El último imperio. Vanderlei Dorneles

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Название El último imperio
Автор произведения Vanderlei Dorneles
Жанр Документальная литература
Серия
Издательство Документальная литература
Год выпуска 0
isbn 9789877983388



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dragón, entre el remanente fiel de Dios y los seguidores de la bestia.

      La aparición de la bestia de dos cuernos es descrita con el verbo griego anabainõ (Apoc. 13:11), que significa “ascender” o “surgir”. Ese término “llama la atención al proceso de emerger”, describe un proceso de aparición gradual. “El profeta ve la acción en pleno desarrollo” (Nichol, ed., t. 7, p. 834). Esta bestia emerge de la “tierra”, mientras que la primera surgió del “mar” (Apoc. 13:1) igual que los cuatro animales de Daniel (Dan. 7:2). En la profecía apocalíptica, “mar” representa “pueblos” y “naciones” (Apoc. 13:1; 17:1, 2, 8); entonces, los imperios babilónico, medo-persa, griego, romano y papal se levantarían en procesos de conflicto contra otras naciones y otros imperios establecidos. A su vez, en contraste con el “mar”, la “tierra” representa una región “no civilizada” o “no poblada” desde la perspectiva de los receptores originales de la visión, para quienes el mundo estaba circunscrito a los dominios del Imperio Romano. “Esta nueva nación no se levantaría mediante guerras y conquistas, sino que llegaría a ser grande en una región de pocos habitantes” (Nichol, ed., t. 7, p. 834).

      La bestia de dos cuernos, según la descripción visual, parecía un cordero, pero “hablaba como dragón” (Apoc. 13:11). Al describir sus principales actividades, se dice que “ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada” (vers. 12). Ella le da “aliento”, o vida, “a la imagen de la bestia” (vers. 15). Por medio de grandes señales, incluyendo “fuego” que hace descender del cielo a la Tierra, seduce a los habitantes de la Tierra y ordena que “hagan una imagen a la bestia” (vers. 13, 14), siendo ella misma llamada “la imagen de la bestia” (vers. 15). Cuando restaura la “imagen de la bestia”, además, hace que sea colocada “una marca en la mano derecha, o en la frente” (vers. 16), imponiendo un régimen de intolerancia por el que “ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (vers. 17). Finalmente, ella busca matar a los que no adoraran a la bestia (ver vers. 15).

      Curiosamente, aunque están relacionadas, la bestia y la imagen de la bestia son mencionadas como dos poderes distintos (Apoc. 14:9, 11; 15:2; 19:20; 20:4). Esto permite relacionar la imagen de la bestia con un poder religioso que estará asociado al Papado, para perseguir al pueblo de Dios en el fin de los tiempos: el poder estadounidense, consecuencia también de la unión de la Iglesia y el Estado.

      Herida curada

      Una de las primeras acciones de la bestia de dos cuernos, descrita en Apocalipsis, es restaurar a la primera bestia. La herida mortal en una de las cabezas de la primera bestia (Apoc. 13:3, 12) representa la retirada de su poder sobre las naciones de la Tierra, hecho que señaló el final del período de los 1.260 años de su primera actuación. Esa herida también es descrita como el cautiverio o herida de espada (ver Apoc. 13:10, 14). La ascensión de la bestia de dos cuernos hace posible que la bestia de siete cabezas reasuma su autoridad. De esa manera, mediante la acción de la segunda bestia, la herida mortal es curada, y toda la Tierra se maravilla frente a ella y la adora, diciendo: “¿Quién como la bestia?” (Apoc. 13:4). El texto dice que “la adoraron todos los moradores de la tierra” (Apoc. 13:8). El teólogo adventista Frank B. Holbrook dice que de este modo, mediante su asociación con la bestia de dos cuernos, la primera bestia se prepara para cumplir su papel en el tiempo del fin (p. 1.108).

      La restauración de la herida mortal representa la vindicación del poder papal, y la restitución de su prestigio y su influencia en el mundo, perdidos frente a la aparición de la Modernidad, y la ascensión de la libertad y de la autonomía de las naciones y de los individuos. En la descripción del mismo poder religioso perseguidor, usado por el dragón, la visión de Apocalipsis 17 presenta la figura de una ramera, “sentada sobre muchas aguas” (Apoc. 17:1); es decir, “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (17:15), quienes entregarán su libertad y autonomía al poder papal restaurado. Habiendo sido curada su herida por el poder de la bestia de dos cuernos, la ramera, es decir, el poder religioso descrito por la bestia de siete cabezas, asumirá el control de las naciones de la Tierra, ejerciendo dominio nuevamente “sobre los reyes de la tierra” (17:18).

      Frente a la proclamación global de los tres mensajes angélicos, que restauran sobre la Tierra el conocimiento de la verdad y de la Ley de Dios, y anuncian el Juicio, el enemigo del Señor emprenderá un último y gigantesco esfuerzo. El profeta de Patmos vio que “tres espíritus inmundos a manera de ranas” salían de “la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta [bestia de dos cuernos]” (Apoc. 16:13) y se dirigían “a los reyes de la tierra” (13:14), que son las personas influyentes de todo el mundo. Estos espíritus representan fuerzas religiosas y espirituales, que realizan señales y maravillas a fin de lograr el apoyo y la influencia de estos poderosos de la Tierra en favor de la bestia, en la embestida final del dragón contra Dios y los observadores de su Ley.

      Fuego del cielo

      Apocalipsis 13 también dice que la bestia incluso “hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres” (Apoc. 13:13). Paulien afirma que, en el libro de Apocalipsis, cerca de dos mil conceptos, ideas y palabras son extraídos del Antiguo Testamento, siendo este su llave interpretativa (The Deep Things of God, p. 101).

      Esta imagen remite al monte Carmelo, en el episodio en el que el profeta Elías desafía a los profetas de Baal para que se probara quién era el verdadero Dios. La prueba tenía que ver con la señal de hacer descender del cielo fuego que consumiera la ofrenda sobre el altar (ver 1 Rey. 18:22-39). Elías dice: “el Dios que respondiere por medio de fuego, ese sea Dios” (1 Rey. 18:24). De ese modo, la historia del monte Carmelo se repetirá, pero con una diferencia decisiva: el fuego que descenderá del cielo lo hará sobre “el altar equivocado” (Paulien, Armageddon at the Door, p. 76). La presunción de la bestia de dos cuernos de ordenar que se adore la “imagen de la bestia”, como si fuese Dios, la llevará a imitar la acción divina en el monte Carmelo, en una falsificación de la manifestación del “fuego del cielo” como prueba de la divinidad.

      Jesús hizo una clara distinción entre la fe resultante de escuchar y de creer en la Palabra de Dios y aquella que es despertada por señales (Juan 20:29). Creer en la Palabra de Dios será la gran prueba. Los siervos de Dios no sucumbirán ante la evidencia de los sentidos en detrimento de la fe que confía en aquello que no se puede ver ni tocar (Heb. 11:1).

      Las personas necesitan saber que los que confían primeramente en sus sentidos van a sucumbir al engaño. Además de los cinco sentidos, existe la realidad superior que solo puede ser experimentada en Cristo. La realidad superior de la fe es percibida con la ayuda de las Sagradas Escrituras y no es normalmente alcanzada solo por los sentidos. La experiencia del monte Carmelo se repetirá al final de los tiempos, en favor de la trinidad falsificada. En aquella ocasión, toda evidencia de los ojos y de los oídos dirá que estamos equivocados en seguir la Biblia. (Paulien, Armageddon at the Door, p. 77.)

      Elena de White dice que “solo quienes hayan sido estudiantes diligentes las Escrituras y hayan recibido el amor de la verdad serán protegidos de los poderosos engaños que cautivarán al mundo. Merced al testimonio de la Biblia detectarán al engañador debajo de su disfraz” (El conflicto de los siglos, p. 683).