Название | Meteoros |
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Автор произведения | Álvaro Cuesta |
Жанр | Документальная литература |
Серия | |
Издательство | Документальная литература |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788468560069 |
Quiero invitarte a ti, a que me acompañes en este viaje, a que observes conmigo mis meteoros, mis tesoros escondidos, mis luces y pensamientos ocultos, y obtengas con ello un poco de mi realidad compartida y seas consciente de la suerte que nos da la vida, porque esto no lo debo ni debemos olvidar, es una aventura.
Todo está ya en silencio, pero no se puede descansar, mi paseo espacial ya ha terminado; debo estar atento en la lejanía, pues la traza de luz se apaga, y cuando aparece tarda sólo unos pocos segundos en perderse en el espacio sideral. No hay que dejar que se te escape y atraparlo en tu retina. Aprender si crees que te ayuda, y olvidar si crees que te perjudica. Todos llevamos luces interiores, y yo lector quiero enseñártelas; al menos las mías, pues has estado o estás en mi vida, y me siento feliz de que sigas estando, yendo conmigo pero como diría Michel de Montaigne en 1580 “... yo mismo soy el contenido de mi libro...” y piensa siempre como afirma este mismo autor “Las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara”
¡Amigo y compañero, tripulante de mi nave, vas a mi lado, sueña despierto, no tengas miedo, y compartamos con alegría la luz de nuestros meteoros, y no nos escondamos en el universo, el infinito nos espera y llegaremos a él porque vamos juntos!
punto de partida
Un arranque general, los motivos
que justifican mi viaje, los porqués
“La vida es como una caja de bombones…Nunca sabes lo que te puede tocar”. Forrest Gump
Hoy he vuelto a sentarme conmigo mismo frente al espejo del tiempo, y he visto la figura de un hombre diferente, al que casi no reconozco. ¿Quién es? No ha pasado tanto tiempo y sin embargo he cambiado mucho. Mi cabeza ya no es la misma, el pelo es quizás un poco más blanco, observo que han aparecido arrugas en la cara y tengo la percepción de que mi vida, ya larga, ha avanzado en un entorno que a nivel personal se está haciendo más rico día a día.
Me siento como una estrella que aparece fugaz en el firmamento y que pasa rápida en el cielo trasladando su luz, y que todos la ven en ese momento hermosa y espléndida, llena de resplandor; pero termina extinguiéndose en la lejanía. ¿Y qué queda luego? Tan sólo el recuerdo de una imagen muy bonita que te ha acompañado y alegrado la vista en un momento de tu vida.
Luces que iluminan el camino, faros que te guían hacia tu destino, sólo es eso, es tu vida. Para aceptar el destino tienes que ser fuerte, para ordenar tu cabeza tienes que estar seguro; parece fácil, pero no lo es, tu objetivo es alcanzar el equilibrio entre ambos Hay que seguir el camino sin vacilar con tus luces y tus sombras, seleccionar y cargar en tu mochila todo aquello que necesites para poder llegar a tu meta: sueños, ilusiones, recuerdos, sentimientos y personas, pero un consejo, no hay que lastrar tu realidad con cargas o pesos innecesarios, mira bien lo que añades.
Realmente la vida es algo muy simple, aunque nos empeñemos en hacerla complicada. Si las oportunidades no acuden a ti, constrúyelas y aprende de tus propios errores y los ajenos, es posible que no se viva lo bastante para cometerlos todos.
Es por eso por lo que cojo mi lápiz y papel, busco trasladar un pensamiento, una reflexión y que quede reflejado un mensaje sin mayor pretensión que dejarlo escrito, y que alguien un día cualquiera pueda leerlo.
Es una realidad que nacemos para vivir, vivimos para crecer y crecemos para morir; principio y fin, origen y destino, nuestro alfa y omega.
Puedo hacerlo o no, elegir qué es lo que quiero, compartirlo o callarlo, atreverme o no. Mí osadía y descaro construirán mi camino. Hay que respetar la decisión adoptada, esta es la mía, y espero sea entendida y pueda servir realmente para algo pues mi objetivo sí es ambicioso, que es transmitir un poco de mi yo, para alguien. Yo soy el único responsable de todos mis éxitos y fracasos y tengo que asumir todas mis consecuencias.
Quiero dejar aquí como homenaje a mi abuela materna Delfina Matilde del Valle que ya en 1931 elaboró un manuscrito que me ha impulsado a realizar este libro, y que sin duda posiblemente haya sido la semilla de mi vena escritora, y que en su comienzo dice con una elegancia poética exquisita y yo comparto como un excelente prólogo e inicio a este libro:
Me asomo al recuerdo de mi vida, mojo la pluma en ella y con su puntita, voy trazando aquí algo que creo os ha de interesar. Si al leerlo pasáis un buen rato, ello será el premio…
la piel del otro
Tú y yo, entender que no somos
los mismos y saber ayudarte
“Cada uno tiene sus propios zapatos y debe vivir su propia existencia, aceptar su realidad y entender la que vive el que está a nuestro lado, esto nos permitirá acercarnos a él”
Haciendo un acto de introspección, es fácil pensar en tu yo. Valorar, cómo crees que eres, y descubrir cuáles son tus virtudes y tus defectos, y llegas a la conclusión, puede ser que de forma ingenua, que te conoces y que por añadidura, los demás te conocen. Craso error cometes, es sin duda una clara equivocación que puedes considerar que no tiene importancia, pero esto no es así. No valoro que el egocentrismo me impide ver la autentica realidad “Mis árboles no me dejan ver mis bosques”. Juzgo y me atrevo a juzgar a los demás; la sabiduría adquirida después de tantos años, no me sirve para nada, es más actúa de forma negativa. Sigo considerando que me asiste la verdad absoluta.
Vivo en un mundo marcado por el egoísmo, en el que el recibir se prima por encima del dar. Pero yo no soy ni mejor ni diferente, aunque me vista de forma permanente de auto justificaciones. No debo olvidar de que todo retorna, y con frecuencia tus propias acciones pueden llegar a ser sólo un acto de mera autocomplacencia.
Desde fuera es sencillo valorar las situaciones, porque son las del otro, dar consejos porque son para el otro, y opinar pues es sobre el otro. Si todo esto lo tuviera que aplicar sobre yo mismo, es seguro que tendría serios problemas para decir nada, o tan siquiera abrir la boca.
Alguien me dijo, y desde entonces lo intento tener presente, que yo no llevaba puestos “sus zapatos”, y que por tanto nunca podría saber cuánto me dolerían mis pies. Y es cierto, la realidad y percepciones propias de cada uno son diferentes, y todos somos seres únicos.
Estamos educados en unos cánones con los que perseguimos y deseamos que los demás sean como nosotros somos, y que nuestro ejemplo sea una referencia para su vida; en resumen nos constituimos como ejemplo, qué acto de prepotencia. Somos capaces de ver desde fuera lo que somos ciegos desde dentro.
Día a día avanzo en mi trayecto y lo hago solo, compartiendo circunstancialmente un tramo del mismo con otras personas extrañas que me acompañan. ¿Quiénes son? ¿Qué piensan? ¿Hacia adonde van? ¿Realmente te preocupan?
Yo ya tengo bastante problema con conocerme, como para atreverme a aventurar cómo es el otro; pero eres osado, y antes de mirarte, prefieres ver al otro, te resulta más fácil. Somos escorpiones de nuestra propia cabeza, siempre nos traiciona nuestro propio carácter. Y nada cambia, nada cambiará nunca, y forzamos conseguir voluntades ajenas que no son las suyas propias. Somos capaces de ver “la paja en el ojo ajeno, y no la viga en el nuestro”. Veo con facilidad los defectos en los demás sin fijarme en los míos. Todas estas frases constituyen una paremia que ilustra un comportamiento desgraciadamente común.
Y hay que aprender, aprender de ti, aprender del otro y que las sinergias creadas consigan un efecto multiplicador; no estoy sólo, no soy tan exclusivo o excepcional, y debo aplicar un poco más de humildad en mis pasos, y pensar que juntos, con ese otro, seguro, llegaré siempre más lejos hasta otros destinos; entendiendo que tú y yo no somos iguales y que nuestros pies y zapatos son diferentes.
media botella
Llegar