Es posible que sientas el deseo de acompañar a quien se encuentre caminando solo y no vea clara la huella. Seguramente lo hagas porque recuerdas la generosidad de cómo otros lo han hecho por ti. El P. Meana nos ofrece un itinerario para ir descubriendo en la propia interioridad esa vocación de la entrega. El autor sintetiza en esta obra años de escuchas, aprendizajes, discernimientos, hasta retratar los rasgos fundamentales del alma de quienes se disponen a acompañar en el camino. Nos invita a hacer un recorrido en la propia persona e ir esclareciendo cómo prepararse para ello. En un estilo cálido de meditación, el recorrido de estos capítulos te llenará de claridad y de confianza.
A lo largo de la vida, pasamos por situaciones dolorosas. Cuando eso sucede, la realidad toca en lo más hondo y suponemos que, desde entonces, no seremos los mismos. ¿Cómo se retoma la vida después de ello?
Nos señala el P. Eduardo que en cada uno existe la capacidad de atravesar el propio dolor, mirarlo de frente y dejar que él nos lleve hacia nuestro crecimiento. Ese revivir que nos hace más fuertes se llama Resiliencia.
Este libro no es un tratado, sino que es un camino para ir transitándolo por quienes sufren y luchan, por los que acompañan y educan. Encontrarán en esta obra, claridad psicológica, pero también poesía; itinerarios formativos, y mística… Hasta la provocativa propuesta final: no hay Identidad sin Resiliencia, «sólo llegas a ser tú si eres resiliente».
Invitación a este viaje: Quienes mejor te amaron, te amaron también desde el silencio. Enmarcando y nutriendo su atención a tu ser. Generaban el espacio para tu libertad y su maduración acerca de cómo hacerte el bien. Y daba a luz las palabras que dan vida. Pasemos al tiempo presente. ¿Qué tal si nos ayudamos a recuperar ese arte? Que es, además, el arte de Dios. Y desandamos cierto olvidado camino del silencio -malentendido, desvalorizado o temido a veces como una huella perdida de soledades o carencias-, nos rebelamos a vivir aislados en el tumulto. Para resituarnos en el silencio dialogal: eco hábitat de mismidad, de fe abismada a Dios como 'Tú' absoluto, de receptividad del hermano, de contemplación cotidiana. En suma: tu silencio… recuperado como intimidad que es cuna de tus vínculos. Y que los sostiene alumbrando, desde ese fondo personal, gestos y palabras creativos y entrañables. Este libro tiene su 'hermano mellizo'. Que se llama «El Ecosistema del Silencio – Un viaje desde la palabrería hacia tu interioridad fecunda». Son parecidos, comparten ADN, se complementan; aunque cada uno tiene su núcleo propio. En éste, se acentúa esa cualidad 'dialógica' que el silencio nutre y permite ante Dios y los hermanos. En el otro librito, se describe la necesidad de una decisión: elegir el silencio como Ecosistema que hace posible el nacer de la palabra creativa y significativa, en un contexto histórico que oscila entre la palabrería abrumadora y las mudeces que matan. En ambos, entre capítulo y capítulo hallarás intercaladas, poesías y letras de canciones que fui escribiendo; así el libro nos ofrece otra perspectiva y otra respiración. Mi deseo, mi desafío y propuesta, es que 'rumies': que sientas necesidad de detenerte. Que no nos sea exigible un ´leer de corrido' ni 'de una vez'; así como la comida casera y sus platos de una fiesta familiar, con intercambio de recetas y cariño, requieren gratuidad, saboreo, conversación… y no la velocidad voraz de un 'fast food' masivo. Por eso, te pido que comas despacio, para que la nutrición sea restauradora y efectiva a largo plazo. No lo pretendo por mi calidad de escribiente, sino porque hablamos de misterios: El alma de los hombres, y el alma del mundo. Y tu alma. Y porque leer juntos este libro, es también un elegir 'ser discípulos', discípulos que nos sabemos necesitados de paciencia, y que muy de a poquito van asimilando, como despacito asimila la tierra la llovizna que la fertiliza. Lo sólido tarda su tiempo. La educación es una siembra. Un cambio de hábito espiritual necesita convencerse de a poco. Este libro y su librito hermano apuntan a eso. No a atajos, ni a 'tips' simplificadores de lo complejo, ni a causar un shock -que hace perder rápido los pesos muertos, pero luego, a subirlos también rápidamente. Así hizo el Señor y Maestro: no un shock emotivo, sino una siembra existencial. Vengo rezando por cada lector… para que creas que la siembra y la semilla que es cada parrafito -quizás muy imperfectamente- vienen desde ese Otro Sembrador, que nos está trabajando a todos: para generar los bienes que esta tierra, esta época, esta humanidad que somos, hoy está necesitando.
Saber estar en silencio es llegar a pertenecerse más. Es hacerse más consciente y más crítico de todo, más dueño de las palabras, más capaz de resistencia ante la palabrería vacía y vaciante, y ante el silencio usado como arma: el silencio hiriente y ninguneador.
Hacerse más uno mismo. Por eso tiene que ver con la identidad.
El silencio así es fecundo: pues recuperando mi sustancia de mismidad, sustanciándose mi 'yosoy' ya no desde fuera sino desde 'la tierra existencial que soy y habito', puedo, por fin, establecer un vínculo dialogal y nutriente con el tú, con el otro; un vínculo que no sea dependiente o posesivo, sino atento y receptivo.
El silencio receptivo, contemplativo, dialogal, se vuelve ecosistema: un hábitat cotidiano de equilibrio sustentable de la identidad, el amor y la creatividad.
Este libro tiene su 'hermano mellizo' llamado «Te amaré en Silencio» – tu Intimidad como Contemplativo de Dios y Receptivos del hermano". Son parecidos, comparten ADN, se complementan; aunque cada uno tiene su núcleo propio.
En éste, se acentúa la consideración del silencio como ecosistema y lugar de identidad personal, si bien siempre aparece su cualidad de 'lugar del escucha del Tú divino y el tú humano'. En el otro librito,se profundiza esa cualidad dialógica que el silencio nutre y permite, y la reflexión sobre el Ecosistema que sostiene esta vincularidad, queda mencionada, pero sin ser desarrollada.
En ambos, entre capítulo y capítulo hallarás intercaladas, como poesía que nos dé otra perspectiva y otra respiración, algunas letras de canciones que fui componiendo -casi todas, últimamente.
Escribo como quien recorre un paisaje: el sagrado lago del alma humana, rodeado de montes, bosques, vibrando con nuestra época…, pero memorando tantas huellas y avizorando perspectivas.
Por eso, voy y vengo: si has caminado lugares hermosos, sabes que no se trata de un único trayecto lineal. Sabes que, al subir una altura, cambia tu paisaje, mejora tu perspectiva. Y que, si caminas rodeando el lago, el agua es la misma…, pero ahora puedes ver otro bosque escondido en su lado opuesto, quizás de otras especies. Además, cada hora del día despierta nuevas tonalidades en las rocas: y así descubres su composición y hasta su relieve.
Te invito, entonces, a leer despacio. A parar en cada párrafo, sin que sientas que eso es un problema. Es como detenerte a mirar un árbol hermoso. Quién te dijo que un libro debe ser una prueba de velocidad. ¿No serán los mismos que te tratan de vender un tour de muchas ciudades en pocas jornadas, quizás…? ¿O que nos aseguran que para mantener muchos «amigos» basta verles algunas fotos y leer algunas frases que deciden editar?
Reaccionemos.
Andemos juntos por el corazón que se extravió en la palabrería, se reconoce capaz de más sentido y solidez, y busca paz. El camino del silencio es el camino hacia ti mismo. Me conmueve percibir la búsqueda de tantas y tantos: una búsqueda de plenitud, de sentido, que no se mide por lo material, ni en vacaciones soñadas, ni por logros, ni excesos, ni escapes.
Viajemos juntos sin apuro. Quienes nos hemos alejado de nuestra alma paso a paso, necesitamos volver paso a paso. Dale tiempo a este libro. Fue escrito -como su libro hermano- con tiempo, amor, y memoria de muchos que charlaron conmigo sus pesares y búsquedas.
En el centro de ti mismo, te espera un premio; es una gracia de paz, pero no se te dará sin intentar paso a paso, párrafo a párrafo, comprender, acallar y dejar atrás, desandándolos, a tus ruidosos, engañosos laberintos.