Название | La luz del silencio |
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Автор произведения | Adriana Lozano |
Жанр | Философия |
Серия | |
Издательство | Философия |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9786078704255 |
UNA INFANCIA FELIZ
Soy parte de la llamada «Generación X», que son las personas nacidas entre 1961 y 1981. Muchos de los que formamos esta generación tuvimos padres conservadores y estrictos. Somos la generación que aún respeta a los mayores y saluda cuando llega a algún lugar. Nos gusta encontrarle soluciones a todo y si no, las inventamos.
A los de mi generación nos tocó vivir diversos cambios sociales y políticos como la caída del muro de Berlín, la guerra de Vietnam, el fin de la Guerra Fría, la guerra de Nicaragua y la guerra civil en El Salvador y Guatemala. También algunas transformaciones tecnológicas importantes que marcaron la historia de la humanidad como la creación de las computadoras, el uso de internet, el famoso ICQ, la transición de los casetes y videocasetes al formato en CD y, posteriormente al MP3, MP4 y iPod, entre otros.
Crecí viendo MTV y escuchando música de Madonna, Aerosmith, Michael Jackson, George Michael, los Rolling Stones, Chicago, Queen, Eric Clapton, Guns N’ Roses, U2, Bon Jovi, entre otros.
En mi época se vivía con mucha más tranquilidad que ahora. Fuimos la última generación que jugó libremente en la calle y que creció usando la bicicleta con total libertad. Todos los vecinos de la cuadra éramos amigos y salíamos a las banquetas a jugar; entre los juegos que más recuerdo están saltar la cuerda, «bebeleche», resorte, «un, dos, tres por mí», policías y ladrones, canicas, «la traes», «las escondidas», «calabaceados», matatena… Disfrutaba mucho de las actividades al aire libre y recuerdo que me encantaba leer todo tipo de libros, periódicos y revistas.
A mi hermana Ale y a mí nos encantaba ir caminando a la tiendita más cercana a comprar chucherías con nuestro «domingo» (cantidad de dinero que los papás, abuelos o algún familiar da a los niños para ahorrar o comprar algo); Salíamos siempre de ahí con las favoritas Quesabritas, el chocolate Carlos V, los Choco Roles y los gansitos Marinela. Andábamos en la calle casi todo el día y, cuando caía la tarde y oscurecía, era hora de meternos a la casa. No teníamos tiempo de aburrirnos, siempre inventábamos qué hacer; por ejemplo competencias de todo lo que se nos ocurría, como de baile con música de Parchís, Flans y Timbiriche y «construíamos» casitas con sábanas y cojines.
En mi familia nos encantan los animales, por lo que siempre tuvimos en casa varios perros, cuyos, ratones, peces, tortugas, víboras, camaleones, conejos, patitos, pollitos (que daban de sorpresa en las piñatas) y hasta un borreguito llamado «Chencho», famoso entre los vecinos porque siempre nos acompañaba a la tiendita atado del cuello con un «mecatito», como si fuera perro (el pobre «Chencho» tuvo un final trágico, pues cuando creció, mi papá decidió «mandarlo a hacer» barbacoa para el almuerzo).
Los sábados por la noche íbamos todos juntos a misa, donde me encantaba participar. Como verán, aunque solo podía escuchar con un oído (el izquierdo) mi infancia fue muy feliz, y mi situación auditiva nunca representó un obstáculo para las cosas que quería hacer.
En este sentido, el deporte fue parte esencial de mi niñez y adolescencia. La natación fue muy importante en mi formación física y psicológica. Físicamente, me ayudó mucho a fortalecerme por ser uno de los deportes más completos; está comprobado que ayuda a reparar las células de cualquier daño cerebral a nivel molecular. Además, como la sordera parcial me impedía captar mucha de la información que recibía siempre fui una persona muy despistada, así que nadar me ayudaba a tener más concentración: cuando nadas, se ponen en marcha los dos hemisferios cerebrales y los cuatro lóbulos del cerebro, lo que contribuye a tener una mayor cognición y a mejorar los enlaces neuronales. Psicológicamente, la natación también me enseñó a tener disciplina, humildad, tenacidad, carácter, determinación y compañerismo.
Aunque solo podía escuchar con un oído (el izquierdo) mi infancia fue muy feliz, y mi situación auditiva nunca representó un obstáculo para las cosas que quería hacer. |
Mis padres siempre estuvieron muy involucrados en nuestro deporte y educación. Gracias a ellos y a otros padres de familia formamos un equipo competitivo de natación en mi club deportivo. Recuerdo que entrenaba tres horas diarias a un nivel de alto rendimiento, y hasta cinco en temporada precompetitiva. Participé en diversos eventos en varios estados de la república mexicana y en algunas ciudades de Estados Unidos.
Fueron muchos años de esfuerzo y perseverancia, y me atrevo a decir que fue en este deporte donde obtuve los mayores aprendizajes de mi niñez y adolescencia. Me siento muy agradecida con mis padres por su apoyo y dedicación en esta etapa de mi vida; de esas vivencias conservo los mejores recuerdos de mi niñez.
MIS ABUELOS
No puedo dejar de mencionar en esta parte de la historia a los regalos más preciados de mi infancia: Tita y Bobby (maternos), y papá Mario y mamá Mary (paternos). Tita y Bobby eran sumamente cariñosos, alegres y especiales. Estuvieron presentes en todos los momentos de mi vida. Aún recuerdo sus apapachos antes de dormir, en especial de mi abuelo, al que le encantaba acostarnos y acomodarnos las frazadas: sus besos y abrazos cálidos los llevaré siempre en mi corazón. No podría hablar de lo que soy ahora sin su presencia en mi vida.
Papá Mario y mamá Mary también fueron muy especiales, los recuerdo con mucho amor, en especial a mi abuela Mary, nacida en Cataluña, a quien considero una mujer admirable en todos los sentidos. Ella supo arraigar en sus doce hijos el respeto por la unión familiar y la hermandad.
Para mí los abuelos son los mayores maestros de vida, los considero guardianes de nuestro patrimonio cultural y social. Ellos nos recuerdan los valores de nuestros antepasados como el honor a la palabra, salvaguardar la ética, la cordura, preservar nuestras costumbres y transmitir los valores y las tradiciones que fortalecen la unión familiar. Solo ellos nos pueden regalar sabiduría, madurez y diferentes perspectivas de la vida; son una fuente valiosa de experiencia, serenidad y amor incondicional. No es casualidad que varias de las obras y descubrimientos importantes fueran creados por personas que estaban en la tercera edad: Víctor Hugo sorprendió al mundo con Torquemada a los 80 años; Sigmund Freud publicó Moisés y la religión monoteísta cuando tenía la misma edad, Rembrandt pintó sus más grandes obras ya en la vejez.
Es por ello que me siento muy orgullosa del legado que dejaron en México mis dos abuelos: ambos fueron fundadores de varios centros educativos, entre los que destacan la preparatoria y la universidad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) en mi ciudad natal. Los dos eran empresarios comprometidos con la sociedad de su época, su misión siempre estuvo enfocada en el bienestar y en la educación de nuestro país.
La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.Nelson Mandela |
Recuerdo que de niña mi abuelo Bobby me decía que un país no puede desarrollarse ni progresar si no se educa primero a su pueblo. Y mi abuelo Mario siempre apostó por combatir la desnutrición infantil, así que se encargó de dar desayunos a cientos de niños. Él decía que la base de una buena educación empieza por una buena nutrición.
Roberto García Maldonado y Mario Lozano Gonzáles fueron ganadores del Premio Eugenio Garza Sada, instituido por FEMSA y el ITESM. Es un reconocimiento muy valorado porque solo se otorga a empresarios honorables, ejemplares y exitosos, cuyo liderazgo, compromiso social y capacidad empresarial han contribuido al desarrollo integral de sus comunidades.
Mis abuelos estaban convencidos de que la educación no solo contribuye al desarrollo intelectual de un país, sino a la disminución de la pobreza y a que hombres, mujeres y familias eleven su nivel y calidad de vida. Me siento muy orgullosa de mi familia y de su legado, sin el amor y las enseñanzas que recibí durante los primeros años de mi desarrollo, no hubiera tenido la fortaleza para sortear los momentos de oscuridad que he vivido, ni para entender que no soy lo que me pasa, sino aquello en lo que elijo convertirme.
MI EDUCACIÓN
En mi vida académica nunca fui de las más destacadas,