Educar o reeducar al perro. Franco Fassola

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Название Educar o reeducar al perro
Автор произведения Franco Fassola
Жанр Домашние Животные
Серия
Издательство Домашние Животные
Год выпуска 2012
isbn 978-84-315-5289-3



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principales de los lobos son la caza, en la que participan casi todos los adultos con algunos jóvenes, y el cuidado de los cachorros, que se confía a los que no se alejan de la madriguera.

      Si en el territorio hay muchas presas, la manada permanece unida y con un número estable de componentes durante muchos años. La hembra y el macho dominantes forman una pareja estable, pero se produce un recambio continuo de jóvenes que abandonan el grupo en busca de una compañera.

      Las relaciones sociales entre los lobos son muy intensas: se saludan moviendo la cola o lamiéndose el hocico; mojan con orina lugares fijos, ya sea para delimitar el territorio o para advertir a lobos extraños de su rango, sexo y desplazamientos realizados, y se comunican con la voz: cuando están cerca aúllan o ladran, y cuando se encuentran más lejos ululan para indicar su posición y localizar a los compañeros.

      Todas sus acciones tienden a aumentar la cohesión y la colaboración en el seno del grupo, reduciendo al mínimo el gasto de energía destinada a sobrevivir.

      El juego

      El juego es un elemento de cohesión importante en la vida de los lobos. Representa una actividad que estos animales realizan desde la infancia hasta una edad tardía. En efecto, los cachorros no son los únicos que juegan; también lo hacen los adultos, que con esta actividad de distensión recrean las situaciones cotidianas de la vida.

      Durante el juego se reproducen toda una serie de comportamientos típicos. Además, los papeles son intercambiables, con lo cual el agresor se convierte en agredido y el sumiso en dominante. Así, la actividad lúdica se convierte en un medio para descargar la agresividad, y también en un modo de reforzar las relaciones sociales entre los cachorros y los adultos a través del contacto físico directo. Para los cachorros, el juego es un continuo cuerpo a cuerpo: se muerden, se revuelcan, se escapan y reanudan el enfrentamiento. Parecen bolas informes de pelo que ruedan sobre ellas mismas en una danza continua y cautivadora. Cuando crecen, la dinámica cambia: el contacto físico, que predomina en los primeros juegos infantiles, da paso a las actividades motrices; el juego se ritualiza, va siempre precedido por una invitación previa (esta característica la conserva el perro), y predominan las fugas y las persecuciones.

      El lobo joven juega para aprender, es decir, para comprender los comportamientos – sexuales, predadores, de dominio y sumisión— que deberá conocer y utilizar cuando sea adulto.

      Para los adultos, el juego sirve para descargar la tensión, favorece el entendimiento entre los miembros de la manada y pone a prueba las fuerzas de cada individuo.

El territorio y la caza

      El lobo puede controlar un territorio de cien a mil kilómetros cuadrados, según la densidad de las presas. Normalmente está delimitado por accidentes naturales, ríos o torrentes, o bien marcado por señales olorosas de la orina o de la secreción de las glándulas perianales. Entre el territorio de una manada y el de otra hay una zona franca, en la que los lobos sólo entran en casos de grave penuria alimentaria.

      Dentro del territorio de caza está el área doméstica, que los adultos defienden con todas sus fuerzas; en ella se encuentran las madrigueras excavadas en la tierra, en donde la hembra dominante da a luz y crecen los cachorros.

      Los lobos que ocupan la parte más alta de la pirámide jerárquica son los que se dedican a la protección del territorio, en el que dejan indicios olfativos de advertencia y se mueven siguiendo las mismas pistas. Si perciben la señal olorosa de otro individuo, marcan de nuevo el terreno con orina, para avisar al intruso de que ha sido descubierto. Otra forma que tienen de ejercer el control del territorio es ululando.

      Los lobos salen a cazar desde el campo base. Cuando descubren una presa, unos permanecen en el suelo al acecho, mientras que otros se dejan ver. Intentan acercarse a unos treinta metros del animal y, cuando este se da cuenta de su presencia y hace el ademán de huir, se lanzan encima para detenerlo. Si la presa escapa, realizan una breve persecución; si les ataca, difícilmente pelean si no están seguros de salir vencedores, porque el lobo no puede permitirse el lujo de salir herido o tener que realizar un gasto energético importante.

      El conductor de la caza es el macho dominante. Cada individuo tiene una función concreta que depende de las posiciones jerárquicas: unos persiguen y acorralan a la presa, y los que están en la parte alta de la jerarquía la atacan y le dan muerte.

      Las presas suelen ser medianas o grandes (desde ovejas hasta animales de talla mayor). Sin embargo, también se contentan con conejos o animales más pequeños, según los recursos del territorio. Una vez finalizada la batida, devoran la presa y entierran sus restos para poder utilizarlos los días siguientes. De vuelta a la madriguera, regurgitan parte del alimento predigerido para que coman los más pequeños. Luego, descansan y sustituyen a los lobos que se habían quedado vigilando a los cachorros.

      Encontramos una buena descripción de los lobos en el libro La vita segreta dei cani, de T. E. Marshall. El autor compara su organización social y territorial con la de la aristocracia europea, con un hombre y una mujer dominantes, propietarios del castillo y del territorio de caza.

      La vida sexual del lobo

      El lobo macho alcanza la madurez sexual a los tres años, y la hembra a los dos. Esta última tiene un periodo de celo al año, normalmente en febrero o marzo, y da a luz a sus cachorros entrada la primavera, que es la época más favorable para el mantenimiento de la prole.

      Durante la época de celo aflora la tensión y se entablan muchas peleas, originadas sobre todo por los machos de rango inferior que quieren ascender en la escala social. La hembra alfa aleja a las otras de la manada, pero también puede ocurrir que un macho dominante elija una de rango inferior, que de este modo asciende al rango alfa. El apareamiento, que se produce sólo entre ejemplares alfa, favorece la selección natural de los caracteres físicos y psíquicos de los ejemplares dominantes.

      Al finalizar la gestación, que dura 63 días, la hembra da a luz a cinco o seis cachorros, a los que cría con la ayuda de sus compañeras, que pueden tener alguna subida de leche – lo mismo que les sucede a las perras cuando tienen lo que se conoce con el nombre de falsa gestación—, que se utiliza para completar la leche materna y aumentar así las posibilidades de supervivencia de los cachorros.

      Los lobeznos permanecen en la manada durante un año y medio o dos. Allí aprenden a cazar y las normas de la vida social. Cuando alcanzan la madurez sexual, se van y viven solos hasta que encuentran una hembra para aparearse y un territorio para cazar.

      La vida del perro en la sociedad moderna

      La domesticación del lobo tuvo lugar hace miles de años y siguió una serie de etapas. Al principio, el lobo fue un ayudante para la caza, luego pasó a ser el defensor de los poblados y finalmente se convirtió en perro de compañía, a cambio de comida, cobijo y cariño.

      El hombre debe mucho al perro. En primer lugar, su evolución de cazador nómada a guardián de ganado, porque encontró en este animal un defensor insustituible de la propiedad y un excelente vigilante de las reses.

      La nueva vida del descendiente del lobo requirió muchos cambios y muchas adaptaciones, como la limitación de la libertad y de la posibilidad de movimiento. Pensemos, si no, en la amplitud del territorio que puede controlar una manada de lobos y comparémoslo con el radio de acción de un perro doméstico. Para él ha sido difícil acostumbrarse a vigilar y proteger a animales que para sus antepasados eran presas. Su dieta también ha sufrido modificaciones, ya que con la domesticación el perro se ha asegurado el alimento, dando muestras de una gran capacidad de adaptación.

      El hombre empezó a tenerlo como animal de compañía hace 6.000 años, pero no fue hasta el siglo XX cuando esta «especialización» alcanzó proporciones notables, que incidirían en su vida y en la nuestra.

      La utilidad del perro

      El deseo de tener un perro en casa, tanto en el campo como en la ciudad, es cada vez mayor. Su presencia tiene significados diferentes de aquellos para los que había sido domesticado (caza, defensa de la propiedad, de las personas, de los rebaños):

      1. Tiene una función estimulante para las