Plantas medicinales para toda la familia. Rosemary Gladstar

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Название Plantas medicinales para toda la familia
Автор произведения Rosemary Gladstar
Жанр Сделай Сам
Серия Plantas y salud
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788494913518



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y preparados estandarizados, con extractos mucho más concentrados de lo que nos ofrecen las plantas en su estado natural.

      En realidad, pocas plantas son tóxicas, pero prácticamente cualquiera de ellas puede provocar una reacción atípica en un individuo. Por ejemplo, las fresas son un dulce manjar para muchas personas, pero a algunas les sientan mal. Esto no significa que esta fruta sea tóxica; simplemente, no es adecuada para determinadas personas. No dejes que unas pocas historias dramáticas te asusten a la hora de utilizar la fitoterapia. Aplica el sentido común. Las plantas son una medicina poderosa, pero no siempre provocan los mismos efectos en todas las personas. Tómate tiempo para conocerlas y observar qué efectos tienen en ti; a cambio, obtendrás energía, salud y vitalidad por muchos años.

      Las plantas tienen la capacidad innata de comunicarse. Cualquiera puede aprender a escucharlas, pero determinadas personas — como las curanderas, los fitoterapeutas, los sanadores, los botánicos y los amantes de la naturaleza— están más predispuestas. En las culturas tradicionales, los recolectores pedían permiso a las plantas para arrancarlas y utilizarlas con fines medicinales. Además de ser un gesto de respeto, se consideraba esencial para aprender y retener su poder curativo. A veces, cuando trato de encontrar el remedio más apropiado, les pido ayuda y, de algún modo, presiento cuál es la planta adecuada. No se trata de un don especial; mucha gente lo tiene, pero la mayoría se olvida de cómo utilizarlo. A medida que nos familiarizamos con las plantas medicinales y sus propiedades, perfeccionamos esta capacidad de escucha; aunque no pueda sustituir lo que se aprende en los libros, sí puede guiar tu comprensión.

      Fomentar el conocimiento de las plantas medicinales en el mundo actual

      Antiguamente, en culturas de todo el mundo, los niños que tenían un don especial para las plantas eran reconocidos desde muy temprano. El herborista, curandero o chamán de la comunidad los guiaba a través de un riguroso aprendizaje, hasta que se convertían en sanadores; de esta forma, la tradición se ha conservado hasta nuestros días.

      En la actualidad, todavía encontramos niños con esta sensibilidad especial por las plantas, como si portaran un gen «verde». Es posible reconocerlos en las reuniones familiares, los parques y las escuelas: pasan horas en el jardín, absortos en la naturaleza, como hechizados por los insectos cubiertos de polen y las mariposas que reposan sobre las flores. Juegan con las plantas del bosque, hablan con los gnomos y las hadas que lo habitan y parecen vivir una relación especial con la naturaleza. Hay que insistir cuando se les llama para que vuelvan a entrar en casa. No paséis por alto a estos niños. En la Antigüedad, eran los «guardianes de la naturaleza» y se les consideraba futuros sabios y sanadores.

      La fitoterapia se considera el sistema de sanación más antiguo, pero ahora está en peligro debido a la falta de comprensión, los problemas burocráticos, las presiones económicas, la destrucción del medioambiente y la desconexión con la naturaleza. La televisión, el estilo de vida urbano y los horarios estrictos y excesivamente pautados están apartando a nuestros futuros sanadores de su vocación. Es necesario acercar los niños a la naturaleza, mostrarles las plantas y enseñarles que están conectados a la tierra. Inculcándoles el respeto por las plantas medicinales, no solo cuidamos de sus pequeños cuerpos en desarrollo, sino que contribuimos a transmitir una tradición tan antigua como el propio ser humano. Enseñémosles a respetar y cuidar el entorno natural, porque no es posible amar las plantas sin establecer una conexión profunda con Gaia, nuestro planeta vivo.

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      Replantar los campos

      No solo está amenazado el arte de la fitoterapia, sino también las propias plantas medicinales. Como nómada de sangre y corazón, he viajado mucho a lo largo de mi vida. He tenido la oportunidad de conocer lugares de espléndida belleza botánica y he escuchado atentamente a sabios fitoterapeutas. No obstante, he observado una tendencia preocupante: en casi todos los lugares en que he estado, incluso en aquellos donde la fitoterapia es una tradición sana y activa, las poblaciones de especies autóctonas están en declive. China, por ejemplo, célebre por su antigua fitoterapia tradicional, está casi desabastecida, desprovista de sus plantas medicinales más importantes, que han sido prácticamente aniquiladas por los recolectores. La India, con dos millones de hectáreas dedicadas al cultivo de plantas medicinales, es el productor más importante del mundo y, a pesar de ello, su población de especies silvestres autóctonas es escasa y dispersa. En la actual Grecia cuesta encontrar los campos repletos de plantas silvestres o los majestuosos bosques que poéticamente describiera Homero en la Ilíada. En todas partes, el reino silvestre está acorralado y en peligro de extinción.

      HONRANDO A LOS ANCIANOS

      El saúco (Sambucus nigra), que en inglés recibe el nombre de elder tree (‘árbol anciano’), es conocido como el guardián de la naturaleza y suele plantarse en el centro de los jardines medicinales. El resto de plantas buscan su protección, su sabiduría y su fortaleza; lo mismo ocurre con los ancianos en las comunidades herboristas.

      Cuando mi hijastra Melanie era adolescente, me dijo: «Los fitoterapeutas son como el buen vino, ¿verdad? Se vuelven más valiosos con el tiempo». Aunque nunca lo había visto así, tenía razón. En las comunidades herboristas, los ancianos son los guardianes de la sabiduría, y sus conocimientos y enseñanzas se valoran muchísimo; son los invitados de honor en las conferencias y eventos, y los fitoterapeutas jóvenes viajan kilómetros para conocerlos y estudiar con ellos. ¿Por qué?

      Aparte de que suelen ser personajes de espléndido carácter, maravillosamente divertidos y con un sinfín de historias que contar, han tenido vidas intensas y llenas de sentido; sus experiencias nos conmueven y nos emocionan, dando sentido a su vez a nuestra propia vida. Gracias a ellos, el conocimiento de las plantas medicinales se ha transmitido de generación en generación; son los sabios que enseñaron a los niños a identificar las plantas, a comunicarse con ellas y a usarlas como medicina. Este linaje, aunque debilitado, aún perdura, y nuestros corazones anhelan esta conexión con las tradiciones.

      Los ancianos herboristas muestran a menudo una pasión por la vida y un compromiso en sus creencias extraordinarios. Nos alumbran el camino. Aunque muchos de los que he conocido y amado hayan fallecido ya, sus enseñanzas siguen vivas en las personas a las que marcaron para siempre. Del mismo modo, las enseñanzas de la naturaleza seguirán vivas a través de nosotros.

      Cada vez que regreso a mi hogar, a los bosques de Vermont, me siento maravillada ante la vasta extensión de tierra virgen que se extiende frente a mí. He aprendido a amar la rica biodiversidad que puebla esta tierra joven, así como la velocidad a la que todo cambia ante nuestros ojos. Como en otros lugares del mundo, la destrucción de los hábitats, la superpoblación, la tala indiscriminada y las malas prácticas de recolección están mermando las poblaciones de plantas silvestres. Sin una supervisión de las prácticas de recolección, el aumento repentino de la popularidad de una planta determinada puede causar un daño irreparable en su población —recordemos cuando el hipérico, se puso de moda en la década de los noventa—. En Estados Unidos, desde 1940 hasta finales de 1980, la fitoterapia fue una práctica menospreciada e incluso ilegal, lo que posiblemente haya salvado a poblaciones enteras de especies silvestres autóctonas (de hecho, a pesar de su popularidad, la fitoterapia sigue siendo técnicamente ilegal). Relegadas a la clandestinidad, las plantas medicinales y su uso tradicional enraizaron en lo más profundo y, lentamente, florecieron.

      El precio de la fama

      La peor amenaza para las plantas es, sin duda, la destrucción de su hábitat. ¿Qué efecto está teniendo el repentino y renovado interés por la fitoterapia en nuestras ya mermadas reservas botánicas? La industria de la fitoterapia ha alcanzado los 5000 millones de dólares en el cambio de milenio, y sigue creciendo con rapidez. Las grandes compañías farmacéuticas han irrumpido en el mercado con su habitual actitud, que prioriza el beneficio económico por encima de todo. Recientemente, solo en Estados Unidos se han creado centenares de pequeñas y medianas empresas relacionadas con el sector, y se pueden encontrar