El llamado «Libro Tibetano de los Muertos» ha sido reconocido durante siglos como un clásico de la sabiduría budista y del pensamiento religioso. Más recientemente, ha alcanzado gran influencia en el mundo occidental por sus penetraciones psicológicas sobre el proceso de la muerte y del morir, y por lo que puede enseñarnos acerca de nuestras vidas. También ha resultado de ayuda en los procesos de duelo de personas que recientemente han perdido a algún ser querido.Compuesto en el siglo VIII d. de C., su intención es la de preparar al alma para las adversidades y transformaciones del más allá. Su profundo mensaje es que el arte de morir es tan importante como el de vivir. Extraído de las tradiciones espirituales tibetanas, nos muestra los funcionamientos de la mente en sus diversas manifestaciones -aterradoras y tranquilizadoras, iracundas y hermosas-, que aparecen más claramente en la conciencia del difunto. Reconociendo dichas manifestaciones podremos alcanzar el estado de iluminación, tanto en esta existencia como en la venidera.La presente traducción conserva la forma y el espíritu del original, y ha sido especialmente preparada para los lectores occidentales por Robert A. Thurman, uno de los más importantes eruditos sobre el Tíbet, además de estrecho colaborador del Dalai Lama. Su introducción a las creencias budistas, instrucción sobre meditación, comentarios iluminadores y guía para el uso práctico de las plegarias tibetanas, la convierte en la más accesible e informativa de las versiones disponibles en castellano.
Queda siempre en el Fausto la fuerza de un pensamiento riquísimo y la plasmación de un mito, el último que nuestra civilización ha acuñado con el sello de la gran poesía. —Del prólogo de Francisco AyalaA partir de la figura medieval del doctor Fausto y su fatídico pacto con el diablo, Goethe dedicó varias décadas de su portentosa carrera literaria a la composición de una obra dramática en dos partes: un fragmento de la primera tuvo su edición original en 1790, pero la segunda sólo vería la luz de manera póstuma. Fausto dejaría una impronta definitiva en las ideas occidentales sobre la sed de conocimiento, la tentación, la culpa reincidente y la inmortalidad del alma. Pasto para lecturas y relecturas de la más diversa índole, e inspiración de compositores como Schubert, Schumann, Berlioz, Liszt, Mahler y Henze, Fausto es no solamente una de las obras cumbre de la lírica alemana, sino parte innegable del imaginario y la mitología del mundo moderno.
Una historia de terror verdadero y uno de los monstruos más renombrados en la literatura obscura, ambos creados por un autor de culto del terror. La llamada de Cthulhu cuenta una historia que avanza misteriosa y obscura, teniendo acentos de locura, horror y muerte sembrados por todo el relato, creando el camino que poco a poco lo llevará a usted hacia la descripción del terrible Cthulhu y su tenebrosa morada.
Alicia está tomando las lecciones del día en un jardín, junto a su hermana. El libro, aburridísimo, y sin imágenes, hace que desvíe la mirada. Es en este momento en que, de la nada, aparece un pequeño Conejo Blanco que, como muchas personas, parece que tiene mucha prisa. La curiosidad de Alicia es demasiada y decide perseguir al Conejo Blanco, sin imaginarse, todas las aventuras que le esperarían. Y, como dice la duquesa, «Aquí hay una moraleja…»
En la alejada Transilvania, un excéntrico castillo sobresale en medio de un bosque. Castillo que es habitado, a su vez, por un excéntrico personaje; un conde que, todo su aspecto, desde las uñas hasta los dientes, inspira miedo: el conde Drácula. Sin saber de la reputación de este temible personaje, Jonathan Harker se adentra en estas tierras lejanas para tratar con él un tema legal, ignorando que esta visita cambiará, no sólo su destino, sino el de todos aquellos que lo rodean. Siniestra obra escrita en 1897, por el escritor irlandés, Bram Stoker, que deja viajar a la imaginación a los más temibles rincones de la ciencia ficción. Obra que se replicará a lo largo del tiempo, gracias a su originalidad y, sobretodo, macabra historia.
La isla del tesoro, un clásico de la literatura escocesa, y representada ya en diferentes formas, cuenta la historia de unos marineros que zarpan en búsqueda de un tesoro escondido. Desde el misterioso personaje que entrega el mapa, hasta los piratas que se amotinan en contra del capitán, y, sobre todo, los heroicos y temerarios actos del joven Jim Hawkins que los ayudan a sobrevivir en la isla; la historia está llena de aventuras. Es normal que las vidas de los autores se reflejen en sus escritos, y la vida de Robert Louis Stevenson no se queda atrás. Parecido a un nómada, Robert pasó mucho tiempo de su vida viajando por muchos lugares del mundo debido a su terrible estado de salud; por lo tanto, era maestro en escribir sobre aventuras. Es justo en uno de sus viajes, donde muere, dejando atrás un legado de fantasía y terror.
Una familia norteamericana ha comprado una propiedad en tierras inglesas. Este recinto viene con una peculiaridad: un fantasma. A pesar de la advertencia, los nuevos inquilinos no tienen problema para afrontar este terrible espectro, ¡y de verdad que no tienen ningún problema! Sus cientos de años como fantasma en su currículum, no son suficientes para esta singular familia. Escrita en 1887, Oscar Wilde logra nuevamente deleitarnos con un breve cuento que, como todos los cuentos del autor, nos deja con una pequeña moraleja; el materialismo norteamericano y sus costumbres republicanas que se instalan en la vida y cotidianidad de las inglesas.
La isla del doctor Moreau, nos cuenta, de manera magistral, el terror del alcance de la imaginación, el lado oscuro de la ciencia y la capacidad del ser humano para convertir la naturaleza en una aberración. Así como muchas de sus obras, Wells nos advierte una cosa: la ciencia y la tecnología, más allá de un beneficio, podrían resultar en nuestras enemigas. Al ser un hombre de ciencias, Wells no sólo dedicó su literatura a la ciencia ficción, sino que también se amplió a las novelas sociales. Wells murió a causa de un tumor en 1866.
Un pequeño mendigo que, para esconder sus penurias, se adentra en los cuentos de príncipes y princesas. Una tarde, decide caminar hacia el palacio para poder hacer realidad su único deseo: ver a un príncipe de verdad. Pero un inesperado acto de bondad, realizado por un príncipe, daría vuelco no sólo a la vida del pequeño mendigo, sino también la del mismo príncipe. Ambientado en 1547, Mark Twain, a pesar de ser un escritor estadounidense, se forma esta pequeña ficción sobre la vida de Eduardo VI y, sobretodo, se centra en las duras, e inhumanas leyes que existían en esos tiempos. Considerado uno de los mejores escritores de Estados Unidos, Mark Twain dedicó la mayor parte de su vida a vivir aventuras, aventuras que se ven reflejadas en la mayoría de sus escritos.
Si algo en común tenemos los seres humanos es, que más allá del miedo a la muerte, viene antes la difícil aceptación de nuestra ancianidad: el observarnos al espejo y afrontar un cuerpo maduro, lleno de arrugas y de canas. Pecamos, sin darnos cuenta, de vanidad. Es así como el joven Dorian, en un ligero avistamiento al futuro, rompe en llanto y hace un juramento, o más bien, una petición. Sin saber que, de alguna forma, algo maligno estaba escuchando. Y si a alguien se le podía acusar de vanidoso, era a Oscar Wilde, y es que su filosofía estética y refinada, dio las bases para lo que hoy se le conoce como dandismo.