Había una vez un cuervo que se robó un queso y se subió a los altos de un árbol para comérselo. Pero un zorro pasaba por el lugar, vio al cuervo que tenía un gran pedazo de queso y vio la forma de quitárselo.
Hubo una vez en una casa un Gato tan activo y vigilante que no dejaba tranquilos a los ratones. Se dieron cuenta que no lo oían llegar debido al poco ruido que hacía y decidieron poner solución a ese silencio.
Cierta vez, un Zorro invitó a su amiga Cigüeña a cenar en su casa mencionándole platillos deliciosos e inolvidables. La Cigüeña cuando llegó y se sentó en la mesa, observó que el Zorro servia una riquísima sopa en un plato muy plano y no podía comer nada. Pasado los días, la Cigüeña invitó a cenar al Zorro, al llegar a la casa de la Cigüeña, esta trajo la exquisita comida dentro de un largo y alto jarro de cristal, de panza ancha y boca estrecha. El Zorrro intenó de muchas maneras meter su hocico y lengua a la boca del jarro, pero no llegaba a la comida.
El rey león invitó a todos sus súbditos a su corte.. Quería demostrarles su gran poder y magnificencia… y, muy grave y estirado, los recibió en su palacio. ¡Qué clase de palacio! Una gran cueva llena de huesos, una carnicería maloliente, mucho más hedionda que una curtiembre.
Había una vez una cabrita blanca muy tozuda que un día regresando del colegio con su bicicleta se encontró a una cabrita negra al otro lado de un puente muy estrecho, hecho con el tronco de un árbol. La cabrita blanca quiso atravesar el barranco, y decidida se fue hacia el puente. La cabrita negra, que estaba del otro lado, quiso también atravesar el barranco en aquel preciso momento y se fue muy decidida hacia el puente.
Había una vez un lobo, que cuando empezó la primavera y terminaron los rigores invernales, salió de su cueva y se sintió hambriento. Pensó en ir de caza por si encontraba algo de comer. Recorrió el bosque en busca de animales, pero no encontró ninguno, cosa que le puso de mal humor. Llegó a un llano, donde estaba un caballo paciendo sobre la hierba
En el Polo Norte, Papá Noel trabaja todo el año para construir los juguetes que todos los niños del mundo reciben la noche de Navidad. Es un trabajo enorme, que no sólo requiere fantasía, sino también mucha habilidad y organización. Por suerte, los duendes del norte lo ayudan.
Había una vez un rey llamado Príamo. Era el rey de Troya, una ciudad grande y amurallada. Príamo tenía dos hijos varones: Paris y Héctor. Paris era famoso por su belleza y Héctor se distinguía por su valor. Un día, el príncipe Paris fue a la ciudad de Esparta y conoció allí a la mujer más bella de toda Grecia, Helena. Paris quedó encantado por la belleza de Helena y decidió llevársela consigo a Troya.
Una liebre y una tortuga se retan a una carrera para ver quién de las dos es más rápida. Evidentemente la liebre parte en cabeza y en poco tiempo coge una gran ventaja sobre su lenta perseguidora. Al verse con la victoria en el bolsillo el lepórido se permite sentarse a descansar a la sombra de un árbol y cae dormido. Cuando despierta y cruza la meta no hay nadie para recibirla, la tortuga ya había llegado y ganado la carrera.
Según la leyenda, Robin Hood era un varón de gran corazón que vivía fuera de la ley escondido en el Bosque. Hábil arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan Sin Tierra. Robin Hood robaba a los enriquecidos ilegítimamente para distribuir el botín entre los pobres y las víctimas.