Alhena Literaria

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    Viaje a los Pirineos y los Alpes

    Victor Hugo

    Viaje a los Pirineos y los Alpes demuestra la indiscutible maestría como narrador de viajes de un Víctor Hugo que, según confiesa en sus páginas, pasaba la vida «entre un punto de admiración y un punto de interrogación».
    Los Pirineos y los Alpes han sido cantados por cientos de escritores, historiadores y naturalistas desde que Polibio reseñara, con notables dosis de imaginación, la travesía de Aníbal por la segunda de esas dos grandes cordilleras europeas. Pocos, sin embargo, lo han hecho con la calidad literaria y la penetrante mirada de Víctor Hugo, quien, siendo ya una figura consagrada, los recorrió cuando aún guardaban intacto su formidable tesoro natural.
    Este libro recoge el relato de su viaje por los Pirineos en 1843 y del que realizó por los Alpes cuatro años antes. En ambas crónicas, el autor dio rienda suelta a su pulsión romántica describiendo no solo la magnificencia de la naturaleza, sino también sus cambiantes estados de ánimo y las leyendas históricas y circunstancias políticas de los sitios por los que pasaba, casi siempre sustentando tesis revolucionarias para la época. Además, su trayecto hacia los Pirineos tuvo un significado especial al volver a localidades en las que se había alojado en su niñez camino de Madrid.

    Tombuctú. De Djenné a Tombuctú

    René Caillié

    René Caillié fue el primer cristiano que consiguió entrar en la mítica ciudad de Tombuctú y vivió para contarlo. Para ello tuvo que ocultarse bajo el aspecto de un falso musulmán y cruzar África con el miedo continuo a ser descubierto. Sin ayuda de nadie, solo y en medio de una gran caravana de mercaderes árabes, consiguió alcanzar su gran sueño infantil. Anteriormente, esta fabulosa ciudad dorada no era más que un «sueño truncado» en las mentes de los europeos.
    De repente, el mito de la ciudad prohibida, llena de monumentos dorados y símbolo de un continente desconocido descrita por los viajeros europeos se desvanece ante los ojos de Caillié: «Llegamos felizmente a Tombuctú cuando el sol alcanzaba el horizonte. Veía, por fin, la capital de Sudán que, después de tanto tiempo, era el fin de todos mis deseos. (…) Abandonado mi entusiasmo inicial, me di cuenta de que el espectáculo que tenía ante mis ojos no se correspondía con lo que yo esperaba.»
    Caillié permaneció en Tombuctú desde el 21 de abril hasta el 4 de mayo de 1828 bajo la protección de Sidi-Abdallahi.
    El relato de sus viajes, inédito en España, convirtió a René Caillié en un personaje reconocido en su país y en héroe local.

    Viaje a la Luz. Paseo con Hitchcock por Cordoba y Granada

    Alfonso Corominas Rivera

    El viaje como descubrimiento y rememoración, como proyección de la propia biografía. Todo eso, y más, puede ser un viaje; depende de quién lo haga, de cómo lo haga, por qué y para qué lo haga.
    Alfonso Corominas nos brinda una manera diferente de conocer Córdoba y Granada en la que el oído, el tacto y el olfato nos descubren una nueva dimensión de las dos ciudades más árabes de Occidente. Con esos medios describe un viaje real a la capital califal y otro imaginario a Granada, en los que se mezclan la emoción del presente con los recuerdos de esos lugares que ha visto y ya nunca podrá ver; pero, ¿acaso no sucede lo mismo en cualquier viaje?
    El recorrido por Córdoba y Granada que Corominas nos ofrece se convierte así en otra manera de descubrir la esencia y los tesoros de las dos ciudades andaluzas, y se transforma en este libro de viajes, que hoy presentamos, en el que no se renuncia a la belleza de la luz porque ese resplandor de Andalucía vive en su cultura y sus costumbres.
    Eso sí, cuando uno es ciego debe buscarla con la sensibilidad, el buen ánimo y el humor con que lo hace Alfonso Corominas que, dotado de una gran capacidad narrativa, utiliza para ello todos los recursos. Incluso el de lograr que Alfred Hitchcock haga un cameo más de los tantos que hizo en el cine y se convierta en un inesperado y sorprendente compañero de su Viaje a la luz.

    Las rutas del exilio

    Marc Ripol Sainz

    Las ocho historias en que se basa Las rutas del exilio son reales. Pertenecen a sus protagonistas, que las vivieron en sus carnes, y en ellas no hay más telón de fondo que la cruda realidad del exilio y de la Guerra Civil.
    Son, si se quiere, historias que pertenecen a la Historia y que, en un ejercicio que aúna rigor y amenidad, Marc Ripol ha rescatado de la voz de quienes se vieron obligados a abandonar España y a probar suerte en otro país con el único objetivo de salvar la vida. Por estas páginas desfilan personajes casi anónimos que hicieron lo indecible por sobrevivir y ayudar a los demás, crónicas de la bondad y el sacrificio humanos, de las ganas de luchar incluso cuando la adversidad mina la moral y las fuerzas. Setenta años después, de aquellos hechos sólo queda —como escribió Machado, protagonista de uno de los ocho capítulos—, «la palabra quebrada y temblorosa».
    "La enorme virtud de un libro como el de Marc es que me obliga a recorrer esos paisajes porque me los ha llenado de historias y de personajes. En cada recodo de los caminos que describe hay una historia; en cada curva hay un grito de desesperación o una razón para que alguien siga vivo; en cada manantial, una sed que ha sido saciada en circunstancias dramáticas. Este libro hace que, para gente como yo, las piedras hablen. Y, por tanto, se carguen de sentido." Jorge M. Reverte

    Navegar tierra adentro

    Robert Louis Stevenson

    En 1876, un joven Robert Louis Stevenson y su amigo Walter Simpson se embarcaron en una expedición por los canales de Bélgica y del norte de Francia. El periplo, en dos balandros llamados Cigarette y Arethusa, se inició en Amberes el 25 de agosto y terminó en Pontoise, en los alrededores de París, a mediados de septiembre.
    En una época en que viajar por placer en un medio de transporte tan incómodo era un hecho inusitado, Stevenson y su amigo decidieron emprender una travesía que resultaría desastrosa de todas todas, ya desde un principio: con frecuencia los tomarán por vendedores ambulantes —e incluso por espías—, les negarán el pan y el alojamiento y tendrán que sufrir las inclemencias del tiempo. Solo el humor les ayudará a superar las adversidades.
    Con una prosa directa a la vez que divulgadora, el autor se entrega a la descripción del paisaje y de las costumbres de los lugareños con humor. Stevenson traza el retrato de un tiempo y de un lugar en la que viajar estaba solo al alcance de unos pocos y, sin que casi nos demos cuenta, deja caer reflexiones, ideas, apuntes que van calando en el ánimo del lector y que luego, a final, se revelan como lo que son: páginas llenas de vida y de gran literatura.
    "Por mi parte, al deslizarme por esa vía móvil a bordo de la funda de violín que era mi balandro también empezaba a cansarme de mi océano. Al hombre civilizado tarde o temprano le sobreviene el deseo de la civilización. Estaba ya cansado de darle al remo, harto de vivir en las afueras de la vida; empecé a tener ganas de volver a la refriega, de ponerme a trabajar, de conocer a personas que entendieran mi lengua y me recibieran en términos de igualdad, que vieran en mí un hombre, no una simple curiosidad."

    La rana viajera

    Julio Camba

    "Mientras he estado en el extranjero, yo he tenido un punto de referencia para juzgar los hombres y las cosas: España. Pero esto era únicamente porque yo soy español y no porque España me parezca la medida ideal de todos los valores. Ahora, y para hablar de España, me falta este punto de referencia. Forzosamente haré comparaciones con otros países. […] Y no sólo resultará que España no puede ser un modelo para las otras gentes, sino que no sirve apenas para los mismos españoles. La rana encontrará su charca muy poco confortable."
    Publicada por primera vez en 1921, La rana viajera supone el reencuentro del incansable viajero con su «charca», donde todo sigue exactamente igual que cuando la dejó: la misma gente, las mismas ideas, las mismas costumbres se reproducen y perpetúan de un modo cansino.
    Tiene el lector en las manos un libro divertido y triste a la vez, sagaz a la par que incómodo, no exento de una crítica mordaz y de una voluntad de crear polémica desde el humor y con un estilo ingobernable, un libro que invita a repensar los problemas de este país desde una óptica distinta y que, conforme avanza, nos convence de la tremenda actualidad de Julio Camba como escritor: no es ya que algunos de sus artículos parezcan escritos anteayer, es que muchos podrían pasar, perfectamente, por ser la columna de pasado mañana.

    La ciudad automática

    Julio Camba

    Publicado por primera vez en 1932, La ciudad automática es un libro de culto, una referencia insoslayable de la literatura periodística del siglo XX. Con su habitual sentido del humor y su facilidad por convertir la anécdota en categoría filosófica, Julio Camba realiza en estas páginas uno de los homenajes más hermosos que se han tributado nunca a la ciudad de Nueva York.
    Recuperado hoy para el lector español es a la vez un motivo de júbilo y un acto de justicia poética.
    Decía un poeta español que, en Nueva York, las estrellas le parecían anuncios luminosos. A mí, en cambio, los anuncios luminosos me parecen estrellas, y Nueva York es, en mi concepto, una ciudad romántica, no a pesar de su brutalidad y de su codicia, sino por ellas precisamente."

    Londres

    Генри Джеймс

    Reunidos por primera vez en español, Londres recoge los textos que el autor americano dedicó a la capital británica, «el lugar preciso del mundo que con más fuerza comunica la sensación de estar vivo».
    Con un estilo inimitable y la precisión de un fino observador, James desliza la mirada sobre múltiples aspectos de la gran ciudad y de sus habitantes. Todo pasa por su lupa, todo tiene cabida en su prosa: desde los efectos del hollín en el paisaje urbano, hasta la supuesta unanimidad de los ingleses; desde el verdor de los parques o la presencia salvífica del Támesis, hasta la vida en los suburbios; desde las aglomeraciones en ciertas esquinas o, hasta la soledad que se experimenta en verano y que uno debe compartir con exconvictos, vagabundos y gentes de mal vivir.
    todo lo hace James reelaborando el modelo de retrato, el concepto de narración, la idea del viaje, que conforme se acerca a su fin deja tras de sí la estela de una pérdida.
    El lector tiene en las manos un libro que invita al viaje, a revisitar esta «tenebrosa y moderna Babilonia», sí, pero también a la reflexión, a la crítica de la contemporaneidad y, sobre todo, a la gran literatura.

    Aventuras de una peseta

    Julio Camba

    Aventuras de una peseta recupera para el lector de nuestro país las crónicas que el genial escritor dedicó a Alemania, Gran Bretaña, Italia y Portugal. En ellas Camba se propone desmenuzar la realidad con precisión de cirujano, haciendo que las cosas, las gentes y los pueblos revelen su lado oculto y con frecuencia más absurdo. Lo mismo dedica su prosa a una salchicha que a la depreciación de la moneda, lo mismo a la flema inglesa que a la «superioridad dramática del té respecto al chocolate», lo mismo a la pintura renacentista que a la «filosofía napolitana del robo al turista» o a un curioso hipopótamo lisboeta.
    Si hay un rasgo que distingue a Camba del resto de escritores de su época es la extraña combinación de humanidad e inteligencia. Es humano porque compadece a quien observa; es inteligente porque se sabe que en el otro se observa a sí mismo.
    Todas las páginas de este libro rezuman un humor y una lógica aplastantes, que sin duda llevarán a algunos lectores a esbozar una sonrisa y a otros —los más incautos— a desternillarse de la pura risa.

    Córdoba. Impresiones de viaje

    Alejandro Dumas

    Córdoba es un extracto del libro De París a Cádiz, que se inscribe dentro del interés que despierta nuestro país entre los literatos y artistas románticos, que ven España como un lugar exótico e insólito.
    Alejandro Dumas padre visitó España entre octubre y noviembre de 1846 (dos años después de la publicación de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo) como cronista de las bodas reales entre Isabel II y su primo Francisco de Asís, y el duque de Montpensier y la infanta Luisa Fernanda, hermana de la reina Isabel II. Le acompañan su hijo, su secretario, el poeta Auguste Maquet, los pintores Adolphe Desbarolles y Eugène Giraud y Eau Benjoin, su criado etíope. Como resultado de este viaje surgieron tres libros: De París a Cádiz, escrito por Dumas, Dos artistas en España, firmado por Desbarolles y Giraud, y un tercero posterior sobre cocina española.
    Esta no es una novela de viajes al uso; allá donde no llega la realidad, Dumas da rienda suelta a su imaginación. Y esta es la que prevalece en el camino de Granada a Córdoba o en la descripción que hace de la antigua ciudad musulmana. Aún así, las descripciones del paisaje y de la inmensidad de la mezquita son de una gran belleza. Este es un libro desenfadado y alegre, lleno de pequeñas aventuras, donde cobra especial relevancia el aspecto humano y las gentes de Córdoba.