Japen. Eugenia Ratcliffe

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Название Japen
Автор произведения Eugenia Ratcliffe
Жанр Языкознание
Серия Ficción
Издательство Языкознание
Год выпуска 0
isbn 9786075028064



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abierto, parada, mirando el celular me cansa. ¿Ya dejó de funcionar?

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: Chau?

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: Ok

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: Chau

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: No soy misterioso

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: Traje la guitarra a casa

      Qué sexy…

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: Para no llevarla de paseo

      12/11/2015, 23:42 - Rocker: Pero lo dejamos para otro día

      12/11/2015, 23:43 - Rocker: Yo también madrugo

      12/11/2015, 23:47 - RUGE: 😌

      12/11/2015, 23:49 - RUGE: <Archivo omitido>

      Sí, dejó de funcionar.

      5

      Entierro un cuchillo en una pequeña montaña de arroz. Lo saco extrayendo un solo grano, al que miro fijo antes de introducirlo en mi boca. Reviso mi celular. Recorro mensajes de Whatsapp. Aprieto el grano de arroz con los dientes y empuño el cuchillo en busca de otro. Tengo que ir despacio para masticar tanto fastidio. La virtualidad con Happn2 siguió.

      18/11/2015, 21:57 - Rocker: Estas ocupada hoy?

      18/11/2015, 22:29 - RUGE: justo cenando con una amiga...

      18/11/2015, 22:30 - RUGE: <Archivo omitido>

      19/11/2015, 00:43 - Rocker: Mañana nos vemo

      19/11/2015, 00:47 - RUGE: ⚡dale, mañana

      Y siguió.

      19/11/2015, 20:11 - Rocker: Que haced

      19/11/2015, 20:11 - Rocker: Ensayo hasta las 23hs.

      19/11/2015, 20:13 - RUGE: Hoy es mañana

      19/11/2015, 20:14 - RUGE: Voy a estar acá

      19/11/2015, 20:14 - RUGE: 🔮

      19/11/2015, 20:23 - RUGE: Te espero?

      19/11/2015, 20:42 - Rocker: Dale

      19/11/2015, 20:42 - Rocker: Entro. Ensayar

      Y me hartó.

      Pero cuanto más rechazo, más intriga. Más ganas de conocerlo y de que no sea un Happn.

      En mi cabeza ya construimos una vida juntos: él toca la guitarra, yo escribo. Tomados de la mano somos perfectos. Vivimos en departamentos separados, del mismo edificio. Dormimos y desayunamos juntos. El resto, solos. Nuestros hijos usan ropa monocromática y son nómades de un departamento al otro. Las criaturas más felices del mundo, capaces de enviarse sentimientos por telepatía y de hacer aparecer objetos o teletransportarse. Aunque el mundo les pregunte y cuestione esta clase de vida, ellos sonríen; todo está bien, todo está muy bien. Se golpean y no sangran. Crecen y no les duele. Rocker y yo somos bandas elásticas, muy elásticas, transparentes, rodeando un parque en el que estas criaturas corren, saltan, mutan, nadan en pasto y en agua. Y ahí estamos en los extremos, nosotros. Solo si nos necesitan.

      En la vida “real”: NADA DE LO ANTERIOR EXISTE. Llevamos recorridos kilómetros de scroleo digital. Nuestros chats son tan extensos y rebuscados. Intermitentes, como un tubo de tungsteno en cortocircuito. Molesto, pero interesante.

      19/11/2015, 20:43 - RUGE: 👍🏼

      19/11/2015, 23:29 - RUGE: 😌sigo leyendo?

      19/11/2015, 23:29 - RUGE: O nos fumamos un porro en la

      puerta?

      Por momentos me siento un flaco, que insiste y ofrece drogas…

      19/11/2015, 23:30 - Rocker: Tenes porro?

      19/11/2015, 23:31 - RUGE: Pensé q tenías vos

      19/11/2015, 23:44 - Rocker: Cual es tu dirección

      ¿Otra vez?

      19/11/2015, 23:47 - Rocker: Llego en 8'

      19/11/2015, 23:47 - RUGE: Min? U horas?

      19/11/2015, 23:47 - RUGE: 😜

      19/11/2015, 23:49 - Rocker: Minutos

      19/11/2015, 23:53 - Rocker: Puerta

      19/11/2015, 23:54 - RUGE: Bajo

      19/11/2015, 23:54 - RUGE: Tardo 22seg

      El mundo está muy solo. Finalmente nos encuentra.

      Va a pasar en veintidós segundos.

      6

      Happn2 –Rocker– es un fiasco. Un delirio, un sátiro, un raro, un insolente, un egoísta. Apenas entró se me tiró encima. No solo para besarme: en segundos desabrochaba mi pantalón e intentaba meterme los dedos.

      —Pará, vas muy rápido –lo frené con los brazos, calculando de reojo distancias y salidas imposibles en los cuarenta y ocho metros cuadrados de mi departamento. Correr al balcón y arrojarme de un cuarto piso. Usar el baño de bunker. O a Diler, mi gato, de sorpresiva molotov.

      —¿Voy muy rápido? Ok –y se manejó en la cocina como si fuera suya.

      Abrió alacenas, sacó copas. Servilletas, el vino. En el tercer cajón encontró el sacacorchos. Toda una coreografía mientras yo lo observaba aún parada junto a la puerta como si fuese la recién llegada, a ese espacio y a mi nueva vida.

      Extraña. Desconocida.

      Quería explicarle por qué al entrar a mi casa hay diez maderas del piso que no están, y en su lugar una suerte de cráter muestra lo que está debajo, lo que no debería verse. Mi piso es una piel en carne viva. Es como si toda la casa se hubiera hecho cargo de mis lesiones. Decirle que últimamente el agua irrumpe y desborda; que hace unos días inundé mi casa y la de mi vecino, y que quizás exista alguna explicación simbólica que no logro interpretar. Contarle eso que quiero contarles a todos, porque no puedo contártelo a vos. Ya casi no hablamos. Y mandarte un mensaje para decirte que descubrí que no soy de los que lloran, sino de los que inundan, incendian y hacen peligrar lo que está cerca no nos hará volver a lo que fuimos.

      Antes de Rocker, diez maderas hinchadas me imposibilitaban salir o entrar por la puerta de otra manera que no fuera de costado, conteniendo la respiración. Y, a excepción de mi nariz, ninguna otra cosa me sobresale demasiado.

      Después de una breve charla en la que solo habló de su banda y apenas pude meter dos palabras, cogimos.

      —Tenés que venir el martes a vernos tocar. ¡Vamos a la cama? –¿era una pregunta o una orden?

      —Dale –contesté, como si aceptara ambas invitaciones.

      Ya en la habitación me sacó la ropa. Sentada en la cama lo observé quitarse el pantalón. Me sentí una espectadora en la primera fila de su pija. Sabía que iba a ser diferente a todas. A las dos que conocía hasta el momento. Y sí, era distinta. Más blanca, más larga, más fría. Más como él.

      Al acabar (él), se vistió. Lo observé salir de la habitación recortado por la luz del living. “Para este tipo sí que el tiempo es sagrado o yo soy un depósito de esperma”, pensé, pero nos cuidamos. Soy generación 2.forro .alcoholengel .whatsappdeyallegué. Lo escuché entrar al baño, tirar el preservativo en el tacho de basura, caminar hacia la cocina, abrir la heladera, servirse algo de tomar, acomodar imanes, inspeccionar libros, acariciar a Diler. Así suena un extraño en mi casa. Por un segundo creí que iba a encontrarme desvalijada de los pocos muebles que tengo. Pero no. Él solo estaba mirando. Haciendo tiempo, quizás.

      Charlamos unos minutos otra vez sobre su banda. En el sillón. Y dijo de ir a un evento en Dorrego y no sé qué.

      —Me da fiaca.

      Insistió. Hablamos de su segunda banda; por suerte creo que no hay una tercera. Y emprendió la retirada.

      —Ya me tengo que ir. Mañana hablamos.

      En