Название | Tenerlo por escrito |
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Автор произведения | Lucía Lorenzo |
Жанр | Книги для детей: прочее |
Серия | |
Издательство | Книги для детей: прочее |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789915931333 |
Prueba de admisión
Miro la pared mientras espero a que me llamen.
La puerta se abre y pasa la siguiente, tiene el pelo recogido y da la impresión de un gran trabajo manual, de al menos una media hora su mamá y ella aplicadas al pelo, concienzudamente, pero distraídamente también, aplicadas a eso, a sólo eso. La madre se queda afuera y la puerta se cierra detrás de su hija. Apenas veo, como última cosa, un vuelo pequeño de su pollera, un vuelito de nada, casi como una mano de niña saludándome, pidiéndome perdón por entrar ella primero.
La próxima soy yo. No me imagino adentro, y si lo hago soy yo fingiendo. Sin embargo, no me detengo en eso, quizá porque tengo esperanzas de que suceda otra cosa, algo distinto, algo inesperado. La prueba de baile es para niñas con ilusiones; sale esa frase de mi cabeza y trato de no hacerle caso. La prueba de baile es sólo para niñas con grandes ilusiones.
Llega otra más. Se desploma en la silla al lado mío, pregunta la hora y se queda quieta mirando la pared.
-Un cuadro de caballos, al menos -dice.
-¿Qué?
-Hubiesen puesto al menos un cuadro de esos, con caballos -dice y señala la pared vacía.
-Sí, por lo menos -digo yo y pienso en el cuadro y el vuelo de la pollera, en el vuelo de la pollera y el cabello, sujetado allí arriba como un monumento.
-¿Qué edad tenés? -pregunta después, mirándome fijo.
-Doce.
-Qué chica.
-¿Vos?
-Diecisiete, estoy en el límite.
-No sabía que aceptaban de diecisiete.
-Sí. Es el tercer año que me presento, como es público.
-¿Qué tiene que sea público?
-Es gratis. No hay que pagar.
-Ah.
La madre de la niña se acerca y se aleja de la puerta, avanza y retrocede con un ritmo de danza exótica. Le veo los ojos y pienso que no ve nada, que no está viendo nada, sólo se traslada apretándose los nudillos, los codos salientes en punta, como con ansias de volar.
-¿Vos es la primera vez?
-Sí.
-¿Te gusta bailar?
-No sé. Creo que sí.
La puerta se abre y la pollera sale, se arremolina con rapidez contra el cuerpo de la madre y así, ambas abrazadas, representando no sé qué drama de ilusiones no realizadas, parecen un monstruo de dos cabezas, concienzudo y conservador, como todo lo demás en ellas. En eso la puerta se abre y una cara se asoma, dice algo sobre una segunda oportunidad, sobre una vez más, sólo una vez más. El monstruo se deshace y la pollera escapa, dubitativa, no ligera, hacia la puerta, y la madre se queda así, como una estatua pálida y de brazos abiertos.
La chica de diecisiete me mira.
-Otra oportunidad -dice, con tono neutro pero buscando complicidad. La complicidad entre extraños tiene algo de obsceno, pienso, y entonces no contesto nada, no agrego nada, sólo miro a la madre, su perfil fijo en la puerta cerrada.
-A mí me gustaría otra oportunidad -dice ella y esta vez la miro; quisiera poder ocuparme de ella, pero no puedo, estoy cansada y nerviosa, abrumada por la posibilidad de entrar y dar la prueba. Entrar y no poder recuperar nada, ni la calma, ni la gracia, ni la valentía. La niña va a salir en cualquier momento y será mi turno, por orden de llegada; pienso eso y la miro a ella, la chica de diecisiete con experiencia en esto, ni siquiera nerviosa, ni siquiera ansiosa por ser aceptada, sólo allí, deseando un cuadro de caballos.
-¿Querés entrar vos primero? -le pregunto.
-Como quieras -me dice con naturalidad, sin sorprenderse.
-Debe tener nueve, diez años como mucho -oigo que dice después.
-Sí, por ahí.
-Está en el límite también.
La miro y le muestro mi cara. Ella me mira y se repliega, vuelve la cara a la pared blanca y quizá se pregunte qué estaba haciendo ella a los diez años, qué cosa estúpida estaba haciendo.
-¿Cómo te enteraste de la escuela?
-Por una prima que viene.
-¿En qué año está?
-En primero.
-¿Y? ¿Le gusta?
-Sí, creo que sí.
Todos dicen Va a la Escuela Nacional de Danza y esa frase es como un cartel, un anuncio de algo mejor, algo que vendrá, inevitablemente, y que será mejor de una manera progresiva y cadenciosa, casi como una obra de arte.
-A ver los pies.
-¿Qué?