A propósito del pilar central del Árbol sefirótico, agregaré aún algo más para ilustraros. Sobre el pilar central se encuentra la Santísima Trinidad: Dios el Padre en Kether; el Hijo en Tipheret, el Sol; y el Espíritu Santo en Iesod. ¿Qué es el Espíritu Santo? Es justamente trabajando con Iesod que lo comprenderéis. El Padre es la vida, el Cristo la luz, y Iesod el amor, sí, incluso el amor que impulsa a los seres a unirse en el plano físico. A cada séfira le corresponde una parte del cuerpo: a Iesod le corresponden precisamente los órganos genitales. El Espíritu Santo tiene muchas relaciones con el amor, y cuando se dice que Jesús fue “concebido del Espíritu Santo”, quiere decirse concebido en un estado de conciencia de una pureza perfecta.13
El mensajero que vino a anunciar esta concepción a María, es el Arcángel Gabriel. ¿Por qué? Porque él es el que gobierna la región de Iesod. ¿Por qué no fue otro Arcángel sino Gabriel el elegido para llevar esa noticia a María?... Para aquél que ha estudiado la Cábala, está muy claro. La venida de Gabriel es muy expresiva, muy significativa cuando se conocen las virtudes y las funciones de las diferentes regiones. Jesús fue concebido en la pureza del Espíritu Santo, pero no como los cristianos creen: fue concebido según el único método conocido desde hace milenios. Pues la forma de concebir un niño es siempre la misma, es imposible que un niño nazca de otra manera que por la unión física de un hombre y de una mujer. Lo que varía, es el estado de conciencia de ese hombre y de esa mujer. Es la intención que se pone en un acto la que lo hace santo o impuro.
Entre las figuras simbólicas que los Iniciados utilizaron para esclarecer la estructura del hombre, está el caduceo. Pero actualmente la gente ve ese símbolo en las farmacias, sobre los automóviles de los médicos... sin comprenderlo en absoluto. El caduceo está compuesto por dos serpientes entrelazadas alrededor de una vara. Esas dos serpientes representan las dos corrientes de la vida cósmica: la corriente de la atracción, o del amor, y la corriente de la repulsión, o del odio, enroscadas alrededor del eje del mundo. El mundo entero se mueve por esas dos corrientes del odio y del amor, pues todo movimiento tiene por origen la atracción o la repulsión. El Iniciado que sabe dirigir esas dos corrientes tiene todos los poderes para atraer o repeler a los seres: atrae a los seres luminosos y rechaza a los seres tenebrosos, atrae las bendiciones del Cielo y rechaza las fuerzas del mal. Pero el hombre es en sí mismo un caduceo viviente.
En el plano físico, la vara es la columna vertebral, y las serpientes, las dos corrientes positiva y negativa que circulan a lo largo de la columna. La primera parte del hemisferio derecho del cerebro, pasa por el pulmón izquierdo y el corazón, se dirige hacia el hígado, pasa luego por el riñón izquierdo y la glándula genital derecha y después va hacia la pierna derecha. La segunda corriente parte del hemisferio izquierdo del cerebro, se dirige hacia el pulmón derecho, luego hacia el bazo, y de allí hacia el riñón derecho, luego hacia la glándula genital izquierda y la pierna izquierda. Hay por tanto un cruzamiento.14
De un lado y de otro de Sushumna,
Pingala (en blanco) e Ida (en negro)
Sobre el símbolo del caduceo pueden situarse los sefirot. En el hombre los sefirot son los chacras. Subiendo y descendiendo, las dos corrientes animan y accionan los chacras, creando proyecciones de energía y de luz. El ser que ha desarrollado los diez sefirot en sí mismo puede hacer milagros porque posee en el plano espiritual la varita mágica que puede transformarlo todo: la columna vertebral con las dos corrientes Ida y Pingala que se entrecruzan a lo largo del canal Sushumna en el cual trabaja la fuerza Kundalini.15 En el pasado los Iniciados no hacían estas revelaciones a la multitud por temor de que algunos, consiguiendo despertar prematuramente los chacras, adquirieran poderes de los que pudieran servirse para realizar el mal. El símbolo del caduceo es conocido desde la Antigüedad ya que fue el atributo del dios Hermes, pero sólo los Iniciados conocían su significado profundo. Únicamente ellos poseían esta ciencia del caduceo, la ciencia del Árbol de la Vida, y llegaban a realizarla en su existencia, obteniendo así los más grandes poderes.
Cada símbolo, cada figura, cada pantáculo o talismán, proviene del Árbol de la Vida, y cada ser humano lleva en él el Árbol de la Vida. Hoy también, hablando de los sefirot, os he dado muchos materiales; vamos a ver cuántos de entre vosotros podréis aprovecharlos para construir algo y orientaros correctamente en la vida.
Sevres, 4 de Enero de 1970
12 Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. V: “Los sefirot del pilar central”.
13 Al principio era el Verbo, Obras Completas, t. 9, cap. X: “El pecado contra el Espíritu Santo e el pecado contra el amor”, y Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. X: “La familia cósmica y el misterio de la Santísima Trinidad”.
14 La Balanza cósmica, Col. Izvor nº 237, cap. IX: “El caduceo de Hermes. La serpiente astral”.
15 Centros y cuerpos sutiles, Col. Izvor nº 219, cap. V: “La fuerza Kundalini”, y cap. VI: “Los chacras”.
IV
El Tetragrama y los setenta y dos genios planetarios
El gran Nombre sagrado de Dios que los Iniciados se han transmitido de siglo, en siglo está formado por las cuatro letras Iod He Vav He: hvhy. Por eso se le llama el Tetragrama (del griego tetra: cuatro, y gramma: letra).16 Ese nombre misterioso no debía ser pronunciado; únicamente el Gran Sacerdote del Templo de Jerusalén tenía este derecho y conocía el secreto de su pronunciación. Según la tradición, éste profería, una vez al año, el Nombre de Dios en el Templo de Jerusalén, mientras que afuera la multitud hacía ruido gritando y tocando instrumentos para que ese nombre no fuera oído. Porque quien lo oyera sin estar preparado para ello, moriría fulminado.
Las dos primeras letras de ese nombre son pues Iod, símbolo del principio masculino, dinámico, el fuego, y He, símbolo del principio femenino, plástico, receptivo. El número de Iod es 10, el de He, 5. El número de la mujer es por tanto la mitad que el del hombre. Los dos reunidos dan el número 15. Y si sumáis esas dos cifras: 1 + 5, obtendréis el 6, que es el número de la letra Vav, la letra siguiente, lo que demuestra que el hijo es el fruto de la Unión del padre y de la madre.
Tenemos pues: Iod, el padre, He, la madre, y Vav el hijo que es la prolongación del padre, como puede verse en el grafismo de la letra Vav, que es una prolongación de Iod. En cuanto al segundo He, que repite el primero, es la hija, la repetición de la madre, la gran Madre cósmica. El segundo, He es la naturaleza tal como la vemos. La Trinidad Padre-Madre-Hijo es invisible; sólo la Hija, la naturaleza, que los filósofos llaman “la naturaleza naturada”, es accesible a nuestros cinco sentidos. La verdadera Naturaleza, “la naturaleza naturante”, la que creó los mundos y a través de la cual se manifiesta el Espíritu cósmico, no se la conoce. Es Isis velada a quien el Iniciado procura quitar sus velos para contemplarla en su desnudez, es decir en su verdad.
Los cabalistas construyeron toda una ciencia concerniente al Nombre de Dios. Cada letra consta de un cierto número de nudos de donde parten tres florones,