Название | El libro sobre Adler |
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Автор произведения | Søren Kierkegaard |
Жанр | Философия |
Серия | Torre del Aire |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9788413640082 |
Por lo demás, soy consciente de lo extraño de la situación. Me dispongo a escribir un libro sobre un escritor que, hasta ahora, apenas ha sido leído y muy probablemente siga sin serlo. Del mismo modo que ocurría en aquella historia sobre dos obesos que corrían uno alrededor del otro para hacer ejercicio, [115] en un país pequeño a menudo los escritores se ejercitan girando el uno alrededor del otro. De todos modos, he planteado mi tarea como de costumbre, es decir, con independencia de la época histórica en la que desarrollo el estudio, de modo que el razonamiento podrá leerse en cualquier otra época gracias a su carácter universal e ideal. No poseo ninguna capacidad ni habilidad en absoluto para escribir sobre el instante.
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4. Referencia a los diversos movimientos de reforma y liberación tanto políticos como religiosos y culturales de la época.
5. En danés, en Livs-Anskuelse: una concepción de la vida. Anskuelse también significa «visión», «perspectiva» o «intuición». No obstante, en este contexto parece más apropiada su traducción por «concepción» como una idea general sobre la vida (sobre Dios, el amor y la muerte) desde la perspectiva de cada individuo y que denota una intencionalidad de quien la desarrolla, siguiendo a Søren Landlkildehus, «The Technique of Critique», en International Kierkegaard Commentary: The Boook on Adler, vol. 24, pp. 9-34. Kierkegaard también utiliza esta expresión en De los papeles de alguien que todavía vive. Sobre el concepto de ironía, Trotta, Madrid, 32006, pp. 38 ss.
6. Variación de un dicho latino que figura en la obra del filósofo romano Anicio Boecio (480-524), De consolatione philosophiae [Sobre la consolación de la filosofía], libro II, prosa 7, 21.
7. Salto en una demostración o argumentación por el que erróneamente se pasa a hablar de un tema distinto. Aristóteles utiliza esta expresión en Segundos analíticos, libro I, capítulo 7 (75a 38), donde afirma que las demostraciones en una ciencia no se pueden trasladar sin más a otra, por ejemplo, las verdades de la geometría no son demostraciones de la aritmética.
8. En danés, hvad Tiden fordrer: exigencias de la época. Expresión muy utilizada en tiempos de Kierkegaard (por personalidades como J. L. Heiberg, F. W. Rothes o F. C. Sibbern) referida a las reivindicaciones de cambios políticos (como las de los liberales), reformas eclesiásticas (como las de los seguidores de N. F. S. Grundtvig), entre otras.
9. En danés, Præmisse-Forfatter: escritor de premisas. Kierkegaard utiliza esta expresión para referirse a los falsos escritores, frente a los escritores genuinos, es decir, aquellos que poseen una verdadera concepción de la vida (véase nota 5). Hemos mantenido la traducción literal, a pesar de que en algunos momentos pueda resultar algo forzada con el fin de no perder el juego de palabras que se mantiene a lo largo de todo el texto referido a la relación premisas/conclusiones.
10. Probable alusión a Aristóteles, Refutaciones sofísticas, capítulo I, 165a, 21-23.
11. Variación de una historia recogida en Platón, Gorgias 464d-465a.
12. Época marcada por un malestar social, político y cultural que puede llevar a sublevaciones o demandas de reformas. Expresión utilizada y comentada (en oposición a la de «época de actuación») en De los papeles de alguien que todavía vive, cit., p. 34.
13. Expresión popularizada en el siglo XIX que proviene del alemán Zeitgeist.
14. Cf. Dn 2,1-12. Nabucodonosor (605-562 a. C.) fue el gobernante babilonio más conocido por haber destruido Jerusalén en dos ocasiones. Nabucodonosor convocó a varios magos, astrólogos y adivinadores para que interpretaran un sueño que le perturbaba, pero sin revelárselo, de modo que también debían adivinar el sueño.
15. Versión libre de la escena IX de la comedia Les Premières Amours [Los primeros amores] (1825) del dramaturgo francés Augustin Eugène Scribe. Entre 1824 y 1874, Scribe fue el dramaturgo más representado en el Teatro Real de Copenhague.
* Este hecho ha ejercido una influencia altamente perjudicial sobre toda la literatura y ha dado lugar a una inversión perversa de la relación entre escritor y lector. Porque los falsos escritores (que son la mayoría y tan abundantes que casi todo el colectivo puede calificarse así) están necesitados no solo del dinero y del reconocimiento del público, sino que además necesitan del propio público para alcanzar el entendimiento y el sentido (como si estos pudieran transferirse sin más a cualquier escritor). El falso escritor es precisamente el que necesita del público o de la discusión para llegar a algún tipo de entendimiento. Cuando en la relación entre escritor y lector hablamos de necesidad, es el lector el que debería necesitar del escritor. Un escritor no debería necesitar nada, incluso debería ejercitarse éticamente para no necesitar del dinero ni del reconocimiento del público. Así y todo, un auténtico escritor seguirá siéndolo aun si adolece de esta debilidad. Pero si necesita del público para conseguir claridad y darle sentido al asunto, entonces es que el público sabe más que él, entonces es que es un mero aprendiz; Dios sabrá por qué se ha dedicado a escribir, Dios sabrá por qué triste confusión le llaman escritor. Los fuegos fatuos ciertamente logran adular al público en su vanidad, a ese mismo público al que le cuesta aceptar a los escritores genuinos, aquellos que realmente saben en su interior y en su responsabilidad ética ante Dios que son escritores. El público prefiere a sus propias criaturas, al talentoso con deficiencias éticas, al pelagatos, al buhonero convertido en escritor (pues es un necesitado en todos los sentidos, un necesitado del público en todos los sentidos, de su enseñanza e instrucción, de su dulce condescendencia, de su clementísimo aplauso con aire de experto, de su dinero, de su reconocimiento). Por supuesto, son las revistas y los periódicos en particular los que contribuyen a darle la vuelta a todo. Igual que en la historia de Grecia hubo un periodo semejante (el de los sofistas), en los tiempos modernos, y gracias a la prensa diaria, la sofística se ha convertido en una constante, en una necesidad diaria. [Las notas con asterisco son de Kierkegaard].
16. El sistema de servicios sociales