Contrapunteos diaspóricos. Agustín Laó-Montes

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Название Contrapunteos diaspóricos
Автор произведения Agustín Laó-Montes
Жанр Социология
Серия
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9789587903485



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cultural que distingue y define la Modernidad latinoamericana. A contrapunto de los ethos realista y clásico de la Modernidad europea, de la ética protestante y del espíritu del capitalismo analizados por Weber, Echeverría localiza el ethos barroco en la modernidad católica y el mestizaje cultural que constituye América Latina. Así arguye que la forma barroca con su inclinación al exceso y el derroche, y su estética ornamentalista, desmesurada, extravagante y ritualista, se corresponde con un ethos cultural que facilita “una identidad contradictoria y fragmentaria que no encuentra bienestar o justicia en el concepto de progreso”, y una temporalidad de carácter abierto e inacabado que ofrece la condición de posibilidad de “existencia en ruptura”, que constituye “un espacio liminal respecto a las formas de reproducción del orden social y sus códigos, los propios de la forma capitalista de la Modernidad”. Echeverría plantea que el ethos barroco puede orientar la constitución de una Modernidad alternativa17.

      En esta cadencia, Boaventura de Sousa Santos argumenta que el ethos barroco, en tanto que producto de los Imperios español y portugués, representa “una forma excéntrica de Modernidad [de] el Sur del Norte […] [donde] al ser la manifestación extrema de la debilidad del centro, se constituye en un campo privilegiado para el desarrollo de una imaginación centrífuga, subversiva y blasfema”. Santos la relaciona con la utopía definida como “la exploración, mediante la imaginación, de nuevas formas de oportunidad y voluntad humanas y arguye que este tipo de subjetividad y sociabilidad es lo que denomino, siguiendo a Echeverría (1994), el ethos barroco”. Con este acorde caracteriza al barroco a partir de dos elementos: 1) el sfumato como recurso estético que “opera mediante la desintegración de las formas y la recuperación de los fragmentos”, y 2) el mestizaje cultural como proceso creativo y cambiante de transculturación característico de las Américas. “El sfumato y el mestizaje son los dos elementos constitutivos de lo que denomino, siguiendo a Fernando Ortiz, como transculturización”, escribe Santos. A este ritmo, concibe el ethos barroco como recurso político, estético y epistémico de las Américas al sur global.

      Los debates en la crítica latinoamericana y caribeña tienden a entender el barroco como praxis estética convergente con determinados modos de interpretación histórica y formas políticas18. Destacamos los ensayos de José Lezama Lima, con su elocuente máxima, “el barroco fue un arte de la contraconquista”. En su celebrada La expresión americana, sostiene que “el señor barroco americano, a quien hemos llamado auténtico primer instalado en lo nuestro, participa, vigila y cuida, las dos grandes síntesis que están en la raíz del barroco americano, lo hispano incaico y lo hispano negroide”19. Lezama conjuga la defensa del barroco como estética contracolonial con su análisis del mismo como recurso de método e imaginación histórica.

      Entonando una metódica contrapuntal, Lezama escribe, “el contrapunto y los enlaces […] trazan una visión histórica […] el sentido deviene por una serie de escalas establecidas en lo histórico […] erudita polifonía con cuatro momentos de cultura integrándose en una sola visión histórica […] una ininterrumpida evaporación y otra finalidad desconocida”. Aquí expresa un imaginario histórico de corte barroco abigarrado, abierto, polifacético, sin dejar de articular un ethos. Afinando este ritmo, su punto de vista parte de “lo creativo de un nuevo concepto de la causalidad histórica, que destruye el pseudo concepto temporal que todo se dirige a lo contemporáneo, a un tiempo fragmentario”. Dicha temporalidad se aprehende por un “método mítico crítico que contra un causalismo obliterado y simplón busca representar un espacio contrapunteado por la imago y el sujeto metafórico con un contrapunto animista [de] enlaces y sorpresa”.

      Esta visión lezamiana del devenir histórico como conjunto complejo e indeterminado de relaciones polifacéticas y procesos múltiples, representada en concierto barroco que conjuga lo social y lo estético, es afín al método contrapuntal, que es idóneo para analizar relaciones y movimientos de creolización y transculturación en Nuestra Afroamérica.

      METODOLOGÍA CONTRAPUNTAL Y DOBLE CRÍTICA

      En este volumen asumimos el contrapunteo como método de investigación, análisis, lectura y escritura; y como metodología y quehacer crítico en clave descolonial, lo que por definición le otorga carácter político. Fernando Ortiz en Contrapunteo Cubano elabora un análisis de la formación y carácter de la cubanía con base en un contrapunteo entre dos personajes, don Tabaco y doña Azúcar, fundamentado en la alegoría de la relación entre el carnaval y la cuaresma como contraste entre dos personajes, don Carnal y doña Cuaresma en El Libro del Buen Amor de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita. El ya clásico Contrapunteo Cubano de Ortiz construye una metodología de interpretación histórica de la relación entre procesos económicos, formas culturales y relaciones de poder entre clases, colectividades étnico-raciales, metrópolis imperiales y zonas coloniales. Más allá de los reconocidos méritos del libro como un baluarte de los estudios cubanos y caribeños, el contrapunteo constituye una estrategia crítica y un método de análisis y escritura de historia y sociedad de interés más universal, como intentamos demostrar en este libro.

      ¿A qué nos referimos cuando hablamos de método? Enrique Dussel plantea que la palabra método proviene del griego metà-hódos, significando “un camino, un movimiento, radical e introductorio a lo que las cosas son”20 y argumenta que “el descubrir el ser como proceso es un método”. Es decir, cuando hablamos de método, nos referimos al modo de producción, los caminos del saber que nos conducen a la construcción de conocimiento crítico. El conocimiento crítico implica tanto estrategias para conocer y analizar el carácter y movimiento de las cosas, como acción transformativa en aras de la liberación. Dussel entiende la dialéctica como método que, a partir de la perspectiva de la totalidad y sus contradicciones y límites, construye un camino que nos lleva a generar las categorías histórico-filosóficas que nos van a permitir analizar los fenómenos y procesos que constituyen los fundamentos de historia y sociedad. En este sentido, es interlocutor de Marx y Braudel, cuyos caminos hacia el conocimiento científico crítico21 conllevan a construir categorías históricas22 en el contexto de la totalidad. En diálogo con Jolif y Sartre, Dussel concluye que pensar dialécticamente es pensar procesualmente, “porque la totalidad no puede jamás llevarse a cabo […] el pensar dialéctico debe fundarse sobre una historia perpetuamente abierta, un proceso siempre en curso”23. Esta totalidad abierta, diferenciada, a la vez producto y proceso, contingente debido a la praxis humana, tiene una larga historia en el marxismo y más allá24.

      Consideramos al contrapunteo como un método dialéctico y dialógico que investiga y explora contradicciones y matices en los escenarios históricos, articulando causalidad con contingencia, y agencia con estructura. La metodología contrapuntal se puede entender como una estrategia de implementar el método progresivo-regresivo del marxismo, asumiendo las partes como elementos particulares y relacionados, que se articulan de manera compleja en una totalidad contradictoria25. Esta totalidad histórica la conceptualizamos como archipiélagos, ensamblajes, constelaciones, o montajes, formaciones heterogéneas y discontinuas de sujetos, clases, géneros, comunidades, pueblos, países, regiones, diásporas, etcétera, que configuran procesos históricos y espacios translocales, cuyas relaciones interpretamos y representamos como contrapuntos26.

      Configurando esta clave, en su obra maestra de análisis musical titulada Contrapunto, Alfredo Díez Nieto argumenta que el contrapunto se caracteriza por tres factores principales: 1) construcción lógica de la melodía, 2) sentido armónico, y 3) independencia de las partes, sentando las bases en teoría musical para nuestro argumento sobre el método contrapuntal.

      En clave, en su introducción a la más reciente edición en inglés de Contrapunteo Cubano, Fernando Coronil caracteriza a Marx como “un autor contrapuntal más antiguo”, a quien parafrasea para aconsejar leer el libro “no solo como deseamos, pero bajo circunstancias que no escogimos”27.

      La relación no explícita y quizá no intencional entre Ortiz y Marx se revela en que el método de Ortiz se puede describir como una especie de dialéctica