La pequeña historia para amar(te). Amanda Chic

Читать онлайн.
Название La pequeña historia para amar(te)
Автор произведения Amanda Chic
Жанр Сделай Сам
Серия
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788412382112



Скачать книгу

ir al colegio, tan solo tenía náuseas y se sentía muy triste. Tenía tan solo tres años y medio y era la más pequeña de su clase. Años más tarde todo saldría a la luz y la directora pedía perdón a la familia de María, ya que el centro desconocía totalmente esa situación.

      Con nueve años, un día que María estaba en clase, el profesor comenzó a hablar de sexualidad y películas porno. Todos los chicos comenzaron a bromear y se armó un gran algarabío en la clase. De pronto, toca el timbre; eran las 17:00, hora de irse a casa. María recogió sus cosas y salió de clase. De pronto, por el pasillo tres niños la metieron a la fuerza en el baño y le dijeron: «¡Ahora vamos a follar!», mientras se reían. María se zafó de sus empujones hacia el baño y por suerte quedó en nada, o más bien, en un buen susto. Pero con tan solo nueve años no es agradable vivir este tipo de experiencias.

      A veces los niños se envalentonan cuando están juntos, en pandilla; unos por otros se dejan llevar y no piensan en las consecuencias de los actos. Esta experiencia nunca fue contada a nadie. Tal vez si un día escribiera un libro la contaría… ¿Quién sabe?

      Ninguna etapa es más intensa y maravillosa y vulnerable a la vez que nuestra infancia. Esas primeras experiencias marcan el rumbo de nuestra vida y la visión que tenemos de ella, por ello es tan importante tener una buena infancia. María había tenido algunas experiencias que marcarían parte de su edad adulta y su adolescencia.

      Reflexión:

      Sé cómo la flor de loto:

       renace cada día e imponte

       a la adversidad.

      Capítulo 3:

       La adolescencia

      No tienes que sufrir

       para ser un poeta.

       La adolescencia es suficiente

       sufrimiento para todos.

      John Ciardi

      La adolescencia es una etapa compleja y difícil, tanto para los adolescentes como para los padres. Ambos se enfrentan a situaciones tensas o de desconcierto. La relación entre padres e hijos cambia en la adolescencia y todos viven entre sensaciones nuevas y de pérdida… Si a eso le sumas un cáncer, la cosa se pone mucho más emocionante.

      Desde la adolescencia se nos presentan situaciones de la vida en las que nos la tenemos que jugar y ser valientes, dudar, decidir…

      María tenía trece años cuando le detectaron un cáncer a su abuela, su pilar fundamental en la vida. La relación con su abuela era algo mágico, con solo una mirada se entendían, se reían, pasaban mucho tiempo juntas. Sentía protección a su lado y, a la vez, alas; su abuela la apoyaba absolutamente en cada uno de sus sueños y luchaba con ella para que los consiguiese.

      A esas edades muchas chicas se van al cine con sus amigas, comienzan a flirtear con otros chicos; sin embargo, María estaba en el hospital sujetando la mano de su abuela que estaba postrada en una camilla, donde yacía con su cuerpo lleno de tubos. Ella agarraba fuerte su mano y la miraba fijamente, enviándole un claro mensaje: «No me abandones, te necesito». Ahora entendía el porqué de todos aquellos días anteriores a la operación, cuando su abuela parecía haberse vuelto loca limpiando la casa y ordenando todo como si esperase la visita de alguien importante.

      Después de la operación y tras un año y medio con quimioterapia, su abuela se recuperó y todo volvió a la normalidad. Sí, a la normalidad del adolescente, del instituto, al bullying, los insultos, los tirones de coleta, al vacío de las chicas cuando estrenabas una nueva prenda o destacabas en algo, y también se unían a esto los chicos más populares y valientes.

      Un martes por la mañana estaba en clase de Matemáticas, cuando uno de esos chicos valientes y populares entró ebrio en clase. María cerró los ojos, le temblaban las piernas… ¡No podía estar sucediendo eso! El chico en cuestión se sentaba delante de ella, y comenzó a insultarla y molestarla durante toda la clase. María pensaba: «¿Es que nadie va a hacer nada?». Lo cierto es que ante estos casos… los profesores tienen miedo, los compañeros están absorbidos por los chicos que abusan y el grupo de los más débiles no alzan la voz por miedo y porque saben lo que les puede venir encima. Al final no queda más remedio que aprender a defenderse sola.

      Ante sucesos así, la mente de la persona que sufre este tipo de abusos comienza a dejarse llevar por pensamientos negativos, falsas creencias y vive atemorizada en una realidad paralela. Tiene miedo de cruzarse con esa persona en el pasillo porque nunca sabe qué reacción puede encontrar cada día.

      Es muy común que los niños agresores vengan de una familia violenta o de una familia donde hay carencias emocionales, abusos verbales o físicos. Es una forma de desahogar sus propios sentimientos de inseguridad, angustia y enojo contenido durante mucho tiempo.

      Con todo esto María comenzó a creer que todo lo que le decían era verdad y se comenzó a descomponer un poco la forma en que se veía a sí misma. Comenzaron los problemas de autoestima y la pérdida del amor propio.

      Ella se prometió a sí misma que no iba a enamorarse en ese entorno radioactivo. Así que su primer novio y los chicos con los que salió en la adolescencia eran siempre de otro instituto, incluso de otra zona. No quería que un sentimiento tan bonito estuviese rodeado de malas vibraciones.

      Un día, durante la clase de tecnología le tocó trabajar en pareja con el chico más guapo de clase. Él la miraba y sonreía, fueron días muy bonitos. Un día él se declaró, pero ella, por miedo al entorno, lo rechazó. Se le daba bien hacerse la indiferente, se escondía en ese disfraz para no mostrar sus sentimientos reales, intentaba crear una barrera o escudo para que nadie la dañase.

      La adolescencia fue una etapa muy difícil para María, fueron años que la marcaron para siempre, pero al mismo tiempo le darían un aprendizaje muy importante y la convertirían en la mujer fuerte que sería en un futuro, porque lo que no te destruye te hace mucho más fuerte.

      Reflexión:

      No eres lo que logras,

       eres lo que superas.

      Capítulo 4:

       Somos lo que hacemos con lo que hacen de nosotros

      Necesitamos seguir creándonos, seguir aprendiendo de nosotros mismos como seres humanos, seguir experimentando nuestros límites y reflexionar sobre nuestro potencial. Dejar atrás las falsas creencias y las debilidades que no permiten desarrollarnos como personas. Tratar poco a poco de ir desatándonos del pasado. Pero eso a veces lleva su tiempo y años.

      María había repetido primero de bachillerato, era un año duro para ella: el bullying, su primer desengaño amoroso y una mala elección en las asignaturas que cursaba. Al año siguiente decidió cambiarse de ciencias a letras; fue una decisión acertada, aprobó con notas muy altas, era buena estudiante y muy perfeccionista.

      El año anterior un profesor le había dicho que no conseguiría sacar sus estudios de bachillerato. Opiniones… Si una persona se deja llevar por ellas pueden llegar a limitarla en su desarrollo personal y hacer que no trabaje duro ni luche por sus sueños para conseguir sus metas.

      Todos deberíamos recordar que cada día es una nueva oportunidad para empezar de cero, para aprender a escucharnos a nosotros mismos para hacer realmente lo que queremos.

      Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Siempre depende de nosotros mismos ser nuestra mejor versión independientemente de lo que hayamos vivido en el pasado.