Corrientes pedagógicas contemporáneas. Juan Carlos Pablo Ballesteros

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es objetivo de la educación, no sujeto. Sus «hombres nuevos» no son sino funcionarios de la ideología, que renuncian a su autonomía para volverse dependientes de lo colectivo. Por eso cuando se suicida un alumno en la colonia Gorki, Makarenko piensa en primer lugar en la caída de la producción, tal como lo relata su Poema Pedagógico. El hombre sólo tiene significado en la medida en que está al servicio de la colectividad y sus necesidades vitales. La «fragua de hombre nuevo» será la comuna dividida en colectivos, y sólo allí podrá operarse la ascensión del hombre a las normas objetivas y subjetivas del colectivismo por el trabajo. Esta concepción de la educación y la disciplina de Makarenko será luego calificada por algunos de «estalinista».

      Quien sistematizó la pedagogía del llamado «Realismo Social Soviético» fue A. G. Kovaliov. Para éste los principios de la educación comunista se deducen de los vínculos de la educación con la vida, con la práctica de la educación comunista y por el trabajo. Postula como objetivo de la pedagogía soviética la correspondencia de los objetivos de la educación comunista con las necesidades internas del desarrollo de la personalidad humana. El trabajo, afirma, no es únicamente la fuente de los valores materiales y espirituales, sino también como lo expresa Marx, la primera condición de la vida humana.

      Estos pedagogos rusos, sin embargo, no llevaron el pensamiento de Lenin hasta sus últimas consecuencias, influenciados seguramente por la rigidez con que los censores soviéticos han considerado los aspectos ideológicos. Las ideas de Lenin sobre el papel de la educación de la conciencia revolucionaria de las masas proletarias fueron desarrolladas de una manera muy original por Antonio Gramsci, quien comprendió el valor del espíritu humano de la lucha revolucionaria. En sus Cuadernos de la Cárcel escribe Gramsci que la humanidad no ha tomado conciencia de su valor por la presión brutal de la necesidad fisiológica, sino gracias a la reflexión inteligente, primero de algunos hombres y después de toda una clase. Esto significa, afirma, que toda revolución ha sido precedida por un intenso trabajo de crítica y de penetración cultural. Entiendo que en Gramsci aparece una concepción que, si bien se apoya en algunas afirmaciones del marxismo originario, es novedosa en su insistencia en que se debe transformar la superestructura ideológica de la sociedad y no esperar el cambio de la infraestructura económica, tal como sostenía Marx. La afirmación de Marx de que el hombre puede ser educado y formado por medio del reflejo de la realidad queda como un mero postulado ideológico.

      Antonio Gramsci nació en Cerdeña en enero de 1891, en el seno de una familia pequeño burguesa.67 Su padre, Cicilio Gramsci, era bachiller y había estudiado derecho durante dos años. Se desempeñó como empleado del Registro Civil y su situación económica podía considerarse, a pesar de su precariedad, como afortunada en la economía de subsistencia que caracterizaba entonces a muchas zonas de Italia. Como resultado de la derrota de su partido en las elecciones de 1897 fue perseguido políticamente, y algunas irregularidades administrativas en su trabajo parecen haber dado la oportunidad a sus enemigos para llevarlo a la cárcel por varios años, acusado de desfalco y falsedad de documentos públicos. Antonio Gramsci tenía entonces sólo siete años y las privaciones económicas que tuvo que afrontar con su madre y sus seis hermanos lo marcaron para siempre. Su físico era débil y algo deforme (era jorobado), pero su inteligencia era poderosa y pronto evidenció sus condiciones intelectuales.

      Desde 1908 estudió en el colegio Dettori de Cagliari, siempre en medio de grandes privaciones. Como tantos jóvenes sin recursos aspiró a una beca en la Universidad de Turín. Consiguió en los exámenes de ingreso una ubicación bastante buena y fue admitido con otro becario, también sardo, que se distinguiría con él en la política italiana y que sería años más tarde beneficiado con su encarcelamiento: Palmiro Togliatti. Inició Gramsci sus estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de Turín en 1911, donde estudió lingüística y filología. Frecuentó las clases de lingüística de Matteo Bartoli y las de filosofía de Aníbal Pastore. Posiblemente ya en esta época comienza a ser influenciado por las ideas de Antonio Labriola, el primer propagandista italiano de las ideas marxistas, quien propiciaba una adecuación del internacionalismo de Marx a la realidad histórica de Italia (justificó teóricamente la expansión colonial en general y las aspiraciones expansionistas de Italia afirmando que los socialistas no debían ir en contra de los intereses nacionales de su país).68

      Lo exiguo del monto de la beca obtenida lo sometió nuevamente a una vida realmente miserable, de debilidad física y crisis nerviosas que logró superar gracias a su gran voluntad. Estas privaciones, su defecto físico, su afectividad malograda (se casó en Rusia y tuvo dos hijos a los que prácticamente no conoció) son aspectos de la vida del comunista sardo que deben ser tenidos en cuenta, pues, como escribe Calderón Bouchet, «Es difícil hacerse una idea completa de Gramsci sin recordar un momento toda su desventura».69

      Al mismo tiempo que transcurre su vida universitaria se va formando su mentalidad revolucionaria. Desde fines del siglo pasado Italia había comenzado a industrializarse. Milán se había convertido en un gran centro industrial y financiero y Turín, donde en 1899 comenzó a funcionar la fábrica de automóviles Fiat, se había constituido en el centro del proletariado italiano. En 1914 Gramsci se adhirió al Partido Socialista, pero la guerra dividió al socialismo en dos fracciones antagónicas: el fascismo y el partido Comunista Italiano, que quedó formalmente creado, como escisión del Partido Socialista Italiano, en 1921.

      La labor periodística de Gramsci (había escrito su primer trabajo político en 1914),70 a la que algunos consideran un serio intento de reforma intelectual y moral, y sobre todo su consideración de los «consejos de fábrica» desarrollados en Turín llegaron a oídos de Zinoviev, quien informó a Lenin. En junio de 1922 llegó a Moscú, donde conoció a Lenin, Trotski, Stalin, Bujarin (cuyo pensamiento criticará más adelante extensamente), Kamenev y otros. Bajo la dirección de Zinoviev comenzó a trabajar en la Internacional Comunista, para lo cual se trasladó a Viena en 1923. En mayo de 1924 debe volver a Italia, dirigiéndose a Roma para ocupar su banca de diputado para la que había sido elegido en abril de ese año. Tenía entonces treinta y tres años. Ese mismo año fue nombrado Secretario General del Partido Comunista italiano.

      A partir de entonces, junto a su actividad parlamentaria se dedica al periodismo político, fundamentalmente en L’Ordine Nuovo, del que ya había sido colaborador. En la cámara de diputados se enfrenta en 1925, a raíz de la discusión de un proyecto de ley contra la masonería, con Mussolini, a quien califica como un hombre «realmente impresionante». Mussolini, por su parte y a diferencia de quienes veían en el sardo a un ser insignificante, lo consideró «un cerebro indudablemente poderoso».

      Ya en esta época Gramsci comprende que su situación en la Italia fascista es comprometida. Manda a su esposa a Rusia y se prepara a afrontar las consecuencias de sus actividades revolucionarias. Es detenido el 18 de noviembre de 1926. Acusado de conspiración contra el estado, excitación al odio de clases, instigación a la guerra civil, apología del crimen y propaganda subversiva, fue procesado en Roma del 28 de marzo al 4 de junio de 1928 y condenado a veinte años de cárcel. En julio fue trasladado a la cárcel de Turi, en la provincia de Bari. Conseguido el permiso para tener cuadernos, el 8 de febrero de 1929 comienza sus escritos carcelarios con un plan de trabajo donde ocupa un lugar destacado la problemática de los intelectuales. Por lo que evidencian sus escritos, su situación no le impidió estar al tanto del movimiento intelectual y político de su época. Su acceso a las publicaciones periódicas debe haber sido bastante libre, por la cantidad de títulos que comenta: Corriere della Sera, Civiltá Cattolica (publicación jesuítica a la que recurre constantemente y que le proporciona parte del extenso conocimiento que tenía del catolicismo) Italia Letteraria, Rivista Internazionale di Filosofia del Diritto, etc.

      En este período escribe sus Cuadernos de la Cárcel, orientados en gran medida a la crítica de la obra filosófica de Benedetto Croce, a los problemas educacionales y culturales y a diferentes aspectos de la historia de Italia. Estos «Cuadernos» fueron (y son) publicados en forma fragmentada con diversos títulos, algunos puestos por el mismo Gramsci y otros por sus editores, entre los que se destacan El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Introducción a la filosofía de la praxis, La alternativa pedagógica, Los intelectuales y la organización de la cultura, Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, etc. Las cartas a sus