La sociedad de castas. Agustín Pániker Vilaplana

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Название La sociedad de castas
Автор произведения Agustín Pániker Vilaplana
Жанр Социология
Серия Ensayo
Издательство Социология
Год выпуска 0
isbn 9788499884264



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recomiendan los textos brahmánicos.

      Aunque los musulmanes enfocan la cuestión desde otro ángulo, tres de las cuatro escuelas jurídicas islámicas consideran el matrimonio una institución obligatoria. El matrimonio islámico (nikāḥ) es un contrato entre los padres del novio y el padre o el hermano de la novia. Aunque en teoría el islam reconoce que una chica puede negarse a desposar en contra de su voluntad, la realidad es que la presión familiar hace de esta prerrogativa algo remoto. A diferencia del mundo hindú, no obstante, la finalidad primaria del matrimonio en el islam no es la procreación, sino la legitimación de la sexualidad.

      No hay datos oficiales, pero se conjetura que alrededor de un 90% de los indios sigue casándose con la pareja aconsejada por sus progenitores.40 El matrimonio pactado trasciende las barreras de clase social, religión, casta o lengua. Es panindio. (De hecho, es panasiático; y muy extendido en cantidad de países allende el hemisferio occidental.) Aunque la edad de matrimonio se haya retrasado considerablemente, todavía la inmensa mayoría de los jóvenes indios acepta la autoridad parental. No se vive como una imposición.41

      No hay pesadilla mayor para unos padres que no encontrar novios y novias para su descendencia. Desde hace muchos siglos, la casta de los barberos ha ejercido de intermediaria entre las familias que tratan de sellar un pacto (rol de casta que, no obstante, tiende a desaparecer). Las negociaciones pueden durar meses. Los sacerdotes y astrólogos son regularmente consultados. Hoy, las secciones de “Matrimonials” o “Contactos” en los periódicos o en internet son muy importantes para dar con la pareja apropiada.

      La fórmula más tradicional (por la cual los novios no se conocían hasta el mismo día de la boda) casi ha desaparecido. Ahora, los jóvenes comentan más que antaño la cuestión y se les concede cierto derecho al veto. En los medios urbanos modernos puede que la distinción entre matrimonio pactado y por amor no sea tan evidente, ya que los jóvenes incluso intervienen a la hora de escoger la pareja; pero siempre se hace dentro del marco de los candidatos o candidatas “aceptados” por los padres. Lo que ahora aparece en el horizonte es el llamado “matrimonio pactado por amor” (arranged love marriage), por el cual unos jóvenes pueden llegar a tener una relación durante algún tiempo, que finalmente es aceptada y aprobada por los padres (seguramente antes de poner la reputación de la familia en entredicho). Pero, una vez más, incluso en esos casos la inmensa mayoría atañe a jóvenes de los mismos grupos sociales y hasta de una misma casta.

      La fórmula de pacto entre familias cuesta de entender para quien ha crecido en un medio donde imperan modelos diferentes. En India, el enlace sirve para resaltar los vínculos de parentesco (el linaje, el clan, la casta). De ahí que la naturaleza del matrimonio en la India –como en el pueblo gitano [véase Costumbres matrimoniales]– no se base en el amor romántico o en la libre elección de los pretendientes, sino en un pacto entre familias que, de esta forma, perpetúan una comunidad. Recordemos que su principal finalidad es la procreación. El amor, si se da, vendrá después.

      En sociedades “individualistas” –como las del mundo occidental contemporáneo–, la selección de la pareja resulta de un ejercicio de elección individual. El principal criterio de selección suele ser la atracción personal y el enamoramiento. En dichas sociedades, el matrimonio acostumbra a ir precedido de un período de cortejo. El divorcio es aceptable si el amor romántico se desvanece. En cambio, en sociedades “comunitaristas” –como las del Sur de Asia–, en especial en las que predomina el modelo de “familia extensa” [véase La “familia extensa” india], como en India, la elección de la pareja no es un asunto individual, sino una responsabilidad familiar. La fórmula preferida es el matrimonio pactado. En este tipo de enlaces, la satisfacción marital no depende de las necesidades emocionales y personales. De hecho, los niños y niñas indios son sociabilizados para ver el matrimonio como una obligación que conduce a una vida más plena, pero no necesariamente más apasionada. De ahí la mala reputación del matrimonio por amor, considerado una amenaza para la estabilidad marital. Por ello, Christopher Fuller señala que «el patrón del matrimonio convenido es posiblemente el fundamento más firme de la supervivencia del sistema de castas».42

      Lo primero que suele considerarse en la elección es, en efecto, que el candidato o la candidata pertenezcan a la misma jāti o casta (y profese la misma religión); o que sea miembro de otra casta con la que habitualmente su grupo ha mantenido lazos maritales. De esta forma se asegura que la familia posee costumbres alimentarias o cúlticas parecidas. Y, desde luego, se vigila que no pertenezca a ninguna de las categorías (sagotra o sapiṇḍa, o sea, del mismo linaje o familia) que las reglas de exogamia prohíben. Eso equivaldría a un tipo de incesto.

      Hoy, un matrimonio entre miembros de castas diferentes es aceptado –en la India urbana– siempre y cuando el desnivel ritual no sea demasiado visible. Pero aunque el círculo matrimonial se haya ampliado, y aunque se lea con frecuencia en las secciones de “Contactos” de los periódicos que la casta o la subcasta no importan (subcaste no bar), el grueso de peticiones buscan una alianza con una familia de la “comunidad” o de la “clase” correctas, que son meros eufemismos para “casta”.

      El segundo aspecto esencial en la elección matrimonial es dar con alguien de estatus económico o social comparable (o superior, claro). Por tanto, la “clase” también entra en juego. En la India está muy arraigada la noción de “alcurnia” (khāndān) o “buena familia”, no en su sentido aristocrático, mas en el de una familia que haya adquirido “distinción”, en el pasado o en el presente. Por norma, se buscan familias cuya reputación esté fuera de duda; donde el chico se muestre trabajador y la chica, recatada. Se comprueba la compatibilidad astrológica. Los niveles económicos, la personalidad y la proyección laboral del chico se tienen cada vez más en cuenta. Se mira la apariencia física, en especial el color de la piel, de la chica. Pero aunque la belleza de la joven es importante, no llega a ser tan estresante como para las jóvenes de Occidente, que pueden temer no llegar a encontrar pareja por ser feas o descuidadas. En la India, una persona con defectos físicos pronunciados tiene siempre la posibilidad de desposar a alguien de estatus inferior y, así, evitar la soltería. Los estudios son hoy también valorados. Y, por encima de todo, la salud. Una investigación sobre la casta mercantil vyśya de Andhra Pradesh arrojó que los principales criterios a la hora de elegir pareja matrimonial eran la salud (87%), el buen nombre de la familia (82,3%) y la educación (81,5%).43 Es en esta serie de aspectos donde los jóvenes tienen hoy voz, y hasta la posibilidad de vetar a un candidato o una candidata. La ley exige que el novio haya cumplido 21 años y la novia, 18, pero sabido es que en zonas rurales –de Rajasthan, Uttar Pradesh, Madhya Pradesh o Chhattisgarh– no se respetan estos topes.c

      Si uno hurga en los tratados brahmánicos de la antigüedad, constatará que la preocupación por dar con “buenas familias”, con novios inteligentes, cualificados y saludables, o con novias de intachable conducta (léase, vírgenes) y buena presencia, ya angustiaba a los indios de hace 2.000 años.44

      La boda

      El sacramento matrimonial en sí consiste en una serie de ritos entrelazados. La ceremonia hindú empieza con la “donación de la novia” (kanyā-dāna). (El modelo no debería resultar demasiado extraño a un cristiano, donde hasta no hace tanto los padres “daban” a la hija en matrimonio a la familia del novio.) Sigue un rito por el cual la responsabilidad de la chica se transfiere al padre del novio. Luego vienen multitud de pequeños ritos [FIG. 6; FIG. 40]. Los más importantes son el sāptapadī o “siete pasos”, con el que el matrimonio queda oficialmente establecido, y el maṅgalasūtra-dāna, cuando el novio coloca un collar de cuentas negras y oro en el cuello de la novia, que simboliza su buena fortuna y su estatus auspicioso. Por supuesto, a la ceremonia le sigue un gran festín; y la entrada de la esposa en su nuevo hogar. La consumación del matrimonio (garbhādhāna) completa este complejo y colorido universo ritual.

      La boda suele llevarse a cabo en el templo, el ayuntamiento de la aldea, una carpa de la asociación de casta o, en el caso de familias pudientes,