El arte del revelado. Fran Nieto

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Название El arte del revelado
Автор произведения Fran Nieto
Жанр Сделай Сам
Серия FotoRuta
Издательство Сделай Сам
Год выпуска 0
isbn 9788412307382



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ideal para exponer en este formato sería contar con un fotómetro de luz puntual en nuestra cámara, identificar un tono medio y llevar el fotómetro a cero. También tenemos la posibilidad de medir sobre un tono ligeramente oscuro y llevarlo a -1, más oscuro y dejarlo en -2 o hacer lo propio con tonos más claros subiéndolo a +1 o a +2 respectivamente. Si no trabajamos en modo manual podemos hacer lo mismo con el dial de sobre y subexposición.

      En un JPEG es fundamental que su histograma refleje el aspecto final que queremos para nuestra imagen; si va a ser una clave alta, deberá contener mucha información a la derecha del histograma y si es una clave baja, a su izquierda. En otro caso lo mejor será repetir la toma siempre que sea factible o el peaje a pagar será una pérdida de calidad.

      La calidad de un archivo Raw correctamente editado es superior a la de un JPEG y admite un ajuste posterior en muchos parámetros como ajuste de blancos, contraste, nitidez, espacio de color… sin ningún tipo de pérdida de calidad. Esto nos permite concentrarnos en la captura sin necesidad de andar buscando los mejores ajustes entre la enorme cantidad de menús que tienen nuestros equipos. Además, la calidad de las pantallas de las cámaras no siempre nos permite dilucidar qué ajuste es el idóneo para cada escena que retratamos. En algunos cuerpos ni siquiera tendremos todas las opciones que ofrece un programa de revelado y que estarán accesibles con todo el tiempo que necesitemos para valorar la más adecuada.

      Pero, afortunadamente, la fotografía no debe limitarse a conseguir la mejor calidad posible. Un Raw necesita de un tiempo extra por parte del fotógrafo para su revelado y saber cómo hacerlo. Si no quieres invertir parte de tu vida en aprender a revelar quizá sea más sencillo disparar directamente en JPEG y tener un archivo final listo para su uso. Para mucha gente el trabajo a mayores que precisa un Raw supone un esfuerzo que no desean realizar. Si vamos a disparar muchos cientos de fotos y la capacidad de nuestras tarjetas es limitada será preferible reservar el espacio.

      Si es preciso compartir pronto una fotografía puede que disponer de inmediato de un JPEG sea una gran opción. Imagina tener que revelar las fotos de un recién nacido para compartirlas con sus padres y familiares y no disponer de tiempo durante meses. La mayoría de las cámaras ofrecen más disparos por segundo en JPEG que en Raw, a veces la diferencia es muy notable.

      Algunas cámaras solo ofrecen algunas opciones avanzadas, como la corrección de lente, ISO más alto o corrección de ruido, si está seleccionado el modo JPEG. Si nuestra tarjeta se corrompe antes de copiar los archivos a un disco duro será más sencillo recuperarlos con software específico que si son archivos Raw.

      Si no lo tenemos claro creo que la mejor alternativa, disponible en casi todos los equipos, es la de disparar en ambos formatos. Así podremos quedarnos con la que más nos interese una vez que los hayamos visto. Si la imagen está perfecta en JPEG habremos acabado y si no es el caso contar con su Raw será de gran ayuda para mantener la mayor calidad posible. La verdad es que de nada servirá la calidad si no podemos preservarla. Los algoritmos de procesado del fabricante son realmente buenos y tardaremos un tiempo en conseguir mejores resultados con nuestros procesados. Es un esfuerzo bien invertido si te gusta, en caso contrario quizá Raw no es para ti… A fin de cuentas, el tipo de formato que usemos no nos hará mejores fotógrafos, eso lo conseguiremos aprovechando totalmente el máximo partido de cada cámara que tengamos disponible. Aunque entiendo que si estás leyendo este libro es porque hace mucho tiempo que no disparas en JPEG y quieres exprimir al máximo tus archivos Raw piensa que a veces puede ser una buena opción. Como dice la canción, “todo depende…”.

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      El módulo de revelado básico nos permite obtener resultados de alta calidad de forma bastante sencilla si seguimos un orden adecuado.

       Revelado básico

      AL FINALIZAR ESTE CAPÍTULO, HABRÁS APRENDIDO:

      •Que no existe un revelado ideal de una imagen

      •A regular la exposición de la imagen

      •Cómo recortar la fotografía y nivelar el horizonte

      •El concepto de perfiles de cámara y cómo emplearlos

      •Diferentes modos de conseguir un buen ajuste de blancos

      •La forma de funcionamiento de cada ajuste del panel básico

      •Una metodología de trabajo para regular cada tirador

      Revelado básico

      En todos los cursos que he realizado sobre procesado siempre surge la misma pregunta: “¿cuál es el revelado idóneo de una imagen?”. Mi respuesta nunca ha agradado a nadie, pero creo que seguirá siendo la misma durante el tiempo que me dedique a realizar fotografías: “no existe un revelado perfecto”.

      Revelar en un arte. Lo era en la época química en donde entrábamos en el cuarto oscuro y decidíamos qué revelador usar, durante cuánto tiempo y a qué temperatura. Después pasábamos a la ampliadora y tocaba decidir la exposición para cada zona que quisiéramos tratar, con ayuda de un reloj y de nuestras manos o de pequeños trozos de cartón que recortábamos a la medida de nuestras necesidades.

      Repetir un procesado algo complejo es muy difícil, pero contar, exactamente, con el mismo ánimo y conocimientos para procesar en momentos distintos de nuestra vida creo que es imposible. Un Raw editado justo después de captarlo, unos años después, un día lluvioso y triste o uno soleado y con espíritu más alegre, ofrecerá resultados realmente muy diferentes. El mero hecho de procesar una imagen amplía nuestro conocimiento sobre la materia, en mayor o menor medida, pero este adiestramiento se reflejará indudablemente en el siguiente procesado. Así una y otra vez. No hay secretos, solo muchas horas de ensayo y error hasta trazar nuestro propio sendero.

      Esto no es un problema

      No, no es ningún problema, es la esencia de la magia de la fotografía. Por eso el único baremo que necesitarás es tu gusto personal, cuando a ti te parezca bien, la foto estará bien. Le gustará a más o a menos gente, sin duda. Pero nunca lograrás que una imagen sea maravillosa para todo el mundo. Así que será mejor que al menos esté bien para ti. Lo estará hasta que se te ocurra volver a procesarla, momento en el cual cambiará para volver a estar perfecta.

      Si trabajamos para alguien que desea una estética muy definida, aproximarse a esos valores que nos demandan será una cuestión técnica. En el resto de las ocasiones no existirá un revelado único. Por eso, seguir religiosamente tutoriales o libros de personas que solo ven un camino posible nos avocará a repetir lo que a esa persona le gusta, a buscar una estética que posiblemente no sea la nuestra. Lo he visto con muchos métodos de procesado; conducen a una vía sin salida, un camino con pocos alicientes y cuando nos damos cuenta estamos de nuevo en el punto de partida. Un buen algoritmo de revelado debería de dar solución a cualquier sentido estético, pero, sobre todo, al nuestro. Es lo que aprenderemos en este capítulo, a manejar cada herramienta de forma precisa y correcta, pero sin perder nunca la certeza de que el resultado solo depende de nuestras preferencias visuales. Si todavía no tienes un gusto definido, no te preocupes, ya irá apareciendo día tras día. Nuestro cerebro es un gran especialista en saber lo que no le agrada y por descarte irá diciéndonos lo que de verdad le satisface. Una vez podado este árbol podremos ver lo que de verdad nos hace felices. Además, tenemos toda una vida para ir cambiando nuestra estética en función de nuestra propia evolución como personas. Sin duda es un verdadero juego que logra que el proceso de revelado sea realmente interesante y divertido. Si no te apetece pasarlo bien es mejor que dejes tu programa de edición para otro momento.