Название | Lunes por la tarde... 5 |
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Автор произведения | José Kentenich |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | Lunes por la tarde… |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789567598588 |
¿Comprenden? Con razón digo, por eso: ¿qué exige el Apocalipsis? Espíritu de mártires. ¿Qué significa eso? Primero, la preparación. Preparaos, que todavía os tocará a vosotros. Segundo, anhelo del martirio. Tercero, la disposición a morir. Cuarto, la superación interior del rechazo natural, del miedo natural a una muerte de ese tipo. Como ven, no es ningún juego. Si reflexionamos ahora qué significa todo esto podemos acudir a la enseñanza de otros hombres [de la Iglesia]. Les citaré tres de ellos.
¿Qué dice, por ejemplo, Pío XI?13 Dice así: Vivimos en un tiempo en el que nadie tiene derecho a vivir mediocremente. Cada cual tiene que vivir heroicamente. Pero tienen que oír bien. No dice: esto vale solamente para aquellos que no se casan, o sea, para los sacerdotes, los religiosos. ¿Para quién vale? Todos sin excepción tienen que vivir y aspirar hoy heroicamente. Tienen que reflexionar qué significa esto. Tenemos que aplicar esta vara de medir a nuestra propia vida.
Seguramente habrán escuchado ya alguna vez el nombre de Jacques Maritain,14 un filósofo francés que ha dado mucho que hablar y que también ha dado clases aquí. Vive todavía. Él suele decir lo siguiente: la forma normal de vivir del cristiano de hoy es, simplemente, la forma heroica. Por tanto, no es algo especial, es simplemente evidente. En sí, es una gran bendición vivir en un tiempo semejante. Cuando se trata de un tiempo habitual, entonces uno se dice: ¿para qué todo esto? ¿Para qué he de hacer tanto esfuerzo? Si las cosas también van así. Puedo comer y beber, me va bien. Los demás van al cielo: entonces, también yo puedo ir al cielo. Pero, hoy, esta forma de vida no es posible.
Esta es también la gran exigencia que tanto nos cuesta entender a nosotros, los estadounidenses. Si alguna vez tuviésemos que renunciar —no sé a qué: por ejemplo, que se nos hiciera menos accesible el sustento—, ¿qué pasaría entonces? Como ven, aquí se dice: la forma normal de vivir en un tiempo semejante es la forma heroica. Ahora bien, ¿cómo es la forma heroica para nosotros? Esta es la pregunta que también nosotros tendríamos que responder alguna vez.
Quiero citarles una tercera frase. La pronunció un conocido escritor francés, se llama Bernanos.15 Dice así: El tiempo de los santos está siempre presente; en todo tiempo, los cristiano pueden llegar a ser santos. Pero en los tiempos extraordinarios, se hace obvio que el ideal sea la santidad. Como ven, ahora no puedo decir: yo me contento con llegar a ser un holgazán en el cielo; por último, sobornar todavía a san Pedro con tantos y tantos dólares. No, la consigna es ahora: ir bien adentro, al corazón de Dios.
Pero ahora viene la pregunta del todo práctica: ¿qué tenemos que hacer, en nuestras circunstancias, a fin de prepararnos para una muerte semejante, como mártires? En realidad, ahora tendría que preguntarles a ustedes para que fuesen ustedes quienes me diesen la respuesta. Creo que la respuesta, para empezar, es muy fácil: cada segundo tenemos que vivir en serio nuestro lema: «Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum, vivat sanctuarium».16 ¡Cada segundo! ¿Ven? ¿A quién pertenezco? ¿Quién es el que tiene el destino del mundo en sus manos? Es siempre el Padre Dios. Y la tarea única de mi vida consiste en decir, cada segundo: ¡sí, Padre! ¡Sí, Madre! ¿Comprenden? Más no podemos hacer. Yo no puedo empezar a retorcerme a mí mismo el cuello. No: a lo sumo debo «retorcerme el cuello» moralmente, eso sí. Es decir: no cumplir mi propia voluntad. Quiero cumplir siempre la voluntad del Padre y de la Madre. Por eso, siempre: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo».17 ¿Qué significa esto? En la Familia tenemos para ello dos expresiones: vivimos a partir del poder en blanco18 y de la inscriptio.19
Esto podemos hacerlo cada segundo, en toda situación. ¿Qué significa poder en blanco? No necesito explicárselo de nuevo. Ustedes son todos genios de la economía; saben, por tanto, cómo se extiende un cheque en blanco. Como pertenezco al Padre del cielo y a la Santísima Virgen, he colocado de antemano mi nombre (en el cheque en blanco): puedes disponer sobre mí como quieras. Es decir, vivo en serio el padrenuestro. Cuán a menudo rezamos el padrenuestro —hágase tu voluntad, no mi voluntad—. ¡Qué sencillo y qué grande es! Como ven, entre nosotros los católicos es siempre así: decimos tantas cosas, y no sabemos lo que decimos.
Quiero señalarles y decirles de nuevo algunas cosas de la vida práctica, por ejemplo, de los santos. Tal vez conocen a Felipe Neri.20 Fue uno de los santos, un gran apóstol de la juventud. De él se conoce la expresión: pueden cortar leña sobre mi espalda, con tal de que no pequen. Neri solía decir: cuando más feliz estoy es siempre cuando no se cumple en mi vida mi voluntad, sino la voluntad de Dios. Él tenía siempre en su interior la búsqueda: querido Dios, ¿qué es lo que quieres decirme a través de las circunstancias? Esta actitud fundamental está expresada en el lema: «Patris atque Matris sum nunc» —en esta situación—. ¿En qué situación? En la situación del momento. Y si pertenezco al Padre y a la Madre, no hay nada más grande que yo tenga que hacer que cumplir su deseo y su voluntad.
Seguramente habrán oído hablar alguna vez de la reverenda Katharina Emmerick.21 Ella solía decir: lo primero que aprendí de mi madre son dos frases. La primera reza: no se haga mi voluntad, sino la tuya. Piedad sencilla, pero esto es santidad. Y la segunda frase que aprendí de mi madre cuando era una niña pequeña es: Padre, regálame paciencia, y después dame tantos golpes cuantos quieras.
¿Comprenden de nuevo qué significa? Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum: no me pertenezco más a mí mismo. Esto es siempre lo más importante: no me pertenezco más a mí mismo, y me acostumbro a ver en todas las situaciones el dedo de Dios y a decir siempre sí. ¿Quiénes quieren formarme a través de las circunstancias? El Padre y la Madre. Y porque son Padre y Madre, tienen siempre en vista lo mejor para mí.
San Buenaventura22 fue junto a santo Tomás23 uno de los más grandes eruditos de la Edad Media. De él se cuenta que un simple hermano lego le dijo en una ocasión: Oye, Buenaventura, tú, el erudito, lo tienes fácil para ir al cielo. No, dijo Buenaventura, tú lo tienes igual de fácil, incluso aún más fácil. No es la cabecita erudita la que lo logra. ¡Cuántos profesores eruditos saben tantísimas cosas de Dios! Pero lo único que Dios quiere tener de ti y de mí y de todos nosotros es esto: querer a Dios. ¿Qué significa querer a Dios? Cada segundo decir «sí, Padre, sí». Y si tú lo logras y yo lo logro, entonces da igual qué es lo que haya en la cabeza. Lo principal es que el corazón pertenezca a Dios.
Y los escritos antiguos relatan hermosamente —del mismo modo como se ha expuesto también con frecuencia en la vida de san Francisco24—: el hermano lego fue y se puso a bailar por ahí diciendo: «¡Oíd animalitos, pajaritos, oíd! ¡Puedo llegar a ser santo al igual que el gran erudito, san Buenaventura!» ¿Ven? Esto es Patris atque Matris sum nunc et in perpetuum. Sencillo, ¿no? Pero tenemos que vivirlo realmente en serio. En realidad, es solo una descripción del padrenuestro, nada más. ¿Qué significa eso? «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo» —pero también aquí y ahora en mi vida, no solo por ahí, sino en mi pequeña vida—.
En el siglo pasado hubo una gran mística, una francesa: se llamaba Lucie Christine.25 Estaba casada. Una vez expuso ella en una hermosa imagen lo que nosotros queremos decir con el Patris atque Matris sum. Vio delante de sí un barco en medio de la tempestad. Ustedes saben cómo es cuando uno se encuentra en un barco semejante, cuando las olas sacuden el barco de un lado al otro. Lo que en ese momento no esté firme en su sitio termina tirado por el suelo. Ella enlazó con esa imagen y narró después sobre su propia vida espiritual. Dijo: También en mi vida hay a veces muchísima tempestad. Pero entonces me pasa como en un barco: si en el barco hay algún objeto que esté bien firme, clavado, entonces conserva siempre la correspondiente relación con el nivel del agua. Así sucede también en mi vida. Muchísima tempestad ha habido en mi vida, pero el clavo que ha retenido siempre firmemente mi vida espiritual ha sido la voluntad de Dios.26 ¿Comprenden lo que significa? ¡Es voluntad de Dios, por tanto, permanece tranquilo!
Si