sir William Temple, con los jardines del Epicuro, el que públicamente rompió con unos cánones que llega a considerar de infantiles por jugar a alinear cosas al lado de una jardinería, la oriental, que requiere de mucha imaginación y destreza. Estábamos ante la negativa ante lo hecho hasta ahora y se quería un modelo que obviando todo lo anterior buscara y encontrara, ahora sí, en la naturaleza, el “genio del lugar”.

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       Sabía que...

      En 1597 Francis Bacon, lanza unas primeras razones sobre este aspecto idealizando una naturaleza más fructífera y evocadora.

      Del autor que se puede fechar como primer jardín paisajista, el arquitecto William Kent, se acuñó la frase de “la naturaleza aborrece la línea recta” y con esta rotundidad se celebró el arranque de una teoría aún vigente, en conceptos claves como son el que el jardín natural es una intervención que quiere ocuparlo todo y que no entiende de opresiones, de ahí ese gran salto que supuso el invento del “Ha-Ha”, elemento que permitió derribar el muro perimetral que sociedad tras sociedad, cultura tras cultura, incorporaba en su particular forma de entender el jardín y que en todas se hizo común hasta la llegada del jardín paisajista. El jardín inglés trata el paisaje como lo es, sin estridencias, recreando una naturaleza de suaves ondulaciones que unían lo lejano y lo hacían armonioso en todo su conjunto. Se hacia un énfasis inusitado en la asimetría y en la incorporación de variedad de elementos que expresaban de igual forma un sentido de unidad que venía dado por la creatividad en la unión de los mismos, expresando perspectivas y fondos a los que ayudaban las propias sombras