Claves para atravesar la tormenta. Cecilia Lavalle Torres

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Название Claves para atravesar la tormenta
Автор произведения Cecilia Lavalle Torres
Жанр Зарубежная психология
Серия
Издательство Зарубежная психология
Год выпуска 0
isbn 9786078676347



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pero en este punto aparecen con lentes de aumento, y eso puede paralizarnos.

      Mi amiga Lía me dio esta Clave: “Un día a la vez”.

      Cobró significado lo que mi abuela decía: “a cada día su afán”.

      Entonces, no se pregunte: ¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a ser de mí? Cambie esas preguntas por estas: ¿Qué voy a hacer hoy? ¿Qué va a ser de mí hoy? Sólo hoy.

      Si necesita planificar, mi sugerencia es que sea a corto plazo, y que las ideas terminen con la pregunta: ¿Qué tengo que hacer hoy? No en una semana, no en un mes. Hoy.

      Y cada vez que se pregunte con angustia: ¿Qué voy a hacer? Piense sólo en lo que puede hacer hoy.

      Esta Clave para mí fue fundamental en momentos en que requería, no sólo de toda mi entereza, sino también de la mayor claridad que fuera posible.

      Aprendí también que, si la situación se complica por cualquier motivo, es muy útil reducir el plazo. ¿Qué tengo que hacer en la siguiente media hora?

      La sola pregunta ayuda a centrarse en el aquí y ahora, y le resta poder a la angustia, porque ésta crece en la incertidumbre; y las certezas, así sean pequeñitas, actúan como un buen antídoto.

      Dosifique la información

      Sugiero ver noticias en dosis moderadas y precisas, como si fuera un antibiótico de última generación.

      Esta Clave aplica para enfermedades graves, como el cáncer (en particular si se trata de un tipo poco común, como fue el caso de mi hijo); pero también para asuntos económicos o de cualquier otra índole.

      Sin la experiencia necesaria podemos sumergirnos en el ciberespacio y pasar de noticias malas a peores, falsas y de regreso. Hay una enorme cantidad de datos cuya veracidad no somos capaces de distinguir o traducir a un lenguaje que nos sea comprensible y útil. De modo que podemos pasar muchas horas buscando faros para terminar con más oscuridad, más angustia, más miedo.

      Si necesita información, pregunte a alguien que considere que tiene más experiencia en el tema, o delegue la búsqueda en alguien de su confianza que esté en posibilidades de tener mayor objetividad.

      En cualquier caso, tiene que precisar qué es lo que está dispuesta a escuchar. ¿Quiere sólo las buenas noticias? Entonces pida que sólo le informen si hay buenas noticias. ¿Quiere la verdad pura y dura? Dígalo también. Las personas a quienes preguntamos deben saber qué parte estamos dispuestas a escuchar.

      Y que conste que puede haber personas capaces de decir esa verdad de manera suave (son las mejores), pero hay otras que la sueltan como fardo que les pesa.

      Si usted, como yo, es de las personas que quiere la verdad, sea cual sea, debe preparase para recibirla incluso si no es de la mejor manera.

      Con respecto a la pandemia que vivimos, mi Clave ha sido la misma: Dosificar las noticias.

      Una vez que tenemos la información necesaria y, sobre todo, tenemos claridad en lo que nos corresponde hacer, lo demás debemos dosificarlo.

      No necesitamos saber cada ínfimo detalle del virus, a menos que se forme parte de las personas especialistas en virología o epidemiología. No necesitamos saber más sobre métodos de intubación y riesgos, a menos que seamos especialistas en medicina intensiva o algo similar y vayamos a estar en esa línea de atención. No necesitamos saber cada detalle de casi todo, a menos que seamos periodistas cubriendo esa información.

      Si usted no está en el centro de operaciones o en el de toma de decisiones, ni tiene la capacidad para influir en ellos, dosifique las noticias. A mayor exposición mayor angustia.

      Elija lo mejor

      En general se nos da muy bien el fatalismo. Con el COVID-19, si nos dicen que 80% de la población se contagiará, ¿por qué pensamos que formaremos parte de ese porcentaje, y no del 20% que NO se enfermará? Si hay un 80% de posibilidades de pasarlo sin problemas en casa, ¿por qué nos pensamos de inmediato en una cama de hospital?

      Mi Clave es que, si hay opciones, elija la mejor. Siempre. Aún en los momentos más duros, de toda la gama elija lo mejor.

      No quiere decir que se hará realidad. No todo depende de lo que deseamos. Pero sí nos permitirá enfocar todas nuestras energías a esa meta, y eso significa hacer lo posible para que eso que elegimos sea posible.

      Si dicen que muchas empresas quebrarán, revise en los pronósticos cuáles no, y apueste a eso, dedique su energía a eso.

      Si dicen que sólo tres de cada diez saldrán adelante, elija estar entre esos, y haga lo que deba hacer para estar en ese tres por ciento.

      Me queda claro que muchísimas personas ya llegan a la tormenta con las opciones reducidas al mínimo. Vivo en un país en el que más de la mitad de la población ya vivía en pobreza antes del COVID-19. Aun así, creo que la Clave es útil. De entre las escasas alternativas, elija pensar en la mejor.

      Quiero advertir que conforme arrecia la tormenta, las alternativas pueden encogerse, o ya sólo quedan malas y peores. Aun así, elija la mejor.

      Cuando Alex se enfermó, pensamos que sanaría y a eso dedicamos toda nuestra energía. Cuando las cosas se complicaron, elegíamos, por ejemplo, “hoy será un buen día y no vomitará”, y a eso destinábamos nuestro día (cuidábamos con esmero sus medicamentos, preparábamos alimentos que pudieran saber bien con pocas especias, evitábamos olores fuertes). Cuando ya sólo esperábamos su muerte, decíamos: “hoy estará cómodo y sin dolor”, y a esa tarea nos entregábamos.

      Elegir la mejor opción ayuda a enfocarse en ello, y a hacer lo posible para que sea posible.

      Concéntrese en el árbol, no en el bosque

      A menudo nos dicen lo contrario. Nos invitan siempre a ver todo el panorama. Yo suelo, por formación profesional, mirar el contexto. Pero en momentos en que la crisis afecta de manera personal, mi aprendizaje es que intentar ver el bosque puede generar más miedo y angustia.

      Dicho de otro modo, sólo hay que lidiar con lo que podemos. Y hay momentos en los que a duras penas podemos con nuestra realidad más inmediata.

      Yo comencé a sufrir por las madres que tenían hijas o hijos con cáncer. Por todas. Y en algún momento pensé que no había nada peor que tener un hijo con cáncer, hasta que un día me perdí en el hospital y fui a parar al área infantil. Y, claro, tuve otra perspectiva. Pero también entendí que, al menos en ese momento, ya era bastante lidiar con mi propio sufrimiento y el de mi hijo. Así que sólo me concentré en mi realidad.

      Si usted ha decidido ocuparse de una realidad más grande, más amplia, sólo asegúrese de no estar evadiendo la cercana.

      Conozco casos en los que, quizás por no sentirse capaz de afrontar la realidad cercanísima, se opta por hacer del problema “una causa”, y eso representa una especie de permiso para estar ausente física o emocionalmente. Lo que he observado es que no importa cuánto se aleje, tarde o temprano habrá que lidiar con la realidad cercana.

      Si usted está a resguardo, o tiene claro que no evade su realidad inmediata, y puede hacerse cargo de una realidad más amplia, ¡hágalo! En las tormentas se requiere cautela, pero también generosidad.