Название | Los poderes de la vida |
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Автор произведения | Omraam Mikhaël Aïvanhov |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788412406825 |
El día en que hayáis comprendido que la verdadera magia está en la manera de vivir, recibiréis todo lo que deseéis sin ni siquiera tener que pedirlo. Por eso tengo ganas de deciros exactamente lo contrario de las palabras de Jesús: “¡No pidáis y recibiréis!… ¡No busquéis y encontraréis!… ¡No llaméis y se os abrirá!…” Sí, pero ¿cuándo? Cuando viváis una vida divina. ¡Sí! Y un día se escribirá un nuevo Evangelio, porque Jesús también lo pensaba pero no pudo decirlo. En la época en la que hablaba, la gente no hubiera podido comprenderle. Si volviese ahora, diría: “Vivid una vida divina y no pidáis nada… ¡Lo tendréis todo!” ¿Por qué? Porque, viviendo esta vida divina, dais. Y, entonces, recibís. Y aunque no hayáis expresado ningún deseo, eso no tiene ninguna importancia, os dan. Evidentemente, si la inquisición estuviese ahí me exterminarían: “¡Qué orgulloso!… ¡éste presuntuoso quiere poner patas arriba la Enseñanza de Jesús!”, y me quemarían. Hasta ahora siempre he explicado y subrayado lo que Jesús había dicho y hoy, por primera vez, me permito decir lo contrario (pero, en qué condiciones… eso es lo que hay que comprender).
Yo no quiero destruir lo que dijo Jesús, no, es verídico, es absoluto, además, en una conferencia expliqué las fórmulas: “¡Pedid y se os dará! ¡Buscad y encontraréis! ¡Llamad y se os abrirá!”5 Y mostré cómo conocía Jesús la naturaleza humana y esta trinidad del intelecto, del corazón y de la voluntad que hay en el hombre. ¿Quién pide? ¿Quién busca? ¿Quién llama? El corazón es el que pide, el intelecto es el que busca y la voluntad la que llama. Y ahora, ¿qué pide el corazón? El calor, el amor. ¿Qué busca el intelecto? La luz, la sabiduría, la inteligencia. Y la voluntad, ¿por qué llama? Porque está prisionera y hay que darle espacio, libertad para crear y actuar. Ahí tenéis pues la trinidad: pedir el amor, buscar la sabiduría y llamar para tener libertad. ¡Ya veis cual era la ciencia de Jesús!… Sólo que los discípulos no lo anotaron todo. Porque “Pedid y recibiréis”, no está claro. Pedir… pedir… pero ¿qué? ¿dinero? ¿coches? ¿mujeres?… Y buscar ¿qué? ¿las pulgas del vecino?… ¿Y llamar?… Todo esto nunca ha sido bien explicado, y los hombres piden, buscan, llaman, y están extrañados de no tener ningún resultado: no reciben nada, no encuentran nada y no les abren. Y sin embargo estas son cosas precisas, matemáticas, indiscutibles.
Es el corazón el que pide, y no pide ni la ciencia ni la fuerza, sino el amor y el calor. Y el intelecto, en cambio, no pide, sino que busca, y lo que busca son los conocimientos, los secretos, las verdades. Y la voluntad no tiene necesidad ni de conocer ni de ser calentada sino de actuar, quiere ser fuerte, poderosa, creativa, libre. ¿Veis qué precisión? Cada facultad del ser humano está particularmente preparada para una función determinada. Ésta es la verdadera psicología. No hay que mezclarlo todo. Pero cuando fui todavía más lejos en el pensamiento de Jesús, encontré que había que invertir estas fórmulas – ¡tanto peor para los cristianos si se escandalizan! – y decir: “¡No pidáis y se os dará! ¡No busquéis y encontraréis! ¡No llaméis y se os abrirá!” Sí, pero sólo si en su irradiación, en sus ondas, en sus emanaciones, vuestra vida es una vida divinizada.
Sevres, 4 de abril de 1970
II
Así que, mis queridos hermanos y hermanas, ya veis… Al principio, os imaginabais saber lo que era la vida, pero al final os quedasteis asombrados al constatar que en realidad, no sabíais gran cosa al respecto. Sí, mientras no hayáis aprendido cómo emanar la vida para que ésta os lo aporte todo, os lo revele todo, os abra todas las puertas, no sabréis lo que es.
De ahora en adelante debéis pues trabajar para intensificar y hacer fructificar esta vida que puede producir unos fenómenos de la más alta magia en los corazones, en las almas, en las inteligencias, en las entidades y las fuerzas de la naturaleza, e incluso en los objetos físicos. Sí, llega el momento en el que el mundo entero debe comprender que despilfarrar toda una eternidad de esplendor por una existencia de nada que habremos pasado comiendo, bebiendo, durmiendo y desenvolviéndonos un poco, pues bien, ¡es algo idiota! Corremos, corremos, trabajamos para poseer, para acumular y, al final, nos damos cuenta de que, en realidad, lo hemos perdido todo. Verdaderamente, decidme, ¿acaso es inteligente llegar hasta aquí? Si los Iniciados tienen el equilibrio, la paz, el gozo, la salud, y todas las bendiciones, es porque se han ocupado de la vida, porque han comprendido que la magia más poderosa que existe se encuentra solamente en la vida y en ninguna otra parte. Sí, la vida, poder insuflar la vida, no existe magia más grande: animar a los seres, estimularles, exaltarles, resucitarles, esto es la vida, pero la vida en sus grados superiores, porque la vida tiene grados y grados…
Los humanos no tienen ni idea todavía de lo que son los grados de la vida, se han parado en los grados más bajos, y van tirando… Pero cuando se instruyan y se dejen aconsejar de otra manera, y en vez de malgastar su vida empiecen a amplificarla, a santificarla, estarán maravillados al descubrir que esta vida es la verdadera magia, que actúa ya en todas direcciones provocando fenómenos extraordinarios, y sobre todo, ¡porque empiezan a ser amados! Dais la vida, una vida pura, intensa, luminosa, y os aman. Mientras que si dais suciedades, es decir si sale de vosotros algo que desmagnetiza, que destruye, que disgrega, lo que introducís en los demás es la muerte, y la gente empieza a detestaros, os cierran las puertas. Evidentemente, eso también es magia, pero magia negra. Y, justamente, eso es lo que aprende la gente: cómo cerrarse las puertas de arriba. Sí, si sólo producís desorden y cacofonía, el Cielo ya no os da nada, no hace circular hasta vosotros energías para vivificaros, para inspiraros. Cada vez más os abandona y os sentís privados, limitados, vacíos. Y después son los humanos, ellos también, los que empiezan a cerraros las puertas. ¿Por qué los hombres son tan ignorantes? Y sin embargo, ¡han pasado años en la Universidad! Sí, pero en la Universidad no se explican estas cosas.
Los humanos todavía no han empezado a estudiar la verdadera ciencia; porque la verdadera ciencia no es la química, la física, la biología, la astronomía, las matemáticas… La verdadera ciencia es la ciencia de la vida: cómo vivir, y justamente es la única que no se aborda jamás; no hay lugar en la Universidad para esta ciencia. Pero yo, mientras esté vivo, no cesaré de repetir: “No habéis aceptado esta luz transmitida desde hace milenios por los Iniciados, todavía seguís una filosofía perniciosa y estáis saqueándolo todo, estáis destruyendo las raíces, la fuente de vuestra existencia. ¡No sabéis lo que es la verdadera vida!”
¿Por qué coméis tres veces al día… o incluso cuatro? Coméis, bebéis, y después trabajáis, leéis, etc. Pero ¿por qué coméis primero? Y al comer, ¿acaso os instruís, acaso trabajáis? No, introducís la vida en vosotros y, cuando ésta empieza a infiltrarse, se va por todas partes a rociar las células de los brazos, de las piernas, de los oídos, de la boca, del cerebro, etc., que así reciben energías. Entonces las piernas pueden correr y obtenéis el primer premio de la carrera… Los brazos pueden golpear, y sois boxeadores, u otra cosa, ¡y obtenéis otro premio más!… Después habláis, y vuestra lengua ¡es como una metralleta!, y de nuevo obtenéis una victoria… Y así sucesivamente con los oídos, con el cerebro, con todo. Pero si no coméis, no podéis ni correr, ni dar golpes, ni hablar. Así que ¿veis?, cuando la habéis introducido en vosotros, la vida se encarga de visitar todas las células, de reforzarlas, de estimularlas, y todas vuestras facultades se despiertan. En la base está pues la vida, y ella es la que anima, la que alimenta todo el resto.
De la misma manera la vida puede poneros en contacto con el mundo divino. Esta conclusión la he sacado, justamente, de lo que sucede cotidianamente. Yo