Название | Cómo mantener la pasión en la pareja |
---|---|
Автор произведения | Alexia Costa |
Жанр | Сделай Сам |
Серия | |
Издательство | Сделай Сам |
Год выпуска | 0 |
isbn | 9789874725677 |
•1.- Mucho tiempo dedicado al chat. Esto resulta aún más grave si tu pareja trabaja varias horas con la computadora, conectada a Internet, y cuando llega a casa sigue conversando, a través del messenger, con los contactos que figuran en su lista. Si el chateo se realiza de a dos, es decir, si ambos están charlando con un amigo que vive lejos y se comunica a esa hora, está bien; pero si esta actividad es individual y repetitiva, constituye un signo de problemas.
•2.- No destinar ni un sólo día de la semana para salir a solas. Si siempre están rodeados de amigos, familiares o salen sin la pareja, ello indica un nivel de libertad apreciable, pero, si nunca se genera un espacio para encontrarse lejos del hogar, es difícil que puedan despegarse de la abrasadora cotidianeidad que debilita la pasión.
•3- Cenar con la TV. El momento de la cena es muy importante para volver a mirarse a los ojos, disfrutar de la voz del ser amado y planear juntos, aunque más no sea sobre lo que harán al día siguiente. Si pueden mantener el televisor apagado, mejor.
•4.- Reservar el contacto físico sólo para los encuentros sexuales. La ausencia de caricias, roces, masajes seductores y abrazos, que no constituyan un preludio del coito, sino una demostración de afecto sin otro interés que el de sentir la piel del otro, reduce el tiempo de contacto de la pareja. Para decirlo con una frase coloquial, cuanto menos se toquen, menos se seguirán tocando, hasta que lleguen al punto en que pasen varios días sin gozar de ningún acercamiento. Los matrimonios que no experimentan el contacto mutuo de su piel, reducirán sus encuentros pasionales al mínimo.
Las quejas más frecuentes y sus soluciones
«La verdad, yo entiendo todos los consejos sobre cómo aumentar la pasión, pero a veces siento que se precisa mucho tiempo para llevarlos a cabo. Mi pareja y yo trabajamos muchas horas por día y, cuando llegamos a casa, cenamos y nos sentimos tan agotados que no podemos pensar en tener un encuentro sexual. Nuestra frecuencia se ha reducido mucho desde que nos conocimos».
Aquí existen varios problemas: la falta de tiempo, el estrés y la sensación de que se perciben más lejos uno del otro. Las posibles salidas de este problema pueden orientarse hacia una suerte de reemplazos simbólicos: no cuesta nada dormirse con un abrazo, mandarse correos electrónicos o mensajes de texto excitantes o seductores o renovar ciertas prácticas de la cena en pareja: encender velas, comer desnudos después de bañarse o acariciarse más, en cualquier momento del día. Así, aunque sólo tengan relaciones sexuales los fines de semana, estarán lo suficientemente estimulados e incentivados como para reencontrarse con mayor pasión.
«Siento que, desde hace un tiempo, nuestras relaciones sexuales son las mismas; paso por paso, desarrollamos las mismas tácticas, nos besamos en los mismos lugares, y los dos sabemos cómo será la próxima caricia o el movimiento que sigue. Eso me desmotiva cada vez más».
Como a veces es difícil decirle al otro que se transformó en un ser rutinario para el amor, lo mejor será animarlo a cambiar a partir del ejemplo. Una posible solución será buscar otros lugares para el encuentro, otros horarios, otros comienzos, elevando el tiempo del juego previo —y retrasando el momento del coito propiamente dicho— para que ambos ejerciten su creatividad y se dediquen a deleitar al otro con caricias, besos, masajes, etc. Es interesante que logres cumplir la función de guía para tu pareja y le muestres en qué lugares te gusta que te estimulen, a la vez que puedas proponerle que te diga en qué zonas y de qué maneras quiere recibir el «agasajo».
«Cuando estábamos de novios, cada vez que nos veíamos hacíamos el amor. Ahora que vivimos juntos, la cantidad de encuentros es menor, y tengo miedo de que la vida cotidiana ahogue nuestra pasión. ¿Será verdad que la convivencia es el antídoto contra el amor?».
Bueno, la idea es refutar, desde la práctica, las máximas de los escépticos acerca de la vida en pareja, pero es cierto que la rutina cotidiana afecta los arranques pasionales. La sensación de que no tiene por qué ser hoy, justo ahora, el momento del sexo, debido a que mañana también estarán juntos, es una de las principales causas de que la intimidad —y todas sus posibilidades— se resienta. Además, hay que tener en cuenta otros factores importantes: las obligaciones de todos los días, y la mayor amplitud de temas de pelea: el arreglo de la casa, los planes en común y los desacuerdos en el estilo de vida. Como consejo, se pueden repetir aquellas salidas de fin de semana en pareja, y regresar al hogar como si no estuvieran viviendo ambos allí, dispuestos a la entrega erótica. Si no, hay que tener en cuenta la premisa principal de toda unión amorosa: el diálogo. Comunicarle al otro las inquietudes y miedos que los amenazan, servirá para conocer la opinión que tiene sobre estos temas y para pensar, juntos en las formas de destruir el aburrimiento.
Los mitos que conspiran contra la pasión
Cada tipo de amor, cada edad del vínculo, posee ciertas ideas típicas que afectan el voltaje pasional de la pareja y provocan peleas y alejamientos. Algunas de esas frases destructivas y mentirosas son:
•1.- «Si no me llama varias veces por día no me quiere».
Falso: los integrantes de una pareja necesitan pasar tiempo sin el otro para vivir el reencuentro de una manera renovada y entusiasta. No podrías vivir «pegado» a nadie, ni siquiera a tu mejor amigo, ¿por qué insistir en adherirse a la pareja?
•2.- «Me deja hacer muchas actividades individuales, sin participar; ¡ya no me ama!».
Falso: para muchas personas, una correcta demostración del amor es la libertad; el problema surge cuando se forman parejas en la que una de las partes es una persona posesiva y celosa, que no entiende el modo de actuar del otro, y lo agobia, a su vez, con preguntas, dudas y temores. Por lo general, estas uniones no duran mucho tiempo, pero como existen excepciones, lo mejor es dialogar, establecer una medida para las individualidades y comunicar estos miedos a la pareja. Si el canal comunicativo funciona, ambos podrán disfrutar de sus proyectos personales junto al otro, y se sentirán mucho más aliviados.
•3.- «La pornografía únicamente sirve cuando un hombre está solo; si aún elige los filmes y las revistas XXX cuando estamos juntos, es que ya no le gusto».
Falso: esta es una típica crítica femenina a las aficiones de los hombres, las que se mantienen desde la más tierna adolescencia. Los gustos personales, tales como el disfrute de la pornografía, son comunes y normales siempre y cuando transcurran en una medida y calidad lógicos, es decir, si responden a parámetros del sentido común. Si tu pareja disfruta, en ocasiones, de una película pornográfica o erótica, y los contenidos sexuales que allí se muestran no son perversos ni ilegales, sólo se trata de una forma más de estimulación, de la que no estás necesariamente excluida. Si en lugar de criticar optas por incorporarte a esa práctica visual, es posible que ambos encuentren nuevos aditamentos para su vida íntima.
•4.- «Mmmmh, está conmigo pero no abandonó a sus amigos (varones), y tiene muy buen trato con sus compañeros de oficina. Seguro que me es infiel».
Falso: el ego masculino se siente agraviado cuando la mujer, objeto de su amor, desarrolla una relación amistosa o profesional con hombres. Se trata de un miedo machista y con ansias de generalizar que, por supuesto, no posee ningún fundamento teórico. En algunos casos, una mujer puede ser infiel a su pareja con un hombre que no pertenece a su círculo de amigos ni de trabajo. En otros, es evidente que respeta a su pareja toda la vida, aun cuando disfruta de la compañía de personas agradables del sexo opuesto. Las peleas y escenas de celos que desencadena este mito, desgastan la vida en común y la sumen en discusiones tan repetitivas como interminables.
•5.- «Las parejas que se quieren no necesitan masturbarse, porque canalizan su pasión en el encuentro con el otro».
Falso: tal como lo confirman todos los especialistas en sexología y psicología, masturbarse es una conducta natural y espontánea del ser humano, que no se vincula con el grado de amor que manifieste hacia su pareja. Esta forma de opinar, clásica en muchas mujeres, olvida que la masturbación femenina también existe,