Sistema nervioso y osteopatía. Danie Dierlmeier

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Название Sistema nervioso y osteopatía
Автор произведения Danie Dierlmeier
Жанр Сделай Сам
Серия Medicina
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788499107264



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desde dentro (congestión del nervio), la consecuencia es una constricción de los vasos sanguíneos. Esto tiene sentido cuando el nervio atraviesa un tejido infectado (p. ej., por una mordedura de una serpiente). De este modo, se evita hasta cierto punto el acceso al nervio de las toxinas o de otro tipo de sustancias adversas. Por otro lado, la presión externa (p. ej., el músculo piriforme en el agujero infrapirifome) también puede constituir la base de una isquemia. Además, el riego sanguíneo puede verse limitado por una congestión dentro del nervio.

      Las venas también disponen de elementos de conexión en barras en T oblicuas (figura 4.3). Estos elementos son incluso más importantes que en las arterias. La presión externa o interna da lugar a un retorno de la sangre venosa. Dado que la presión sanguínea en las arteriolas es superior a la de las vénulas, en caso de compresión, la sangre arterial sigue entrando durante más tiempo en el nervio de lo que puede salir la sangre venosa.

      Por lo tanto, la simple presión ya produce una congestión. Según Van den Berg, es suficiente una presión de 20-30 mmHg para bloquear el drenaje venoso; a partir de 60-80 mmHg se produce una isquemia completa [26].

      • Apunte osteopático

      Deben eliminarse tanto las compresiones externas (tratamiento de las superficies adyacentes) como la congestión y el retorno del/al sistema nervioso (drenaje y pruebas de tensión).

      En el tejido del sistema nervioso, además de las arterias y las venas, también hay otra vía de transporte para las enzimas y las glucoproteínas. Este sistema de transporte se encuentra en el propio nervio. Se trata de los denominados neurotúbulos. Las sustancias fluyen desde la célula hasta la periferia (transporte anterógrado), así como de la periferia en dirección a la célula (transporte retrógrado).

      Figura 4.3. a) Barras en T oblicuas de una vena; b) presión externa.

      El transporte anterógrado puede tener una velocidad de 4 mm a 400 mm al día, en función de la sustancia transportada. Se transportan rápidamente sobre todo las enzimas y las glucoproteí-nas, mientras que las sustancias necesarias para la regeneración y la conservación de la estructura celular de los axones y las sinapsis se transportan lentamente.

      En la bibliografía se indican velocidades muy diferentes para el transporte retrógrado, que pueden ir desde 1 mm hasta 3.000 mm al día. A través del transporte retrógrado, las neuronas reciben informaciones (de tipo químico) sobre el estado del axón y la sinapsis. Según Van den Berg [26], estos procesos precisan energía, por lo que dependen del riego sanguíneo del nervio.

      • Apunte osteopático

      Los sistemas de transporte informan por vía química a las células sobre lesiones neurales en la periferia. En el transporte retrógrado de 1 mm/día, la información tardaría en llegar 100 días a una neurona situada a 1 m, para que esta pudiera reaccionar químicamente y, a través del transporte anterógrado, aumentar el envío de elementos estructurales a la zona de la lesión. De ello se deduce por qué se estiman períodos tan prolongados para la curación de los nervios.

      La presión sobre un nervio provoca la congestión de ambos sistemas de transporte, así como, a la larga, del mismo nervio en ambos sentidos partiendo del punto de compresión. Esto explica por qué una hernia discal también puede dar lugar a una ciática o por qué la inflamación neural que se produce en el síndrome del túnel carpiano afecta también en algún momento al antebrazo. Por lo tanto, en la exploración de un nervio completamente inflamado, el terapeuta puede partir de la base de que hay que buscar la compresión primaria aproximadamente en el centro de la hinchazón.

      Los sistemas de transporte consumen energía. El suministro sanguíneo aporta esta energía. La curación se produce a través de los sistemas de transporte. Dado que la movilización nerviosa mejora el suministro de sangre, esa movilización favorece considerablemente la curación del nervio.

      Como consecuencia de las lesiones neurales se producen una serie de efectos negativos que se resumen a continuación (figura 4.4).

      La presión o la compresión de un nervio pueden producirse por influencias externas. Normalmente, el nervio puede eludir la compresión procedente del exterior, por ejemplo, mediante un movimiento de evitación, como el deslizamiento del nervio ciático de la tuberosidad cuando nos sentamos sobre una base dura. El túnel por el que pasa el nervio o las superficies adyacentes por las que transcurre pueden comprimir el nervio.

      A causa de la compresión, se cierran los elementos de conexión en T, lo que inicialmente da lugar a una congestión de la sangre venosa y, por tanto, a una hinchazón en el interior del nervio.

      Figura 4.4. Círculo vicioso de las lesiones neurales.

      Acto seguido, la compresión provoca el bloqueo del transporte anterógrado y del retrógrado. En estas circunstancias, probablemente el nervio ya es doloroso a la palpación.

      El aumento de la congestión da lugar a una mengua en la irrigación de sangre arterial, por lo que se produce una isquemia. En consecuencia, ya no llegan más nutrientes para el mantenimiento celular, con lo que el nervio va perdiendo capacidad funcional. Entonces se manifiestan las primeras parestesias y sensaciones de entumecimiento.

      A causa de la congestión, la isquemia y la compresión aumenta el valor del dióxido de carbono en el sistema nervioso, disminuye el nivel de oxígeno y se acumulan los metabolitos y los desechos metabólicos en el nervio. Aparte del daño químico existente, la compresión actúa como perjuicio mecánico. Todo ello lleva a una alteración de la permeabilidad vascular en el nervio y a la activación de las células mastoides (mastocitos), que empiezan a liberar histamina y serotonina. Este proceso da lugar a la inflamación, con los consiguientes signos de enrojecimiento, hinchazón, calor, dolor y limitación de la función. Así, la patología llega a su punto máximo: una inflamación neural aguda.

      La inflamación causa el dolor y, en consecuencia, una postura de protección desencadenada por el sistema nervioso central. El tejido nervioso se retrae y se repliega colágeno en el nervio. Paralelamente con el dolor, tras la fase de exudación (inflamación, 24-48 horas), se presenta la fase de proliferación (hasta 28 días), en la que ya hay puentes de hidrógeno (cross links) entre los pliegues de colágeno. Debido a la adhesión, el nervio es mucho menos móvil que antes. En consecuencia, tiene menos posibilidades de evitar las cargas cotidianas, lo que, a su vez, lo hace más susceptible a compresiones. ¡Empieza nuevamente el círculo vicioso!

      • Apunte osteopático

      En el tratamiento, el terapeuta debe intentar por todos los medios romper este círculo vicioso. De lo contrario, con cada paso, la patología va empeorando y ya no se limita a nivel local, sino que avanza a lo largo del sistema nervioso. Para poder cumplir con todos los movimientos que le exige el organismo, los nervios no deben sufrir compresiones.

      Los nervios atraviesan numerosos túneles. En general, se acompañan de las correspondientes arterias y venas (